Bancos

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Si los árboles son los pulmones de la ciudad, los bancos constituyen los bastones del caminante. Descanso, solaz, esparcimiento, reposo…, diferentes estados del ser humano se relacionan con tan significativo elemento urbano.

En Italia y Estados Unidos, donde existen muy estrictas normas de cuidado al ornato público (al punto que en el segundo país un perro no puede hacer popó en el asfalto, so pena de llevar a chirona a su dueño) en estos no pueden sentarse más de tres personas. Por Central Park, Nueva York, transitan diariamente cerca de 750 mil. El nivel de bancos roto allí no pasa de cinco al mes, según he podido consultar en la página web del Ayuntamiento local.

Había una vez, anterior al período especial —nuestro 1789 particular, pero a la inversa—, cuando todas las personas de Cienfuegos cuidaban los bancos de sus parques, microparques, paseos. Pero en medio de la selva negra de los ’90, a ciertos muchachitos embriagados les dio por desatar su arrebato hormonal contenido contra las indefensas figuras del Prado; por lo general más allá de la medianoche, cuando retornaban de “dancings”, “mellas”, “yacht clubs”…

Aun recuerdo el primer trabajo profiláctico publicado en 5 de Septiembre a la sazón, en el cual nos rasgábamos las vestiduras por la inicua acción de descerebrados carentes de normas de civilidad, mal formados en su familia.

Aunque en estos momentos el fenómeno no alcanza aquellas cotas, valga aclarar, aún siguen rompiéndose bancos, llamémosle pleonásticamente “por gracia”. Es verdad que adolescencia-juventud unida a alcohol barato, psicofármacos, reguetón, largas trayectorias a pie y coches de caballo en derredor no alientan en modo alguno a mantener la cordura. Pero lamentablemente es lo que hay y, si los padres no toman cartas en el asunto, entonces le corresponde tanto a las autoridades como a los tribunales.

No obstante lo antes dicho, no siempre son jóvenes los autores de dichas fechorías. Aquí hay de todo, incluidas aviesas intenciones y seguimiento de normativas impuestas desde el exterior a cuatro malandros por cuatro kilos.

Solo en 2016 han debido reponerse en esta antigua colonia fundada por franceses, tan correctos y celosos de su entorno, 70 mil tablillas a bancos públicos de diferentes espacios, no solo del Prado. Cada tablilla vale 9,75 pesos. Les debo la cuenta final. Para que se tenga una idea del ritmo, momentos hubo cuando fueron colocadas 10 mil en menos de quince días.

La agresividad contra las tablillas poseyeron sus desafortunados escenarios de mayor incidencia en los parques de Cruces y Martí de Cienfuegos, además del Prado perlasureño, donde de las avenidas 58 a 62 serán completadas todas las de marras en su estado original (más anchas y confortables). Se finalizó la primera de las mencionadas cuadras.

La Dirección Provincial de Comunales, la cual desarrolla encomiable labor en tal sentido, adquirió centralizadamente un volumen de bancos de regleta de aluminio (dada su sólida estructura, son más difíciles de romper; pero también menos fácil de reponer, en tanto se compra la unidad completa y no la regleta independiente). Ya hubo hechos vandálicos en Cruces y Palmira.

Los de regleta de aluminio cuestan 88,46 CUC (o sea, hablamos de 90 dólares cada uno). Fueron comprados 100 para Cruces (había recibido 81 el año anterior y del nuevo centenar tiene ya puestos cerca de 90), 48 para el parque central de Palmira (de dicha cifra, aún faltan 18 por ser entregados al municipio), seis para el parque cienfueguero de 19 y 46, y 200 destinados a Cumanayagua, sitio donde de cara al 20 de noviembre deben estar colocados.

El arribo a dicho territorio permitirá ampliar la capacidad del parque central, en aras de que los lugareños no se sienten en las jardineras cuando hacen uso de la aledaña zona WiFi: tema extravasador del ámbito del comentario, pero sobre lo cual deberá repensarse, en virtud de cuánto afectan al patrimonio.

Otro nivel de adquisiciones centralizadas de bancos para parques de estar y bulevares acaece en el municipio cabecera. En pos de beneficiar a su bulevar (donde acontece una reparación capital), fueron comprados 140 de mármol gris, producidos en la Isla de la Juventud. Cada unidad costó 215 dólares. Ya fueron ubicados en las dos primeras cuadras, faltan las restantes. La arteria también resultó objeto de un brillado completo, por un valor de 26 mil pesos. Aquí colocaron nuevas papeleras, como igual en el bulevar de la calle 29. Son 110 en total, adquiridas a un precio de 9 mil dólares en su conjunto. Han de añadirse otras diez para cada cabecera municipal. El asunto radica, a partir de ahora, en el cuidado y preservación de lo invertido para el beneficio de todos.

En pos de beneficiar al bulevar (donde acontece una reparación capital), fueron comprados 140 bancos de mármol gris./Fotos: Centro de documentación
En pos de beneficiar al bulevar (donde acontece una reparación capital), fueron comprados 140 bancos de mármol gris./Fotos: Centro de documentación

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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