Mipymes y la suerte echada

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Las Mipymes surgieron en Cuba a partir de la necesidad de regular un tipo de sujeto económico que no existía en la práctica, y por primera vez en el ordenamiento jurídico apareció un actor que responde a diferentes formas de propiedad (privada, estatal y mixta).

El Decreto-Ley número 46, publicado en la Gaceta Oficial, establece que son unidades económicas con personalidad jurídica, poseen dimensiones y características propias y tienen como objeto desarrollar la producción de bienes y la prestación de servicios que satisfagan necesidades de la sociedad.

Hasta ahí todo está claro y hasta motiva la esperanza. Pero, ¿Qué han significado hasta ahora? No creo que mucho, aunque no he investigado a fondo. Salvo excepciones, la mayoría aún no logran tener una influencia notable en la economía, como se esperaba y resulta muy necesario.

EL presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, afirmó que “entre todos construiremos el mejor país que nos merecemos”. El Jefe de Estado ha apoyado las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), al ser parte de las acciones que el Gobierno implementa con el fin de perfeccionar la economía y ampliar los actores que participan en ella.

Infiero que la demora en “despegar” de esa forma de gestión resulta nefasto para la materialización de los objetivos económicos del país, pues aunque la empresa estatal socialista será siempre el eslabón fundamental, se requiere de manera urgente la contribución de todos las formas de gestión para avanzar, consolidar y “salir del bache” en el cual hemos caído en los últimos años por diversos factores conocidos.

Algunos pobladores, asiduos a la lectura de materiales periodísticos, me han contado de Mipymes que se han dedicado a vender a un precio superior al de la compra determinados productos, sin elaboración, ni producción, ni nada. Y no olvidemos el proverbio: “Árbol que nace torcido…”.

Estoy lejos de ser un especialista en términos económicos, pero una especie de “atrevimiento” me motiva a abordar determinados temas, y este es uno de ellos.

En tal sentido, confieso que comienza a preocuparme el elevado número de Mipymes aprobadas por el Ministerio de Economía y Planificación (MEP). El último dato en mi poder es que al cerrar el año sumaban 6 mil 273 micro, pequeñas y medianas empresas. ¿No serán muchas? ¿Cómo podrá ejercerse el control sobre ellas?

De ellas, 6 mil 138 son privadas y el resto estatales. Hay que tener en cuenta, además, a 60 cooperativas no agropecuarias.

En Cienfuegos están aprobadas 130 (un 50 por ciento se dedica a la producción de alimentos; algo loable). Las Mipymes han posibilitado crear más de mil 200 empleos. Pero eso no lo es todo.

Los especialistas consideran que persisten no pocos retos y preocupaciones por el funcionamiento.

¿ESTALES O PRIVADAS?

A nivel de país —en el territorio cienfueguero también— existe un notable desbalance entre las de carácter privado y el estatal, como se ha apreciado en este texto.

¿A qué responde ese comportamiento?

Andrés Martínez Ravelo, experimentado economista cienfueguero, plantea al respecto: “Sobre la diferencia numérica entre las estatales y privadas, no quisiera pecar de absolutista, pero me atrevo a decir que son varias las causas.

“Las que yo identifico son las siguientes: la posibilidad y obligatoriedad que existe para convertir en Mipymes a los trabajadores por cuenta propia (más de 23 mil en Cienfuegos); la restructuración efectuada en el sector estatal de manera reiterada; la ineficiencia de empresas estatales, en la que no se cierran ciclos productivos; la corta visión de algunos directivos y la falta de preparación de ellos; la tendencia a mantener la centralización absoluta, y otros factores que atan la fuerza laboral”.

Es difícil entonces, mirarse en ese espejo para reproducir la imagen.

El Máster Oscar Luis Hung Pentón, presidente de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (ANEC), opinó: “En primer lugar hay un número importante de Mipymes que son reconversión de negocios anteriores y otro grupo, a mi juicio, que aunque no  clasifica como reconversión, se ha desprendido de negocios privados y cooperativas, pasando de la forma cooperativa a la privada.

“También no es menos cierto que muchas se financian con dinero proveniente de remesas del exterior y apuestan por negocios familiares. En el caso del sector estatal no siempre la empresa está dispuesta a ceder un área altamente productiva, un buen taller o una actividad lucrativa que en alguna medida disminuya sus ingresos directos.

“Y también sucede porque trabajar en el sector empresarial estatal es una garantía de salario para quienes allí laboran y no siempre sus directivos están dispuestos a asumir riesgos en una nueva forma de gestión. De cualquier forma, es algo a promover y soy de los que piensa que la situación debe transformarse con un saldo más favorable a la apertura de las estatales”.

Cierto es que las Mipymes llegaron para quedarse, pero hay que “gardearlas”, como en un juego de baloncesto.

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Ramón Barreras Ferrán

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos.

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