Boxeo profesional: carnicería humana

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Es sábado, 24 de marzo de 1962. En el Madison Square Garden, de Nueva York, una lluvia de golpes castiga, cual una maldición, la cabeza y el rostro de Benny Kid Pared, quien se muestra indefenso frente a un rival que, a la altura del round 12, aún tiene reservas para demolerlo.

Con la cara abofada, el pecho salpicado de sangre y las piernas trastabillantes, el ex campeón de los pesos welter cubano, de 25 años de edad, cae fulminado por el último de los golpes que le propina Emile Griffit, cuando disputaban el campeonato.

Conducido al hospital Roosevelt, a Paret le practican craneoctomía y traqueotomía sin que recobre la conciencia. Complicado con neumonía profunda, falleció el 3 de abril del mismo año.

Cuentan los cronistas que cubrieron la pelea, que el cubano recibió 25 golpes cuando estaba apoyado en uno de los postes del cuadrilátero, inconsciente y con la guardia baja. Que el árbitro sabía lo que debía hacer…, pero no lo hizo, temeroso de los espectadores que habían apostado por Paret.

Su deceso se unió a la interminable lista de boxeadores profesionales muertos durante o después de una pelea.

Se afirma que desde comienzos del pasado siglo hasta 1983, murieron a consecuencia del boxeo más de medio millar de pugilistas. Las estadísticas recogen que el año más trágico lo constituyó 1953, en que dejaron de existir 21: once profesionales y diez amateurs. Otros años fatales fueron 1949, con 19 muertos, y 1962, con 16 víctimas.

En contra de esta carnicería humana se alzaron voces (aún no se apagaron) que claman por el cese del boxeo rentado, al que no consideran deporte, sino vulgar negocio que llena las arcas de las mafias que lo auspician.

Destacan que en los países donde éste se practica, los pugilistas provienen, generalmente, de las capas más bajas de la sociedad, y si bien pueden ganar dinero en relativamente poco tiempo, pierden la salud y hasta la vida en manos de aquellos que los utilizan como mercancías desechables.

Un grupo de médicos de la Universidad Johnt Hopkins, de Washington, bajo la dirección del doctor Walters Stwart, estudiaron durante cuatro años los daños que sufre el cerebro de pugilistas a consecuencia de los golpes que reciben. Estos científicos comprobaron que las sacudidas (sangoloteo) que experimenta la masa encefálica a causa de la fuerza de los golpes recibidos, provocan a corto, mediano o largo plazo, daños irreparables que se manifiestan en forma de invalidez, ceguera, sordera y otras manifestaciones.

 

BORRACHERA DE GOLPES

Como consecuencia, este grupo de médicos refuerza la solicitud para prohibir la práctica del boxeo.

Se dice que todo boxeador es un candidato a la enfermedad del punch-druk o “borrachera de golpes”, a consecuencia de hemorragias cerebrales que no llevan a la muerte, pero sí a la invalidez. Celebridades del boxeo presentan perturbaciones del equilibrio, alteraciones nerviosas, dificultades para hablar, balbuceo, amnesia…, convertidos muchos de ellos en imbéciles.

El Royal Collage of Physician, de Inglaterra, bajo la dirección del doctor A. H. Robert, hizo un estudio de 229 boxeadores que practicaron el boxeo entre 1929 y 1975. Encontraron que 13 de ellos quedaron totalmente inválidos y que 37 sufrían lesiones de mucha gravedad. En realidad, un tercio de los 229 boxeadores estudiados quedaron lisiados.

Está comprobado que la cara y el cráneo son las regiones más afectadas por los golpes. El K.O. es un traumatismo encéfalo craneano de diversa magnitud. Los lóbulos frontales del cerebro son los que más sufren porque los golpes que van a la frente hacen que las crestas, o estenoides, retrocedan y hieran a aquellas, provocando desgarros y hemorragias. Cuando éstas son intensas, conducen a la muerte.

 

KNOCK-OUT

El knock-out (del inglés knock -golpe- y out -afuera-) significa golpe que deja fuera de combate a uno de los contendores por encontrarse imposibilitado de continuar peleando, y debido a una lesión grave y consecutiva al castigo recibido, es decir, por los golpes del adversario.

En un combate profesional contribuye a estos desenlaces el hecho de que un púgil en estado semi inconsciente puede seguir peleando y se mantiene en posición de combate debido al hábito adquirido por su entrenamiento, pero no puede golpear al adversario ni tampoco defenderse. En esas condiciones, recibe un castigo demasiado traumático.

Algo similar fue lo ocurrido el 21 de junio de 1969, cuando el alemán Jupps Elze murió luego de haber recibido 180 golpes en la cabeza de manos de Juan Carlos Durán, cuando disputaban el título de los welter. La prensa publicó que Elze era el boxeador numero 262 que fallecía desde 1945.

En Cuba, después del triunfo de la Revolución, y hasta la fecha, las estadísticas no recogen la muerte de un solo cubano víctima del boxeo amateur.

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