Nuevas medidas económicas: todo el mundo cuenta

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Dicen que los cubanos somos economistas, peloteros, meteorólogos… en fin, sabichosos y “comentaristas” por excelencia de todo cuanto acontece en derredor.

Lo propicia una criolla idiosincrasia y también mucha, muchísima instrucción, educación y cultura al acceso de todos. No es patrimonio de élites un buen concierto, una exposición, un artículo en alguna revista especializada, y ello se ha revertido en un pueblo con los rudimentos necesarios para saber… y opinar.

De ahí que “desmenucemos” cada suceso acontecido en el país, y el mundo;con minuciosidad lo envolvamos y desenvolvamos, y de él extraigamos la esencia para luego emitir un criterio, como buenos nativos de este archipiélago. Así ocurre por estos días, tras el anuncio de las más recientes medidas aprobadas para impulsar la economía.

En las calles no se hablado últimamente de otro asunto, al menos es mi percepción. Del escape de divisas del país, del mercado minorista para comprar artículos en moneda libremente convertible, de la necesidad allí de un abastecimiento estable, de las cuentas bancarias para tales fines;de posventas y garantías, de personas naturales con el autorizo a importar mediante empresas estatales.

Todo eso marca el actual vox populi. Incluso me he topado unas deliciosas “peñas” económicas callejeras muy interesantes —comunicativamente hablando— ilustrativas de que no solo se dinamizan en este minuto mecanismos financieros y comerciales en Cuba: con ellos se mueve el debate, la opinión popular, el riquísimo intercambio de ideas.

Algunas enrumban el asunto en la línea de “a mí no me tocan de cerca, porque no recibo divisas”, otras apuntan a dudas y encuentran allí mismo una respuesta, con la participación popular como pura esencia: “escribe a la página de los Ministerios, o a Cubadebate, y pon tu pregunta allí”; otras analizan el fenómeno un poquito más allá: “la cosa es captar el dinero que está saliendo, nos hace mucha falta para financiar productos y servicios básicos”.

Y la mayoría aplaude el manejo del fenómeno desde estímulos financieros. Ya lo dijo el Ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil Fernández en el espacio Mesa Redonda Informativa: “trabajar por el lado de la oferta y no de las prohibiciones”.

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De una forma u otra, estas estrategias redundan en beneficios para todos. Más a corto plazo, todo aquel con acceso a moneda libremente convertible podrá elegir entre encargar un equipo al exterior y “jugársela” con los entuertos de una garantía que no fluye; o comprarlo aquí.

Eso sí, ha remarcado el propio ministro Gil Fernández la instauración de precios competitivos —acordes a los vigentes en nuestra área geográfica— y calidad de la oferta como elementos indispensables para hacer sostenible la medida. También allanar el camino existente hoy para la posventa de electrodomésticos en las Cadenas de Tiendas, ayudará al éxito.

Y más a largo plazo, para todos aquellos que estamos “fuera del área de cobertura” de las divisas, la captación de estas garantizará una reanimación de la industria nacional —urgida de modernizarse—y, por ende, mayor desarrollo de producciones propias.

Junto a esto último vienen siempre empleos, inversiones, un avance de la economía nacional del que no queda exento nadie: ni aquel que ahora mismo proyecta la apertura de su cuenta en “libremente convertible”, ni quien aprecia un tanto más lejos el beneficio, por no tener acceso a remesas u otro mecanismo para ingresar esos “dineros.”

Por último, regocija escuchar a la retroalimentación como esencia en el estudio de los pasos a seguir. Quedó claro que para implementar estos cambios se bebió de la fuente inagotable de los criterios de la población, y de la imprescindible Academia. Pensamiento colectivo, participación, feedback… o simplemente, todo el mundo cuenta, es lo que se traduce de la vía escogida hoy para desarrollarnos.

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