Las apasionadas historias de Beatriz en instantáneas

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En los últimos años la fotografía artística en Cienfuegos ha sido preferentemente consumada por las féminas;que aunque todavía nos deben el gran salto, han apostado con mayor lucidez por esta expresión que concierta el arte y la técnica, al tiempo que transparenta la visión del creador desde las potencialidades de la iconicidad. Bárbara Beatriz Torres Milián, joven inquieta que transita por una fase de precisiones, en la búsqueda de su identidad fabulatoria, es una de las cazadoras de imágenes que mejor avanzan hacia la cosecha de un estilo, probando en estéticas y relatos que forman parte de la tradición de esta disciplina en Cienfuegos; especialmente los reservorios de Ángel de Jesús Peña Montalván (1961) y Omar García Valenti (1963). Su primera muestra personal, Historias, nos constata las claves de esas posibilidades y sus inclinaciones muchas, ora por un tipo de fotografía subjetivizada, que intenta recoger la poética de la cotidianidad, usualmente en sepia, ora por aquella que expresa las percepciones de la fotógrafa dentro de un rango de esteticidades, en los que señorea el color. Justo, estos pareos nos hacen sospechar que aún no ha definido una marca, pero va en camino de ello.

Bárbara Beatriz es una de las cazadoras de imágenes que mejor avanzan hacia la cosecha de un estilo.

Historias, que podemos disfrutar en la Sala de las Artes del Museo Histórico Provincial de Cienfuegos, es todo un catálogo que deja buen sabor. Bárbara Beatriz nos presenta trece instantáneas que acusan su sensibilidad, el bajel de cualquier hacedor de las artes, y cierta experticia en el recurso de la técnica, si bien urge de mayor control en las intensidades lumínicas y arrojo composicional, lo que seguramente irá resolviendo con el paso del tiempo. Los temas, igual,constatan la poliédrica de esa búsqueda: los motivos marinos, arquitectónicos, antropológicos, ecológicos, sociales, etc., trasluciendo las muchas tipologías de la disciplina fotográfica; aunque los mayores impactos suceden en aquellas donde es nula la manipulación y pose, donde la realidad es más intensa que la realidad misma (Bacon), tal como se percibe en la instantánea Abandono, donde se crea una conexión polisémica entre el sujeto fáunico (el can desamparado) y el objeto de transporte a sus espaldas (un ómnibus estropeado), aportándose cierto espíritu crítico desde la positura de resignificación.

Los temas constatan la poliédrica de sus búsquedas: los motivos marinos, arquitectónicos, antropológicos, ecológicos, sociales, etc.

Claramente, Bárbara Beatriz devela sus capacidades para abordar la fotografía Life style (género de moda en 2023), que insiste en captar escenas de la vida de un modo natural, distante de los artificios de la fotografía clásica. Y no es que resulten indiferentes sus acercamientos lúdicos, a la manera de A través de…, donde experimenta con el desenfoque para subrayar el sujeto en primer plano (lo cual requiere de ciertas cogniciones y prácticas en el uso del lente y la profundidad de campo), aunque la calidad de aquel y su uso le acerca más al bokeh (atributo intencionado y estético del efecto de desenfoque) que al simple acto de combinar cámara y objeto; del mismo modo, los interencuadres en los que acude a los conceptualismos desde el diseño visual (Fotografía dentro de la fotografía, en este caso). Esta vertiente es menos pródiga en la muestra y tiene mayores posibilidades para agotarse. En mi opinión, la hacedora debiera insistir en el descubrimiento de los entornos desde la espontaneidad y evitar la tendencia a concebir puestas en escena e iluminación esmeradas (imágenes escenificadas). Su talento se delata mayor en el cotejo de la ternura femenil y la polisemia, que hace visible lo esencial.

Historias se emplaza dentro de un campo fabulatorio sin estridencias y eso es una virtud. La artista, premiada en el segundo concurso local de fotografía Lente Patrimonial, ha develado en su envite curatorial la pluralidad de formulados, aunque padece de algunas dilogías en los modos de agrupar los grupos topiculares y discursivos, las alternancias cromáticas y de valores, probablemente en la búsqueda de cierto ritmo escénico. A veces olvidamos que la curaduría no se reduce al ejercicio de la puesta visual, sino también a la producción de sentidos. Es necesario que las obras dialoguen en el espacio e intencionar (y controlar)el recorrido y lectura de los públicos.

Abandono (a la izquierda) aporta cierto espíritu crítico desde la positura de la resignificación.

Bárbara Beatriz ha dado un paso importante en su quehacer como fotógrafa, develando que la simplicidad (entiéndase el minimalismo como estructura e icono) es un atributo que permite llegar a lo profundo de la manera más sintética y emocional. Esperemos que en su andar resguarde el vigor de la fotografía para activar la conciencia pública sobre la belleza, que sus historias promuevan aquella pasión que hizo aseverar a Picasso: “He descubierto a la fotografía. Ahora puedo matarme. No tengo nada más que aprender”.

La calidad del desenfoque y su uso en A través de… le acerca al bokeh.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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