Algo más que colorante y pasta de ajo

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Por mucho que los exhibidores de la red de mercados Ideal de Cienfuegos intenten convencernos, de colorante y pasta de ajo no vive el hombre. Eso, nosotros, abatidos consumidores, magos de la cocina, innovadores de los más exóticos menús, ya lo sabemos. Sin embargo, todo indica que el comercio minorista local prefiere engordar la vista y cruzarse de brazos abarrotando sus vitrinas con condimentos.

Cuando a inicios de la actual semana este periódico decidió volver sobre el tema —por solicitud expresa y reiterada de nuestros lectores― supimos que encontraríamos un panorama igual o peor al de 2022 en el momento en que cerramos su puerta. El itinerario por la tríada de establecimientos ubicados en el Centro Histórico Urbano de la ciudad cabecera (Cartoqui, La Yarda y La Princesa) confirmó exactamente cuanto esperábamos.

Además de los referidos “productos estrellas”, pimienta, pimentón, orégano, cebollino, sal condimentada, bijol y otra variedad de sazones, reinaban a sus anchas en los mostradores y ofertas de estas unidades, acompañados, en algunos casos, por galletas, maní, cerveza importada (a 180 pesos) y concentrados de limón y naranja.

En Cartoqui y La Princesa, de tal casta era la corona: un paraíso terrenal del desabastecimiento y la falta de gestión.

Otra realidad, no muy distinta, hallamos en La Yarda, donde, junto al monopolio de los condimentos, también se expendían confituras de importación ―solo en venta, y esporádicamente, en las tiendas que operan en MLC—, al estilo de las decenas de comerciantes informales que revenden dichos productos a precios escandalosos. Más de lo mismo, pero esta vez en un mercado estatal, del Comercio Interior, con encargos públicos que para nada debieran permitirse la anarquía, la dejadez y el poco o casi nulo criterio administrativo.

El retrato de estas situaciones, aunque corresponde a días recientes, tampoco habla de un problema de ahora. Desde meses antes a la irrupción de la pandemia, la escasez resultaba notoria y podía aguardarse un escenario más crítico.

Las restricciones impuestas para contener la propagación del coronavirus —con la paralización de actividades económicas―, el recrudecimiento de las medidas de asfixia del bloqueo estadounidense, la inoportuna aplicación de la Tarea Ordenamiento cuando la crisis, incluso, nos sofocaba, y la propia reorganización del comercio en un contexto desfavorable para inventarse cambios radicales, tuvieron un efecto devastador en la vida de los establecimientos de la red Ideal. Fue como si de pronto un tornado los arrasara para que rigiese en ellos el desierto.

Una vez despegó el 2020, jamás volvieron a ser lo que eran. En tres años ―salvo ocasiones matizadas por la venta esporádica de algún socorrido alimento (huevo, sirope, embutidos, picadillo, helado y queso)―, la suerte de estos mercados pareció depender del producto menos deficitario. Unas veces las bebidas alcohólicas y los cigarros ―muy al principio de la depresión—, los purés y mermeladas de las minindustrias locales en la mejor de las situaciones (por cierto, más caros siempre que aparecían), hasta pasar por el imperio del maní: centenares de barras de maní molido simulando abundancia.

En el intento por transformar estos espacios, las alianzas con los actores económicos del territorio constituyeron una decisión acertada. De otro modo ni condimentos tendrían a la venta. Pero los tiros no pueden ser al aire, sino enfocados en satisfacer las necesidades de la población; una parte significativa de ella sin poder siquiera comprar MLC para solventar sus apuros.

La gestión por particulares de áreas dentro de los aludidos mercados, específicamente para la comercialización de productos cárnicos y quesos, solo se justifica si marca la diferencia con respecto a las opciones que el consumidor encuentra en similares negocios por cuenta propia. Eso hoy no ocurre. En La Yarda, por ejemplo, los paquetes de bistec de cerdo (con un máximo de diez o doce) rondan los mil 100 pesos, tanto o más costosos que en ningún otro sitio.

Las administraciones y directivos del sector tienen que mirar y gestionar de manera diferente estos temas, por encima de planes económicos e intereses lucrativos. Los tres establecimientos mencionados gozan de una posición privilegiada, en una de las zonas comerciales más importantes de la urbe, por la cual muchos emprendedores pagarían el cielo para asentar sus negocios. Así como les toca garantizar que respiren ―y no que agonicen como sucede en la actualidad―, deben procurar dinámicas justas, asequibles, en lugar de ceder a iniciativas que, tal vez alivian la economía de la empresa, pero lastiman la vida de la gente.

Por otro lado, cabe preguntarse hasta qué punto existe y fomentamos de veras una relación sólida con las mipymes dedicadas en Cienfuegos a producir alimentos.

El impulso a estas formas de gestión cumple el objetivo de diversificar e incrementar las ofertas, y, asimismo, abrir caminos para el encadenamiento, algo que todavía no se observa en las vitrinas de la red de mercados Ideal. Menos visible, desaparecido casi, resulta el vínculo con las empresas de la industria alimentaria. Si producen, ¿a dónde van a parar sus producciones?, ¿por qué no llegan a las unidades que ingresan en pesos cubanos?

Mucho se comenta desde hace tiempo sobre el perfeccionamiento del Comercio Interior, pero en la región centro sur del país advertimos un estado contrario al fin perseguido. Lejos de perfeccionarse, la precariedad de varias unidades del comercio minorista es llamativa y demanda acciones que pisen tierra firme, en vez de seguir viajando por la galaxia de los discursos.

No basta con las opciones de las tiendas virtuales (lotería para vender un cartón de huevos y un cúmulo de productos ociosos), ni con el cumplimiento de indicadores que devienen reflejo de la crisis; urge plantearnos cuáles son nuestras potencialidades, cómo aprovecharlas, qué relaciones económicas serían realmente provechosas.

Nos apremia para vivir.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

Un Comentario en “Algo más que colorante y pasta de ajo

  • el 24 enero, 2023 a las 8:25 am
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    Ja,ja ,ja y todavía hay que ver y escuchar que Cienfuegos es un ejemplo…

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