¿Se urbaniza y decrece la población cubana?

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 31 segundos

Cuba es un país que decrece poblacionalmente, un fenómeno que deja consecuencias negativas en lo económico y en lo social para la nación, en el que mucho tiene que ver la migración interna, dígase entre provincias, municipios, y en lo fundamental desde el campo a las ciudades, y esta última sí tiene un incidencia marcada en la producción de alimentos y en la mantención de una infraestructura agrícola que respalde la supervivencia de la población.

Somos una nación con un bajo número de nacimientos y una cifra alta en la migración internacional, más de 400 mil cubanos han abandonado el país desde septiembre de 2020, datos que ponen las alarmas sobre este particular, por la incidencia que trae en lo demográfico para cualquier sociedad; entiéndase, mujeres en edad fértil, fuerza de trabajo calificada, profesional y obrera, personas en oficios necesarios y vitales, maestros, profesores, médicos, entre otros, que a la postre causarán, y podemos poner la palabra en tiempo presente, daños irreparables para la sociedad.

Según datos de la ONEI, el 56 por ciento de la población cubana habita en centros urbanos; y se ha determinado que la migración del campo a la ciudad resulta, mayoritariamente femenina, alrededor del 17 por ciento de toda la migración interna del país, y que destaca la población activa y reproductiva, lo que trae como consecuencia que un 23 por ciento, cifra de quienes habitan en zonas rurales, resulte la envejecida.

Y aunque en la nación se han trazado estrategias para mitigar este fenómeno negativo, que van desde una política que comprende atender las causas de la migración interna y externa, en función de reducir esos flujos, mitigar el despoblamiento de municipios y zonas rurales y trazar políticas que faciliten la participación en los procesos de desarrollo socioeconómico del país de personas de origen cubano residentes en el exterior, no es suficiente.

En la nación existe una política de atención a la dinámica demográfica y el envejecimiento poblacional, adoptada en 2006, revitalizada en 2011 y recientemente rediseñada, para lo cual se creó una comisión gubernamental, presidida por el primer ministro, Manuel Marrero.

Directivos de la Agricultura en Cienfuegos insisten en que no se está de espaldas al fenómeno de la incidencia negativa en la producción de alimentos, ante la emigración del campo a la ciudad; y que se revitalizan con más fuerzas medidas, como la entrega de tierras en usufructo, con especial atención al sector de jóvenes que se licencian del Servicio Militar Activo, en la mayoría provenientes del sector rural y que optan por esta opción, entre otras, para mitigar las consecuencias; también cuentan con un proyecto para animar a comunidades rurales agropecuarias y otras relacionadas con el sector azucarero.

Pero no resulta suficiente, reitero, la problemática resulta alarmante y precisa de soluciones drásticas y urgentes, por todas las consecuencias negativas que traen para la economía y para la sociedad en general.

En las familias rurales debería incentivarse que los jóvenes estudien carreras relacionadas con su entorno, lo que les permita regresar al campo una vez graduados y fomentar allí la producción de bienes y productos agrícolas, pero no es así, y por el contrario, la mayoría de estos jóvenes permanece en núcleos urbanos una vez que terminan sus estudios universitarios. Sería provechoso hacer un censo para conocer cuántos veterinarios, ingenieros agrónomos y pecuarios, por solo citar un ejemplo, hoy se ganan la vida desde otros oficios mejor remunerados.

Mientras, la nación se debate ante esta situación de urbanización de la población, sin que se aprecie la adopción de medidas que vislumbren una solución que ya es social, demográfica y económica. Mejores pagos de las producciones agrícolas, incentivar con tecnología que humanice la labor en el campo, opciones atrayentes para los jóvenes que optan por permanecer junto a las familias en proyectos productivos rurales, mejoría de las condiciones del transporte, entre otras, deberían rondar las mejoras para atraer a los jóvenes al campo y a la producción agrícola.

“La población migrante cubana, en general, interna y externa, se concentra en edades jóvenes, y aunque emigran personas de todas las edades, la mayoría pertenece al rango de entre 19 y 49 años, grupo etario productivo y reproductivo, con altos niveles de cualificación y esencialmente femenina”, aseveran especialistas del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), y la afirmación contiene la respuesta al fenómeno de decrecimiento y urbanización actual de la población cubana.

Visitas: 96

Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *