Robeisy Ramírez: los 56 kilogramos en oro de Cienfuegos

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En la ciudad de Cienfuegos todo estaba previsto; pero a última hora cambiaron los planes: la familia de Robeisy quería ver la pelea en la CEN, su lugar de origen, un sitio llamado a convertirse en una referencia para el país y lo consiguió –no en lo económico, sino en lo deportivo– por servir de cuna al monarca del boxeo de los 56 kg en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Apenas 22 años y ya son dos sus metales dorados bajo los cinco años.
Fue un combate parejo, tal como se esperaba por la calidad de su rival, el jovencito Shakur Stevenson. Tras salir fajador en el primer asalto, el sureño bajó el ritmo en el segundo y llegaron empatados a 19 puntos. Llegaron al tercer round, el de la verdad, el de la medalla. Y no pudo ser mayor el suspenso hasta el anuncio: el ganador y campeón olímpico, por decisión divida, en la esquina azul, de Cuba…
Entonces explotó la CEN –incluso sin su reactor– y también Cienfuegos. La conga de los Moros Azules quedó de este lado de la bahía; mas pudo sentirse su celebración. El rugido fue atronador, tanto como lo fueron los segundos antes de la alocución, y ahora sigue la fiesta. Por la televisión sonaba la trompeta de Alexander Abreu –también de la Perla del Sur– y por acá se baila con cualquier música: tenemos al campeón de siempre, el querido, el ídolo, el niño consentido con otra medalla de oro.

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Darilys Reyes Sánchez

Licenciada en Periodismo. Graduada en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas en 2009

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