Una larga vida entre ecuaciones y marcialidad
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El primer día de 1959, integrado a las milicias de la Escuela de Artes y Oficios de La Habana, participó en el combate para desalojar a los sicarios de Rolando Masferrer que se habían atrincherado en la Manzana de Gómez. Al final de la refriega allí mismo lo ascendieron al grado de teniente del Ejército Rebelde. Refrendado en la hoja de una libreta escolar. “Cosas del principio”, apostilla.
Una tarde de mediados de los 60, mientras junto a su esposa saboreaba un helado de chocolate en el Coppelia de Santa Clara, decidió que iba a renunciar a su cargo como subdelegado del Ministerio de Justicia en la provincia de Las Villas, para ligar su vida al magisterio. De las Matemáticas, específicamente.
A sus 85 años, cumplidos el 16 de abril, el profesor, y mayor de la Reserva, Juan Luis Climent Garrastacho; se ufana de haberse consagrado en cuerpo y alma a la docencia, y al propio tiempo comandar el Batallón de Ceremonias de Cienfuegos durante más de cuatro décadas.
Sus ancestros paternos llegaron a Cuba desde Cataluña, aunque el viaje en el tiempo de los Climent se remonta a Francia, y los maternos procedían del País Vasco. El hijo mayor de Juan Luis Climent y Dulce María Garrastacho nació en el barrio habanero de Luyanó y creció allí mismo. “En Callejón de Herrera, número 62”. Y el primogénito cursó los primeros estudios en el Instituto Edinson. De la Víbora, y la Academia La Salle, en Carlos III.
Como el padre trabajaba de viajante para la firma ferretera Feito y Cabezón decidió establecerse en un punto equidistante en el eje de la Isla, y en 1954 la familia se muda a la ciudad de Santa Clara, al reparto Escambray para ser más exactos.
En la capital villareña asiste a la Primaria (en realidad Secundaria) número 4 de la calle Candelaria, “la única mixta de la ciudad”, y posteriormente a la Escuela Profesional de Comercio. Aquel fue el escenario de sus primeras militancias políticas, tanto como dirigente estudiantil del plantel como colaborador; primero del Partido Socialista Popular (PSP, comunista), condición que en 1958 desempeña a la vez con el Movimiento 26 de Julio (M-26-7).
“Mi vinculación al PSP se da a través de Julio Martínez y Luis Felipe Denis. Estuve muy vinculado a la gente de La Pastora, un barrio obrero de Santa Clara donde vivían mis mejores amigos”.
A propuesta de uno de ellos, Iván Ley Echemendía, “aprovechando el carro Studebaker de mi padre, con su rótulo de la ferretería, y que ya tenía licencia juvenil (de conducción), trasladé hasta Güinía de Miranda al hermano de Denis para que se alzara en el Escambray y luego a tres muchachos de Ranchuelo, de quienes nunca supe sus nombres”.
Para cuando sucede la Batalla de Santa Clara, en la frontera entre los años 58 y 59, Climent no se encontraba en su primera ciudad adoptiva. Un lío de faldas que conllevaba, además, la amenaza de muerte proferida por un “casquito” agraviado, había dirigido sus pasos hacia La Habana.
En 1959 el M-26-7 lo nombra su delegado en la EPC, donde abandona los estudios de Contaduría en tercer año, “decepcionado por ese tipo de trabajo”, para laborar en el despalillo de tabaco de la calle Independencia.

Por ese tiempo ingresa en las recién fundadas Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), “en el famoso batallón 303 de Santa Clara”. Con el cual se disponía a marchar a los combates de Playa Girón, cuando Arnaldo Milián Castro, secretario provincial de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), lo baja del camión para encargarle la protección de la sede partidista.
El comandante Raúl Menéndez Tomassevich, “que vivía a media cuadra de mi casa”, lo incorpora como político a la dirección de la LCB (Lucha Contra Bandidos).
Del diálogo con su primera esposa, Eloísa Perdomo, en la heladería de la calle Colón al debut en las lides magisteriales la vida fue un soplo. Un curso emergente en las vacaciones y ya estaba frente al aula en la secundaria básica de Manacas y al año siguiente en la de Santo Domingo.
A partir de ahí un intenso periplo por el sector educacional, que lo trajo a Cienfuegos en 1970. En uno de esos tantos tránsitos lo conocí. En septiembre de 1973, cuando juntos asistimos al nacimiento de la ESBEC Juan Alberto Díaz, en Carmelina, Yaguaramas. Primera “escuela nueva” de la entonces región de Cienfuegos.
