Memorias de la especulación

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De que los revendedores no son una plaga moderna, ni novedosas las medidas para combatirlos, da fe una referencia de hace 171 años sobre su modus operandi y las acciones emprendidas contra ellos en la Villa de Cienfuegos.

Concluía el año de 1850 en una comunidad donde la carencia de víveres se hacía sentir con fuerza y —¡vaya coincidencias de la historia!— los estragos ocasionados por una epidemia de cólera figuraban como una de las causas de las dificultades que agobiaban a la economía local.

Fue este el panorama que encontró el recién nombrado gobernador de la comarca, el coronel D. Pantaleón López de Ayllón, quien tomó posesión de su cargo el 27 de diciembre de ese año aciago para Cienfuegos.

Y si vamos a juzgar la gravedad de una situación por la rapidez con que las autoridades se pronuncian sobre ella, bien comprometida debió ser la provocada por la especulación con productos de primera necesidad, al punto de que apenas cinco días después de su nombramiento, el alto funcionario emitiera una disposición sobre los revendedores de la Plaza del Mercado. La lectura contemporánea que puede hacerse de ese decreto, no puede menos que sorprendernos.

El edicto comenzaba denunciando cómo “… artículos del consumo público los expenden al vecindario a precios más altos de los que en rigor deben tener”. Y continuaba exponiendo otras irregularidades: “…en algunas de las casillas ( ) no existen las tablillas en que conste la porción que de aquellos renglones ha de darse, todo lo cual ocasiona grandes perjuicios al pueblo…”.

Curiosa resulta la acotación que se hace a renglón seguido para identificar, dentro de ese concepto de pueblo, al sector más golpeado por un abuso que afectaba con más trascendencia “…a la clase proletaria”, una definición que hoy pudiera asociarse a la población de menos ingresos, a los más vulnerables.

Entre las irregularidades incluidas en la moción, hay otra que vuelve a sorprender por la similitud —se diría más bien que por el calco— de artimañas que los cienfuegueros han denunciado en algún momento y sobre las que también han accionado las autoridades, al prevenir como “…ningún revendedor, sea de día o de noche, se ocupe de monopolizar en la Calzada de Dolores ni caminos inmediatos a la Villa, con los abastecedores que se dirigen al mercado para expender sus efectos…”.

Las medidas para la contención de esos excesos iban desde prohibir “… la introducción de revendedores en la plaza y su ejercicio en cualquier otro punto de la población hasta las 8 de la mañana, a cuya hora podrán abrir sus puestos para que surtan los consumidores que no lo hayan hecho antes…”, hasta exigir a los cortadores que fijaran “… en sus casillas con un día de anticipación y semanalmente la porción de carne que puedan dar por un real sencillo”.

Quienes infringieran tales disposiciones quedaban expuestos a multas de hasta ocho pesos, que para la época representaba una erogación considerable.

En cuanto al control de lo establecido, el gobernador se proyectaba igual de estricto al exigir a sus subordinados darle cuenta diariamente del cumplimiento de lo dispuesto, a expensas de otras consideraciones que “… este funcionario determine acerca de pesos, medidas y calidad de dichos artículos”.

Según trasciende de las memorias de la época, aquella disposición oficial fue, además de bienvenida, evaluada de beneficiosa en un contexto en que la especulación y los especuladores hacían más difícil la vida de sus conciudadanos, ya de por sí agobiados por las contingencias naturales y epidemiológicas.

Provoca la imaginación pensar qué diría el coronel D. Pantaleón López de Ayllón, gobernador de la Villa de Cienfuegos, si hoy recorriera ciertas tarimas de nuestra ciudad y viera cómo en ellas se comercializan algunos “artículos de consumo público” como aquellos a los que él hiciera referencia 171 años atrás.

Fuente: Rousseau, Pablo L. y Pablo Díaz de Villegas Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos (1819-1919). Establecimiento Tipográfico El Siglo. La Habana, 1920, pp.109 – 110

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Omar George Carpi

Periodista del Telecentro Perlavisión.

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