Un acercamiento al hombre que rodaba un dolor llamado Esperanza

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Recuerdo al profesor Arnaldo Díaz Pérez, no en su cátedra de Literatura a la cual no tuve la suerte de asistir, sino en sus días de plena vejez en el pequeño entorno de la calle San Carlos, próxima a Gacel, donde tenía su vivienda y el último empleo en la librería de usados La Bohemia, separadas por unos metros la una de la otra.

Eran otras entonces mis urgencias, disímiles y casuísticas, el caso es que no me le acerqué a aquel hombre en el límite de la obesidad, que muchas veces empujaba la silla de ruedas donde viajaba el más grande de sus dolores, con el paradójico nombre de Esperanza.

Ahora que quiero escribir del pedagogo, el artista teatral, el funcionario público y el periodista que se ensamblaron en la generosa humanidad de aquel cienfueguero que se codeó con la alta sociedad de su época, cuenta con la bondad de su sobrino político Mariano Dauval, que pone a mi disposición sobre la que fuera la mesa del comedor de los Díaz-Suero tres álbumes con cerca de un millar de fotos que registran la vida familiar desde las raíces a finales del siglo XIX hasta bien adentrado el XX.

Lástima que las imágenes carezcan de las anotaciones de fechas y lugares que casi siempre complementaban las instantáneas al dorso.

De todas formas, permiten un repaso de la vida de quien también integró, en los años 20, la tripulación del cuatro remos con timonel del Cienfuegos Yatch Club.

En la tarjeta de bautismo encuentro el más preciso de los datos, el niño Arnaldo Nicolás Lorenzo nacido el 8 de enero de 1908 en esta ciudad de Cienfuegos recibió el sacramento del bautizo el 11 de marzo del propio año en la iglesia de Patrocinio. Y que sus padres fueron Nilo Díaz y Díaz de Villegas y Esperanza Pérez y Leal.

Otra tarjeta similar da cuenta que el 22 de octubre del mismo noveno año de la centuria nació la niña María de la Concepción Josefa, quien fuera bautizada en la Catedral cienfueguera en la fecha patronal de la ciudad, el 8 de diciembre. A la hija de quien luego fuera el alcalde Álvaro Suero y Rodríguez y Concepción Berrayarza Flores, la vida la cruzaría en matrimonio con el joven remero y dramaturgo que vivía en la calle Cuartel número 169.

En 1947, a las 24 horas de nacida, un ataque de meningitis torció para siempre la existencia de la pequeña Esperanza, aquel dolor que el viejo librero trasladaba por la acera sur de la calle San Carlos, y que apenas sobreviviría cuatro años al padre, quien dejó de existir en 1995.

Las imágenes, muchas en un desaparecido formato de dos pulgadas por dos, repasan la vida matrimonial en circunstancias románticas que en algunos casos tienen como telón de fondo la fastuosa vivienda construida por el magnate Laureano Falla Gutiérrez en la acera del frente; la alcoba nupcial, el niño Arlando a sus cuatro años vestido de explorador, un lugar de recreo identificado como Villamor, flores sobre una tumba, el Palacio de Valle, un tinajón enorme, escenas bucólicas o los estragos de la enfermedad en el rostro de Esperancita.

El mirón tardío que fui en la última tarde de noviembre no puede dejar de reproducir la nota introductoria que el profesor Arnaldo mecanografió un día muy lejano ya, para quien se asomase a la intimidad familiar.

AL QUE CURIOSO OBSERVARE: Si no eres un tonto, bien has de saber de viejo que el Amor no es más que tontería. Tonterías de mayor o menor intensidad, pero siempre deliciosas tonterías, que al calor de una mano cariñosa o al mohín gracioso de una boca que promete un beso, forjan promesas y propósitos, que al cumplirse llenan toda una vida.

Desdichados son aquellos que no han conocido el Amor; aún ignoran el supremo destino de la vida; aún son incapaces de comprender la naturaleza del amorfo Dios que está en la Naturaleza.

Nosotros conocemos el Amor y por lo tanto padecemos sus deliciosas tonterías; buena prueba de ella son esas fotografías que ahora pasarás a observar y para las cuales te pedimos que tengas la benevolencia de pensar, que si a ti nada te dicen, a nosotros en cambio nos será grato mirar en un mañana, cuando nuestros sueños de hoy sean realidad de labor común y de serena vida ….

Estas líneas, las mías, son solo una ligera aproximación a la trayectoria vital de un hombre polifacético que al final de sus días se ganaba el sustento en el comercio de libros que antes habían alimentado miles de sueños en las pupilas lectoras. Y que antes inculcó a sus pupilos el amor por la Literatura desde su púlpito en el Instituto de Segunda Enseñanza, Preuniversitario después.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

6 Comentarios en “Un acercamiento al hombre que rodaba un dolor llamado Esperanza

  • el 7 diciembre, 2023 a las 11:33 am
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    Recuerdo su impresionante figura, su fuerte pisada sobre la tarima de madera, su potente voz con la que nos presentaba un villano o se convertía en una dulce doncella. Ser alumna de Arnaldo ha sido un privilegio que me ha tocado vivir. Su amor por la literatura y por su enseñanza, hizo que conociéramos cada obra con sus personajes y todos sus matices, un regalo de la Vida. Nunca he podido olvidar la clase sobre el Lazarillo de Tormes cuando sentado, colocaba entre sus gruesas piernas la jarra de vino de la cual bebería el Lazarillo escondido bajo el asiento… era una representación perfecta. El profesor Arnaldo es de esas personas que deja una huella muy fuerte en quienes lo conocieron. Asumió el dolor transformandolo en cariño y responsabilidad. Pocos hay.
    Gracias por recordar a quien paseó humildemente su ingenio empujando una silla de ruedas. Profesor, donde quiera que esté mi cariño y agradecimiento.
    (Fui alumna del Prof. Arnaldo en el Pre Universitario “de la loma” y después en “Atilano”, por los años 1966-67).

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    • el 8 diciembre, 2023 a las 4:10 pm
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      Gracias a usted por la anécdota. Como proclama el título solo se trata de un acercamiento a la figura y la obra pedagógica del profesor Arnaldo. Le agradecería sobremanera si tuviera otras o conociera a quienes fueron sus alumnos en la misma época y quisieran compartir sus vivencias, pues pretendo escribir algo de más fondo. A propósito, ?que fue el Atilano?. Cordial saludo.
      Pudiera escribirme, si no es molestia, a el correo francisdrakenavarro@gmail.com
      Gracias

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  • el 6 diciembre, 2023 a las 9:37 pm
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    Fui alumna del profesor Arnaldo, de fuerte voz y clases de literatura impresionantes. Con este artículo me entero de cuál fue la causa del lamentable estado de su hija. A finales de la década de 1980, una compañera de carrera mía de Sagua la Grande, que si hubiera sido cienfueguera también hubiese sido su alumna, descubrió la vacuna contra la meningitis tipo B, evitando que en lo adelante muchas familias tuvieran que pasar por el calvario que padeció nuestro profesor y su familia.

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    • el 8 diciembre, 2023 a las 4:11 pm
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      Muchas gracias por su comentario.

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  • el 2 diciembre, 2023 a las 6:40 pm
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    Un reconocido profesor cienfueguero, toma vida otra vez, gracias a un excelente periodista, interesado en el renacer de una cultura que debía ser estudiada, en la persona del profe Arnaldo.

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    • el 5 diciembre, 2023 a las 9:37 pm
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      Gracias profesor, usted siempre tan generoso en elogios para con su alumno de 10mo. grado. Un abrazo

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