Raúl Cazorla y el arte de la promoción
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Según la investigadora Lecsy Tejeda del Prado, en su trabajo Identidad y crecimiento humano publicado por la Editorial Gente Nueva, La Habana 1999, la promoción sociocultural es entendida “como aquellas estrategias diseñadas con un carácter global, que pretenden trasmitir e instrumentar acciones en los diversos niveles de decisión para facilitar estructuras y canales que garanticen la participación”.
A estos conceptos de Lecsy, agregaríamos que, junto a las herramientas diseñadas para ser un buen promotor, es imprescindible, poseer la intuición, sensibilidad, arte para la comunicación, poder de convencimiento; ser vaso comunicante, sentido de pertenencia, deseos de trabajar y como es lógico, conocimientos.
Raúl Cazorla Pérez, San Fernando de Camarones, 10 de junio de 1950, es, sin dudas, uno de esos promotores culturales que han demostrado a través del tiempo su capacidad para aglutinar y promover, con inteligencia e intuición, con olfato artístico y poniendo en práctica el arte de la comunicación, elemento indispensable para una buena promoción.
Identificado con el mundo artístico, en un pueblo de mucha riqueza cultural, con apenas once años y estudioso de la historia local, ha participado prácticamente en todos los acontecimientos vinculados con la cultura que han tenido lugar en San Fernando de Camarones desde mediados de la década del 1960, hasta la fecha.
Incansable colaborador de Francisco Otero Vázquez, desde la Casa de la Cultura, y organizador después de todos los festivales de la Décima Cantada, a partir del año 1995, como homenaje al que Naborí catalogó: El Lorca Cubano.
En el año 1997 constituye, junto a otros compañeros, el cine club Jorge Villazón, y desde entonces, en coordinación con el Centro Provincial de Cine, auspician el evento cinematográfico que recuerda al actor camaronense.
Cazorla Pérez fungió por más de 30 años como corresponsal voluntario de Radio Reloj, Radio Liberación, Radio Ciudad del Mar y los periódicos Vanguardia y 5 de Septiembre.
Historiador, junto a René Álvarez, fuente nutricia de la que Raúl se alimentó, para dejarnos la impronta de su trabajo, aglutinador y perseverante en la Casa de la Cultura en el poblado más antiguo de la provincia, junto a su colectivo, para que siga ejerciendo, con la experiencia de más de medio siglo y el entusiasmo del primer día, el arte de la promoción. ¡Enhorabuena!
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