“Fui en una avanzada con los alumnos de décimo grado a preparar las condiciones para que entrara el resto. Allí había un nivel de estudio, de deseos de aprender”. Y recuerda la ocasión en “lo bajamos” de la guagua el viernes en la tarde, porque habíamos renunciado al pase para quedarnos a estudiar Matemática durante el fin de semana. “Tú lo cuentas ahora y parece increíble”.
Antes de continuar me auto dispenso un reconocimiento, no para el escribidor que pretendo ser, sino para el único maestro que logró reconciliarme con la asignatura de los números y las figuras geométricas. Porque este guajirito cubano era pariente de la niña mala. Aquella criatura silvestre que cuando el poeta Raúl le explicaba Aritmética, le resultaba tan abstracta que de flores y banderas llenaba toda la página.
El maratón de Climent ante la pizarra lo resume con una frase: “Está mal que yo lo diga, pero siempre me destaqué como docente. La gran vocación de mi vida fue la docencia”. Y dice que nunca dio una clase sin haberla preparado, ni utilizó un plan de clase del curso anterior en el siguiente.
Profesor, alrededor de 1970 se hablaba mucho de la Matemática Moderna o Alemana (MA)…
“Siempre dije a que la MA le faltaban los alemancitos. Porque la idiosincrasia no es la misma. Fue un furor, incluso tuvimos asesores alemanes, pero indudablemente el rigor de ellos era incomparable”.
En Cienfuegos, su segunda ciudad adoptiva lo conocen también como maestro de la marcialidad, de los desfiles militares. Como formador y jefe del Batallón de Ceremonias (BdC).
“Mi último desfile por el 5 de Septiembre fue el del año antepasado. Más de 40 años pensándolos, preparándolos, organizándolos y dirigiéndolos. Eso lleva su cosa. Son por lo menos tres semanas de entrenamiento, en pie desde la las tres de la mañana”.
En una primera etapa las piezas de su uniforme castrense eran un verdadero Frankenstein. “Pero tuve la dicha de conocer al coronel Guerrero Ramos, jefe del BdC del Estado Mayor General de las FAR, quien tras recriminarme me puso la vara bien alta: “Tienes que ser el oficial mejor vestido de la provincia”. Y lo vistieron como Dios manda.
¿Cómo le gustaría ser recordado, profesor?
“Como un revolucionario cumplidor”, resume su deseo de legado. Y la voz le juega una mala pasada por allá por los entresijos donde la garganta y las cuerdas vocales hacen su labor.
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Un excelente reconocimiento para Climent, su valor como profesor y mi antiguo vecino.
Como siempre bien amena una anécdota de Frank, mi abrazo.
Gracias amiga por tú comentario
Coño, hermano mío, me vas a fundir!!! Primero Luly y ahora Climent. En buen cubano, Qué tipo! Lo conocí en la ESBEC Juan Alberto Díaz, dónde disfruté de su sapiencia como matemático, luego la vida nos fué cruzando en funciones metodológicas, hasta coincidir en el departamento de Matemáticas y Computación del Pedagógico cienfueguero donde enfrentamos múltiples tareas con muy buenos resultados. Hombre cabal, que parte la naranja al medio, sean quienes sean los involucrados. Todavía lo tengo como testigo ante alguien un poco olvidadizo. Excelente comunicador; dónde él esté se forma el inevitable coro, y las carcajadas retumban. Alegre, jovial y fiestero, su casa fue escenario de muchos momentos para compartir con él maravilloso colectivo. Y no me canso de contar una anécdota: caminando por el malecón hablábamos de carencia monetaria y al registrar su bolsillo, descubrió que llevaba dos tristes pesos. Los agarró y comentó: estos pesos me generan demasiada preocupación y acto seguido los lanzó al mar. Maestro de ceremonias no sólo frente al Batallón, sino al caminar, al expresarse, en cada gesto, en cada actuación. Otro maestrazo con enorme hoja de servicios. De nuevo, GRACIAS PANCHO. Y no desmayes, sigue sorprendiéndonos. Hay otros tantos héroes anónimos caminando esas calles.
Gracias amigo, eres otra persona a la que se debe reportar. Buen profesor, metodología y sobre todo persona y amigo
Totalmente de acuerdo contigo Juan Luis.
Villazon, entre usted y su querido colega Moisés Quintana Alvarez si discuten la.medalla de oro en los comentarios a trabajos publicados en 5/9. Por lo menos en.los escritos.por este.gusjiro servidor
Y no solo en el orden cuantitativo sino en el cualitativo más.
Pero si te voy a fundir. Mejor paro ya. Jjjjjj
.un abrazo