¿Viagra a la mano de la madre natura?

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El mundo se mueve cada vez más agitado. Son disímiles las causas por la que la sociedad está constamente sometida al estrés. Guerras, pandemias, crisis económicas, hambruna, etc, son agunas de las calamidades que presionan constantemente la vida de los terrícolas.

Tales circunstancias afectan no solo el estado emocional de las personas, sino el buen funcionamiento del organismo, además de otros males del cuerpo como el sobrepeso, la mala circulación, enfermedades cardiacas, diabetes o hipertensión, entre otras anomalías.

Entre las multiples preocupaciones de los mortales en estos tiempos convulsos está la pérdida temprana de los deseos sexuales y la aparición de la disfunción eréctil en el caso de los hombres. Por eso muchos vuelven la vista a los llamados superalimentos, aquellos que poseen un valor nutricional muy interesante para la salud por su alta concentración en vitaminas, antioxidantes o grasas saludables, incluso, pueden actuar como afrodisíacos y potenciar la libido.

La palmera prodigiosa

Si bien no es la única especie vegetal a la que se le atribuyen excelentes cualidades para el sexo, el fruto asaí (açai) constituye un superfoods -como lo conocen los anglófonos-, que cada vez gana más popularidad alrededor del mundo. Procedente de la palmera del mismo nombre, nativa del norte de Sudamérica.

Entre los tantos aportes de la también conocida por azaí, huasaí, palma murrapo o naidí destacan sus propiedades afrodisíacas, al punto de conocerse como ‘viagra natural’. Esto es gracias a su alto valor energético que aporta vitalidad y puede ayudar a aumentar la libido. Además, esta fruta favorece la fluidez de la sangre en el cuerpo, por lo que es muy empleada para combatir la disfunción eréctil o la falta de deseo sexual.

El fruto del Euterpe oleracea, por su denominación científica, es una pequeña baya de color morado. La forma más popular de tomar estas cápsulas naturalesconsiste en servirlas en un cuenco enteras o trituradas con el acompañamiento de otras frutas, yogur o cereales. También se puede consumir en polvo, zumo o comprimidos.

Según estudios, el valor nutricional del asaí por 100 gramos está por las 247 kilocalorías, 4,7 g de grasa, 27 mg de sodio, 64 g de hidratos de carbono, 4,8 g de fibra y 2,7 g de proteínas.

Eso sí, amén de que se trata de un alimento que puede ayudar a mantener el cuerpo saludable, siempre debe estar incluido dentro de una dieta variada y equilibrada, combinada con la práctica de ejercicio físico, ya que estos alimentos no son milagrosos.

Ahora bien, además de los beneficios hasta aquí enumerados, al naidí se le reconoce el valor antioxidante, comoquiera que sus flavonoides y antocianinas protegen el cuerpo de los radicales libres, por lo que ayudan a prevenir el envejecimiento celular y mantienen el organismo más joven y fuerte. Así, contribuye a mantener la piel sana, renovada y libre de toxinas.

Por otro lado, regula el tránsito intestinal pues posee un alto contenido de fibra que la convierten en una fruta muy recomendada para aliviar el estreñimiento. En tanto, resulta beneficiosa para el sistema cardiovascular, toda vez que tiene un alto contenido en fitoesteroles los cuales promueven esas funciones del organismo.

Y por si fuera poco, también aporta energía al cuerpo dada su alta concentración en hidratos de carbono y proteínas, condiciones que lo convierten en un alimento ideal para deportistas.

Completan la lista de sus ventajas alimenticias, nutricionales y preventivas su contribución al sistema inmune, si se tiene en cuenta el contenido de ácido elágico, un polifenol que protege el sistema inmunitario de virus y bacterias, por lo que ayuda al organismo a luchar contra las infecciones.

Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Florida, el extracto de bayas de asaí reduce las células cancerígenas. Así esta investigación concluyó que hay una relación entre el consumo de frutas y hortalizas ricas en compuestos polifenólicos y la disminución de la incidencia de la enfermedad.

El principal producto comercializado de la planta es el palmito, que se extrae derribando las palmas y se procesa como encurtido para comidas en forma de ensalada. Sus frutos son consumidos por las aves, especialmente por los guácharos, mientras que sus semillas son devoradas por roedores y por algunos peces. Adicionalmente los tallos lo emplean como alfardas en la construcción de techos.

Sin embargo, en materia de salud sexual la Euterpe oleracea no es exclusiva. Al uso ancestral de otras especies del mundo vegetal le son también reconocidas bondades en este sentido. Entre ellos resalta el  polvo de maca, que crece en las montañas de Perú y Bolivia, y cuyo consumo por los habitantes de los Andes traspasa generaciones. Para su uso se seca la raíz y se reduce a polvo, para luego emplearla tanto en extracto líquido como en cápsulas.

Otro de los “superalimentos” a los que se le relaciona una gran mejora del apetito sexual es la rhodiola, conocida como el ginseng nórdico, que reduce ampliamente los niveles de cortisol (estrés) lo que se traduce en un aumento de la libido. Al igual que la maca, se puede consumir mediante una infusión de su raíz.

De leyenda

De acuerdo con el folclore brasilero, existía una tribu indígena muy numerosa donde hoy se encuentra la ciudad de Belém. Como los alimentos estaban escasos, era difícil conseguir comida para toda la comunidad. Entonces, el cacique Itaki tomó una decisión muy cruel: resolvió que, a partir de aquel día, todos los niños recién nacidos serían sacrificados para evitar el aumento de la población.

Eso fue hasta un día en que la hija del jefe indígena, llamada Iaçá, dio a luz a una niña que también debía ser sacrificada. La madre entró en desesperación, lloraba todas las noches con añoranzas y vacío en el corazón. Estuvo varios días encerrada en su oca y pidió a Tupã que le mostrara a su padre otra manera de ayudar al pueblo, sin el sacrificio de los niños.

Cierta noche de luna, Iaçá escuchó el llanto de un niño. Se acercó a la puerta de su oca y vio a su hija sonriente al pie de una gran palmera. Se dirigió en dirección a la pequeña y la abrazó. Empero, la infante desapareció misteriosamente. Iaçá, inconsolable, lloró mucho hasta morir.

Al día siguiente, el cuerpo de la mamá fue encontrado ceñido al tronco de la palmera. Pero al observar su rostro, tenía aún una sonrisa de felicidad. Sus ojos estaban en dirección a lo alto de la palma, que se encontraba cargada de frutos pequeños y oscuros. Itaki, entonces, mandó a que se golpearan aquellas bayas, de las que se obtuvo un vino rojizo que bautizó de Açaí (“Iaçá” invertido), en homenaje a su hija. Alimentó a su pueblo y a partir de ese día, suspendió la orden de sacrificar niños.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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