Un cartógrafo exquisito: Alejo Helvecio Lanier

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Aunque no suele tenerse en cuenta, la llegada de las artes visuales a la otrora Villa Fernandina de Jagua sucede, justamente, a través de las viñetas que aportaron entonces los principales cartógrafos a mano. Entre los más talentosos figura Alejo Helvecio Lanier.

El ingeniero Alejo Helvecio Lanier y Langlais, natural de Nantes, tuvo una participación vital en el progreso de la villa de Cienfuegos, particularmente a través de su labor como Agrimensor Público. El cronista Luis Bustamante asegura que se instala en esta comarca durante los años fundacionales y Calcagno aduce que en 1826 coadyuva a la citada gran carta de Vives. En 1822 es comisionado para la realización de un mapa, cuya gráfica y métrica apunta a la hacienda Caunao y sus contiguos, la nueva villa de Fernandina, la bahía y los caminos reales y transversales (con fecha 3 de agosto de 1822). Al año próximo concibe un plano de la capital, con hermosas vistas de la catedral y del palacio de gobierno; el primero que pone de moda el tipo orlado y decorado en el siglo XIX, aunque “ninguno superó los trabajos de José María de la Torre por la correspondencia unívoca entre arte y contenido representativo con respecto a la representación cartográfica”.

Plano de Jagua concebido por Alejo H. Lanier en 1822. Biblioteca Nacional José Martí.

En las referencias se puntualizan los ingenios del Brigadier Honorato Bouyón, Agustín de Santa Cruz y José de Comas, el sitio de Don Louis Declouet, la nueva plaza de la villa, las varas reservadas a la marina, etc. El trazo, al menos en este texto gráfico, es preciso y ofrece la información que fue requerida por las autoridades de la isla. El color se utiliza con sobriedad, en pos de indiciar los agentes fluviales, las costas y parcelas de tierra, así como las figuras geométricas y la caligrafía, que destaca por su profundidad, inclinación, proporción y certero espaciado. O sea, estamos ante un texto que asume las singularidades de la periferia, sustentado en el género topográfico-catastral, y ofrece los detalles sobre el nombre de los propietarios de cada lote en el cuadro de referencias. Reitero, no es un ejercicio para la elaboración de la obra, sino más bien un plano síntesis de la pesquisa notable para las autoridades.

A fines de la década de 1820 ocurren dos sucesos estadísticos de particular importancia, el Ensayo Político de la Isla de Cuba, consumado por Alejandro de Humboldt, y el Censo de 1827; ambos durante la gubernatura de Francisco Dionisio Vives. La entidad cartográfica, rectorada por ingenieros militares subordinados al Coronel José Gaspar Jasme-Valcourt e Iznardi, es la autora de la famosa Carta Geográfico Topográfica de la Isla de Cuba (concluido en 1831). En la comisión especial participaron los agrimensores públicos más aclamados del momento, como José María Oliva, Manuel Antonio de Medina, Cristóbal Gallegos y Félix Bouyón, cuidadosamente elegidos por el Capitán General; es por ello que se identifica al proyecto como el Mapa de Vives. Esta obra fue consumada a escala 1.32 000 y cuando se unen sus seis partes el mapa logra las dimensiones de 395 cm x 121 cm. (Macle Cruz, 2003).

Plano de Jagua creado por Lanier en 1839. Biblioteca Nacional José Martí.

Justo, con este propósito de concebir textos cartográficos en la isla de Cuba, singularmente en aquellas comunidades y ancladeros con valor estratégico para el resguardo militar y económico de la colonia, en 1824 es contratado el inquieto Lanier; despuntando en la que algunos signan como la más científica de las artes o la más artística de las ciencias. La encomienda concluye en 1831 y el mapa se publica en 1835, en la ciudad de Barcelona.

Entre 1831 y 1932 se instala provisionalmente en la Isla de Pinos, donde realiza un meticuloso estudio que publica en las memorias de la Sociedad Patriótica. Esta recopilación de datos geográficos fue muy elogiada; según los expertos el suyo resulta el mejor mapa que se ha concebido de la ínsula. “Entre los datos acopiados aparecen flora y fauna, población, relieve, y una descripción de la extensa ciénaga que hoy lleva su apellido. La carta se ha perdido, pero atendiendo a lo acucioso de otros de sus trabajos, se supone que tal mapa debió ser de extraordinaria calidad” –asevera Ramos Guadalupe.

Lanier constata que sus proyectos cartográficos son algo más que habilidades manifiestas, donde hay pericia y técnicas de diseño gráfico para condensar y bosquejar la información mediante símbolos, líneas y colores. Figura en ellos la dimensión estética, el espíritu que anima la sugestión de los públicos, fundamentalmente en los cotejos del paisaje local y su evolución. En los predios de Jagua sobrevendrán otros agrimensores, al menos entre 1826 y 1847, pero pocos superan esa sensibilidad. Pichardo registrará que “además de la Isla de Pinos ha trillado la zona media de la de Cuba, singularmente en los meridianos de Cienfuegos, ha enriquecido sus tareas con observaciones astronómicas, aventajando en la finura de la ejecución gráfica, aunque algunas de las latitudes parezcan altas”.

Asombra como hubo de adjudicarse tantos encargos, sin renunciar a sus complejas labores oficiales como: Capitán Agrimensor Público Teniente de Caballerías (1837-1854), Comandante del Cuerpo de Honrados Obre-ros y Bomberos (1839-1844), Director de Caminos de la Villa (1844), Comandante de Ingenieros (1844-1846), miembro de la Comisión Deslinde Calle (1853), Caballero Regidor (1853), Director de Obras (1854), Síndico Procurador (1858) y Vocal de la Comisión del Ornato Público (1860).

En 1839 es comisionado para explorar el arroyo Jiquiarí, que emerge del ingenio Santa Cruz, y preveer las cuentas para conducir el agua hasta la villa. Esta misiva coincide con un nuevo plano del Puerto de Jagua, bellamente concebido, en el que destaca el eficaz trazado de la topografía, la delimitación de las superficies, precisión de las áreas y rectificación de los límites. Ese año se corroboran otras figuras suyas en un trazado de la villa. Este plano, que constata el rápido crecimiento de la ciudad, muestra los signos de las costas tropicales y varios navíos en medio de la bahía. En su parte superior aparece una viñeta carente de detalles, bosquejando una escena supuestamente local. En verdad no restaura habilidades el dibujante, salvo para trasfigurar la atmósfera marina. Su mirada insiste en el enfoque pintoresco y colonial usual entre los hacedores que pasan de largo por Cienfuegos.

Dibuja un plano de la villa en 1840 y en 1842 realiza otro para la instauración de la Plaza del Mercado; junto con D. Diego Matamoros tasa en 1843 los diez solares que se habían destinado para la Coral del Consejo, el cuartel y un hospital en la zona norte. El 8 de marzo de 1845 concibe el primer boceto de la línea jurisdiccional entre Cienfuegos y Villa Clara, con la colaboración del agrimensor Juan de Dios Gattorno.

El 8 de enero de 1847 la junta de accionistas del proyecto del ferrocarril, que comunicaría a Cienfuegos con Santa Clara, le contrata junto al ingeniero civil Julio Sagebien para la creación de planos, presupuestos y otras acciones anticipativas de la obra. En poco tiempo Lanier crea el plano topográfico y perfil de dicha vía. Dos años más tarde propone la idea de un monumento dedicado al Padre de las Casas, en los márgenes del río Arimao, aunque no tenemos noticias de que se halla ejecutado dicho proyecto.

Un pliego fechado en 1850 refiere que “Alejo Helvecio Lanier Félix, Teniente de Caballería y Agrimensor Público, vecino de la ciudad de La Habana” reside “en esta Villa del modo más respetuoso” y detalla sobre los cuatro solares de su propiedad en la calle La Mar, de los cuales se afirma que “están enteramente arreglados por la cercanía al mar, y teniendo el exponente proyectado el rellenarlo y fabricarle un muelle”. Atracadero que ofrece servicio al comerciante desde el 20 de diciembre de 1836, según consigna el documento 23. El muelle, que se hallaba en el solar Nº 532, ratifica el valor que tenía la asistencia marítima para los franceses radicados en la ciudad y sus voluntades por desarrollar el comercio local. A la par, emerge en la comisión creada para precisar las condiciones y urgencias de los caminos en 1851.

En 1852 el ayuntamiento le orienta nuevamente requisar y velar por las labores realizadas en las calles de la ciudad, para ir corrigiendo los desniveles y anomalías. Todavía activo, muere poco después en París. Una calle de la villa de Cienfuegos fue bautizada con su nombre en merecido tributo.

Viñeta del plano de la Villa de Cienfuegos realizada por Lanier en 1839. Biblioteca Nacional José Martí.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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