¡Qué “divertido” es destruirlo todo!

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Ramón Balboa es actualmente un asentamiento poblacional más feo y deslucido. Dicho así, puede resultar pueril, sin embargo, tan acostumbrados están sus habitantes al vandalismo y al irrespeto de los bienes públicos y del Estado, que poco a poco dichos adjetivos lo describen casi por antonomasia.

¿Quién fue la víctima esta vez? Un cartel perteneciente al Grupo Empresarial Ganadero (Gegan) de la Empresa de Silos de Cienfuegos, ubicado justo en la entrada del pueblo, a solo unos pocos kilómetros de la cabecera municipal de Cruces.

¿Molestaba allí? ¿Incomodaba a alguien sus colores, su material blanco o su escueta promoción de la pequeña industria que se halla en el corazón de esa comunidad? Nadie lo sabe y quizás nunca podremos saberlo. Lo único que sí conocemos es que este “casito aislado” —que una y otra vez se reitera en la provincia de Cienfuegos—, viene a engordar el listado de los actos funestos de violencia social y comunitaria, muy cotidianos en las áreas rurales.

Mucho se ha criticado el vandalismo en las urbes debido a que ocurre frente a las narices de todos, con énfasis en el horario nocturno. Pero poco se destaca su presencia en el campo, donde hay menos ojos cuidadores y, decididamente, menor sentido de pertenencia hacia estos bienes.

Detalle ampliado del cartel objeto de ensañamiento. /Foto: del autor

Frente al cartel destrozado existe una bodega, y en el costado, un organopónico, en los cuales, durante la noche, deben tener un custodio que los resguarde del hurto y los malhechores. Al parecer nadie vio nada (como siempre), y si ocurrió durante el día, los vecinos y transeúntes de la portada de “Balboa” se hicieron los de la vista gorda. Sin dudas es más fácil, pero más bochornoso.

De acuerdo con las leyes sobre la criminalidad que existen en nuestro país, el vandalismo es un delito que acontece cuando una persona destruye o profana los bienes de otra persona o de los espacios públicos, incurriendo en faltas graves de acuerdo al lugar donde se ejecutan.

¿Habrán sido niños, adolescentes, jóvenes, quienes con total alevosía arremetieron contra ese bien común estatal? Quién sabe si bajo el tono de un jueguito a tirar piedras, legitimaron la violencia del “machito” más fuerte contra el cartel. ¿Les habrá reportado placer? El mismo placer que les provoca a los niños cubanos hoy día jugar Mini Militia en sus celulares; matando y rompiendo a diestra y siniestra.

Según el experto colombiano en Neurociencias, Cristian Iván Giraldo León, el placer que produce ser violento a nivel cerebral es moldeado, a menudo por el contexto social y cultural. “Aprendemos que el seguimiento de las normas y el buen comportamiento permite nuestra adaptación y aceptación; sin embargo, aquello que está en contra del orden, el buen gusto y el conducto regular de las cosas pueden implicar diversión y satisfacción.”

Ese pensamiento infausto, por desgracia, es el que se ha generalizado hoy día, patentizado tristemente no solo en videojuegos, sino también en videoclips, redes sociales, filmes, teleseries y otros elementos, los cuales se desdoblan y los individuos que los consumen aterrizan la ficción en el contexto social real.

Amparados en aquello de que “el agresivo nace, mientras que el violento se hace”, Cuba y el mundo se enfrenta en la actualidad a la “creación seriada” de ciudadanos menos reflexivos y más inclinados a quitarse el supuesto “estrés del día a día” versus otras personas, animales, o en el “menor” de los casos contra objetos inanimados.

Si usted va de visita a Ramón Balboa, hoy ni siquiera verá el mencionado cartel desgarrado que ilustra la portada de este trabajo. Desapareció totalmente; solo apreciará pequeños despojos entre la hierba de lo que un día fue —además— elemento estético atrayente en la entrada de una comunidad periférica.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

2 Comentarios en “¡Qué “divertido” es destruirlo todo!

  • el 28 mayo, 2022 a las 7:47 pm
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    Tristemente es así!!! Y lo peor es que no parece interesarle a nadie, incluso ni a los dolientes.

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    • el 7 junio, 2022 a las 3:51 pm
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      Incluso, si a algún lector le parece poco, hay otro ejemplo colindante: el techo de la parada, a la que se le usurpó totalmente el fibrocén de su cubierta.
      En estos días de intensas lluvias, los balboenses nos ensopamos por no tener un espacio donde guarecernos, en ese punto.

      Respuesta

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