El libro
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Cada vez que llega la Feria del Libro a Cienfuegos recuerdo la misma escena. Como si la película estuviera en pausa y solo volviera a correr cuando la ciudad toma temperatura en cuestiones literarias. Hay sucesos insoportablemente apegados a la memoria, iguales a los chicles sobre el pavimento.
Los alrededores de la Aduana servían en aquel entonces como escenario para el expendio de las obras infantiles y tras comprarle a mi hija unos cuantos ejemplares, la convidé a sentarnos al final del Muelle Real a leer las nuevas historias. Primero Nené traviesa, luego El capitán Chicharro y su pandilla… A medida que la lectura volaba, otros niños se sentaron a nuestro alrededor. Un círculo extenso de miradas fijas. Una rueda-rueda sin correr.
Las bocas abiertas, el mar en su rechinar, el final que llega. Cierro el libro y los niños siguen en sus puestos, en espera de algo más. Entonces aparece la idea de preguntarles sobre la lectura, los personajes, el bien y el mal… Una niña sale corriendo y regresa con otro texto.
– Maestra, léenos este –dice la nena.
– ¿Maestra? Solo soy la mamá de Camila –respondo.
– Bueno, lea de nuevo, mamá de Camila –y sonrió con la picardía de haber entendido la aclaración.
Casi se hacía de noche cuando los padres le exigieron la retirada a casa. No sé cuántas horas pasaron en ni siquiera minutos, pero sirvió para demostrar cuán necesitados están los niños de la lectura.
Todas las madres hemos sucumbido, muchas veces, a la tentación de dejar que los niños nos dejen un rato tranquilas, sentados, silenciosos y absortos ante la mejor niñera del mundo: la televisión. Según estudios recientes, se entiende como exceso cuando el infante ha permanecido una hora y media todos los días de la semana delante de la pantalla.
Otros investigadores, sobre todo de España, han encontrado que los entretenimientos electrónicos están llevando a una perturbadora declinación en la capacidad de juegos imaginativos entre los niños. Quienes tienen más capacidad imaginativa, desarrollan mayor destreza en su vocabulario, en relación con los que dedican menos tiempo a juegos creativos.
El desarrollo precoz de estas destrezas predice la habilidad para ser creativo y generar alternativas de soluciones en los problemas de la vida diaria.
Ante la televisión, el niño no percibe que nadie espere su respuesta verbal, que exijan una reacción, y por tanto, generalmente mostrará un retraso en el lenguaje. Se establece entonces un sistema de comunicación unidireccional, a diferencia de cuando su madre le lee o narra un cuento, donde intervienen no solo el diálogo, la imaginación, el análisis y la síntesis, sino que los priva del contacto afectivo materno o paterno.
No hay juego que pueda sustituir la afectividad de sus padres, su atención, su disposición hacia ellos. Hacerles ver que en la vida también se necesita patinar, montar en bicicleta, nadar, ir de excursión, es una relación que al final se agradece. No solo los progenitores aportan, los niños también dan lecciones afectivas y de confianza.
“Hoy las familias son diferentes. La influencia de la tecnología está fracturando su base y causa una desintegración de los valores fundamentales que hace tiempo eran el tejido que las unía. Los padres tienen que hacer juegos malabares con la escuela, el trabajo, la casa y la vida social, y dependen enormemente de las tecnologías de la comunicación, la información y el transporte para lograr unas vidas más rápidas y eficientes. Cuatro factores críticos y necesarios para un desarrollo saludable del niño son el movimiento, el tacto, la conexión humana y el contacto con la naturaleza”, reconocen los especialistas.
Este año la Feria cambió su locación, el Muelle Real queda lejos, pero ello no impedirá que la lectura vuelva a volar, y quizás cuando menos lo espere, se teja el círculo de miradas fijas, la rueda-rueda sin correr…
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Aunque no sea el centro de este artículo, la Feria del Libro en Cienfuegos, según algunas opiniones que pude escuchar de cerca, tuvo más penas que glorias.
Incluso hubo inconformidades de algunos niños que, al salir de la escuela en la sesión de la tarde, acudieron al parque y se encontraban con los estantes desiertos y faltos de personale que los orientara. En fin, es posible que esté equivocado al tener una opinión negativa al respecto.
Por otro lado, me apunto a la filosofía de los que piensan como de Croisset: “La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren”, independientemente de si seamos niños o no.