Néstor, Michel, París y el futuro
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Durante el recibimiento de los cienfuegueros que nos representaron en los Juegos Paralímpicos París 2024, pudimos conversar brevemente con Néstor Pérez Menéndez y su discípulo Michel Ernesto Suárez Walker, quien finalizó séptimo en la división de los 70 kilogramos del parataekwondo.
El ajetreo lógico de ese tipo de acogidas nos impidió extender el diálogo, por lo que jornadas después ambos accedieron a un nuevo encuentro con este reportero, para ofrecer detalles de lo vivido en esa importante cita.
El prometedor joven no niega que deseaba más, pero también confiesa sentirse muy contento.
“Fueron mis primeros Juegos Paralímpicos y de verdad fue una experiencia inolvidable, tanto desde el punto de vista deportivo como personal, pues verdaderamente París es una ciudad deslumbrante.
“Pensé que podía avanzar más, sobre todo luego de ese primer combate bien cerrado en el que logré imponerme. Deseaba al menos entrar en la lucha por las medallas, pero no pudo ser. Sé que después del bronce en el Campeonato Mundial había expectativas y muchos apostaban por un mejor desempeño, pero en realidad este fue un evento más difícil, con un nivel superior. Estaban todas las principales figuras, porque son los Juegos Paralímpicos y todos desean imponerse”.

Néstor Pérez, entrenador principal de la escuadra cubana, “sale al rescate” de su pupilo.
“Ya hemos dicho en anteriores declaraciones que el equipo se comportó según lo previsto, porque somos conscientes de sus potencialidades y de la calidad que enfrentarían en París. Pero en el caso de Michel, sin ánimo de buscar justificaciones, hay que decir que sufrió una lesión en el femoral que lo alejó de su forma óptima. Logramos recuperarlo, y seis días antes de partir hacia la capital francesa volvió a lastimarse, durante un control interno. Hubo que trabajar fuerte, incluso desde el punto de vista psicológico, para que perdiera el temor a utilizar la pierna derecha. En la preparación previa al evento contábamos con un atleta cubano que hacía los ‘sparring’ con él, pero ya en París tuve que asumir yo ese rol, hasta que pudimos ‘topar’ con el representante costarricense de los 80 kilos, que aceptó realizar dos combates. En el primero de ellos Michel se veía con muchas dudas, ya en el segundo se ‘soltó’ un poco, pero nunca logró la total confianza. Además, la propia lesión le afectó en el físico, y eso también atentó contra un mejor resultado.
Precisamente a la escasa participación de los cubanos en torneos de primer nivel se refiere el técnico.
“Después de lograr la clasificación para París se efectuaron cinco competencias, tres en Europa, una en Asia y otra en América. Y ni siquiera a la de nuestro continente pudimos asistir, por las habituales limitantes de presupuesto para los boletos y la estadía. El resto de los principales competidores aprovecharon esa oportunidad para perfeccionar detalles de cara a la justa.
“Por otra lado, toda la preparación la ejecutamos con un peto electrónico diferente al que se utilizó allí y que está extendido por el planeta. Sus puntos de contacto son distintos, lo que obliga incluso a moldear la técnica del golpeo, algo que no se consigue en pocos días. En resumen, estamos satisfechos con la actuación de nuestros tres atletas, aunque claro que queríamos más”.
Pasada la página, atleta y entrenador ya se preparan para próximos retos.
“El año que viene es el Campeonato Mundial, y mi aspiración es mejorar la medalla de bronce”, dice Michel.

Por su parte, Néstor confía en un resultado superior de todo el plantel. “La primera buena nueva es que vamos a concentrarnos desde el mismo mes de enero, lo que permitirá diseñar un plan de preparación más riguroso. Pensamos asistir, además de con los tres que hicieron el grado a París, con otros que ya han logrado preseas panamericanas, y con nuevos ingresos que muestran avances. Dirigir el seleccionado nacional es complicado, pues se hace muy difícil la captación de figuras, ya que desde hace unos tres años no se celebran los eventos nacionales. No todos son como Michel, que desde niño practica el parataekwondo. Los atletas llegan entonces con muchas deficiencias, incluso con desconocimiento de la disciplina. En ocasiones los aceptamos porque tenemos que completar el equipo”.
A la pregunta de ¿cómo es la relación Néstor-Michel?, ambos responden primero con una mirada recíproca y sonrisas de confabulación, reacción que entiendo al vuelo pues conozco hasta dónde llega la exigencia del entrenador.
“Somos uno solo”, reconoce el muchacho. “Tiene que ser así, un complemento perfecto –agrega el profesor. Algo como padre e hijo, hermanos, amigos. Llevamos varios años juntos en esta aventura y eso te convierte en un familiar más. Trabajar con deportistas con discapacidad es un doble reto, pues lógicamente necesitan más apoyo, dedicación, paciencia. Eso no significa para nada lástima ni paños tibios (vuelven las risas). Él es consciente de que los grandes logros se consiguen sólo tras grandes sacrificios, y conmigo el entrenamiento diario es sagrado. Acabamos de llegar y lo voy a dejar descansar unos días, pero pronto ya estaremos en acción”.
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