Marta Valdés, nunca adiós y siempre gracias
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Nunca adiós y siempre gracias le damos a una mujer que iluminó la música cubana desde sus canciones. Marta infinita, no te empeñes más en inventar una razón para marcharte, cuando supiste encontrar la inmortalidad desde temas que son antológicos y siempre renovados. Tal vez tu existencia terrenal hoy nos deje, en lo inevitable de un final, pero tu esencia quedó escrita entre acordes y letras de canciones que nos han acompañado a muchos, que han sido refugio y sosiego, aún más en tiempos en los que tanto necesitamos de buena música, como esa que nos regalaste, desde la frescura, sensibilidad exquisita y elegancia de tu ser.
Marta Valdés tuvo una vida junto a la música, sus primeros encuentros con la guitarra, su fiel e inseparable compañera, fueron con apenas 11 años de edad. Comenzó su carrera profesional como músico en 1955, con el tema Palabras, (que escucho mientras escribo estas líneas, porque la mejor manera de homenajear a un compositor es mantener vivo su legado). Pero yo no sospechaba, al descubrir muy joven la calidad de la obra de Marta Valdés, que estudió Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Tal vez esa dualidad fue la que le permitió llevar su columna Palabras, en la publicación digital Cubadebate, entre los años 2009 y 2013.
Al respecto, en el libro que tomó el nombre de la mencionada columna y compiló muchos de sus textos, Rosa Miriam Elizalde escribió las siguientes frases, perfectas para describir a Marta: “La columna, que comenzó a publicarse en el ciberespacio cubano el domingo 8 de noviembre de 2009 (..), es una pieza rara en el mundo de la crítica musical: una de las más grandes creadoras del siglo XX y comienzos del XXl escribe con trazos maestros de aquello que ya nadie puede dar fe como ella misma…” (…) “Con ella van los signos de una Cuba que ha paseado su vida por la música de generación en generación, pero va también la retadora grandeza del creador”.
Por suerte Marta nos legó su sabiduría en estos textos, que considero una bendición poder leer. Fue su manera de acercarnos a sus vivencias, a esas grandes figuras con las que tuvo la inmensa suerte de compartir en el ámbito musical cubano e incluso a músicos de provincia, tan talentosos e incomprensiblemente desconocidos, como el cienfueguero Felito Molina, de quien hace un retrato de su personalidad y talento de impresionante exactitud, que posee hoy un valor indiscutible para los estudiosos de la música sureña.
Marta fue un referente indiscutible del movimiento del filin en su segunda generación. Trabajó varios géneros como boleros, sones, criollas, habaneras; también escribió música para teatro y televisión. Sus canciones son de exquisito y hasta sublime acabado estético y factura tanto musical como literaria. Entre los intérpretes que le cantaron se encuentran Vicentico Valdés, Bola de Nieve, Elena Burke, Omara Portuondo, Cheo Feliciano, Fernándo Álvarez, Martirio, Miriam Ramos, Pablo Milanés, Gema Corredera, Haydeé Milanés, entre tantos otros que han hecho que el brillo de su música gane cada vez más seguidores tanto en nuestra isla como fuera, donde supo también alcanzar un prestigio, que es indudable.
Recibió los premios Pablo, del Centro Pablo de la Torriente Brau, Cubadisco, Maestro de Juventudes, de la Asociación Hermanos Saíz y el Premio Nacional de Música, en 2007. Fue miembro fundadora de la UNEAC, recibió las distinciones por la Cultura Nacional y Félix Elmuza, la medalla Raúl Gómez García y las órdenes Alejo Carpentier y Félix Varela de Primer Grado, también la réplica del Machete de Máximo Gómez.
Para recordarla sigo escuchando sus temas. Hay noticias que son inexplicables, que “Tú no sospechas”, pero “En la imaginación” aunque Marta entone “Deja que siga sola”, no será posible porque siempre lo hará con su guitarra, su música y la inmensa admiración de todos los que hoy disfrutamos su legado. Por eso, aún sin entender los misterios que encierra una partida, quisiera terminar de escribir estas, mis “Palabras” como reza en su tema “Canción fácil”:
Llegó sin saludar como quien tiene que llegar, aprovechó la canción y se puso a cantar. Pintó sobre el cristal una palabra sin final, aproveché la ventana y me puse a mirar. Dejó todos los recuerdos sin acabar, todos los misterios sin explicar, todas las preguntas sin contestar… Se fue sin avisar como quien tiene que pasar, aproveché la neblina del puente y me fui con él… aproveché la neblina del puente y me fui, aproveché la neblina del puente, aproveché la neblina, aproveché…
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