Leer es básico para todo, también para la ortografía

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No es tan solo la educación cubana una de las conquistas fundamentales de nuestro país; sino además, punto de referencia, elogio para la inteligencia a escala planetaria. Lo reconocen la Unesco y muchos organismos internacionales.

Los maestros o profesores de la clase de Español/Literatura de las diversas enseñanzas han contribuido sobremanera a impulsar la calidad ortográfica de los educandos.

Sin embargo, en sentido general, la ortografía de los estudiantes (e igual, de buena parte del pueblo cubano) dista de ser óptima; ni siquiera buena.

Disímiles elementos influyen en ello y van desde películas o series descargadas de Internet con subtítulos donde se pierden acentuaciones o la h de las formas compuestas, entre infinidad de errores (bastantes de estas exhibidas así mismo en la televisión nacional sin el mínimo sonrojo) o centenares de carteles mal escritos situados por cualquier parte, hasta la causa esencial del asunto: la ausencia de la necesaria e imprescindible lectura en la era de los sms llenos de cortos neologismos, que siembran de hijos ¿bastardos? un ¿nuevo orden de la lógica lingüística?

Lo visto en determinados escritos de los alumnos pone en foco rojo la alarma. ¿Por qué? se preguntará cualquiera, si somos el pueblo más culto e instruido de Latinoamérica; si el Estado procura enseñar justo desde 1959.

La respuesta es porque no se lee, bien poco en los originales impresos, y no tanto como se debiera en las versiones digitales, según indican estadísticas que confirman que solo un tres por ciento de quienes entran a la red lee libros en pantalla. Diez manuales de reglas ortográficas aprendidos de carretilla no aportarán lo que leerse un solo libro, sea del tema cual fuere.

Leer deviene elemental no solo para el tema aludido, sino para la adquisición de cultura. Sin lectura no hay cultura, no es estribillo. “El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor”, para decirlo mediante la voz conjunta de Umberto Eco y Jean Claude Carrière en su texto Nadie acabará con los libros.

A nuestro modo de ver nadie acabará con los estos, sí, pero en el mundo del mañana ¿del hoy ya? serán solo para una élite de amantes inclaudicables de la literatura. Ni esos, ni los escritores, van a desaparecer jamás. Como sí se esfumó la buena ortografía.

De Cuba hablamos, pero si descendemos al subcontinente el panorama es caótico, e incluso hasta pinta bien mal en la propia España, donde allá, en la vieja Castilla, surgiera este bello, ordenado y rico idioma nuestro.

Todo pasa por la lacerante falta de lectura que perjudica demasiado en estos tiempos de móviles, redes y tanta, tanta prisa.

* La autora es directora de Ediciones Mecenas.

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