La Venus Negra, la Dama Azul, y nuestra Bahía

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La Bahía de Jagua, espacio de intensas transformaciones en su entorno terrestre, mantiene intacta la paisajística como muestra perseverante de la naturaleza, y más aun, de los pobladores que desde antaño concibieron el desarrollo sin dañar la esencia de la ciudad marinera. A grandes rasgos, bahía de bolsa, 88 kilómetros cuadrados de mar con excelente puerto, y una visual que resalta y respalda la toponimia de “Perla del Sur”.

Junto a la bahía, la riqueza de creencias y mitos de los primeros pobladores y la evolución histórica, fueron entrelazando una comunión de leyendas aborígenes e hispanas, vivas aun por suerte, que enriquecen la historia y prevalecen como  expresiones de nuestra identidad. ¿Cómo entrelazar la inmaterialidad a lo más concreto del valor patrimonial, salvarlas del deterioro del tiempo y socializarlas en sus expresiones más auténticas?

Foto: De la autora

Dos monumentos se encuentran enclavados en las costas de nuestra provincia, empeñados en desafiar no solo el tiempo, sino las amenazas  del entorno marinero. Prevalecen, fijados al ambiente, victoriosos  de sistemáticas tempestades, salitre y otros golpes no tan naturales. Con fecha 31 de agosto 1987, el Museo Histórico Naval, antiguo Distrito Sur, alcanza la categoría de Monumento Nacional; y el 10 de octubre de 1978, logra esta condición la Fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua. Ambos, ejemplo de arquitectura  de las construcciones militares, y con excelentes fondos patrimoniales que refuerzan sus valores.

Y en ellos, las expresiones inmateriales de leyendas asociadas al mar: La Venus Negra y la Dama Azul. Parece un rejuego de palabras cromáticas, pero en esencia, simplifican la prevalencia de estos mitos hasta la actualidad. Las recopilaciones de Adrián del Valle, permitieron llevar a textos estas expresiones del patrimonio inmaterial, vinculados a la oralidad, que de forma atrayente constituyen una parte inseparable de estos monumentos.

De  “Cayo Loco”, aseguran que debe su nombre a su condición visual, pues,   según la altura del mar, aparecía o desaparecía de la bahía. Desde  este sitio se prosigue anunciando cada año la presencia de la Venus Negra, una atractiva mujer  que protegía  su cuerpo con solo los componentes de la naturaleza marina, y que, sin la posibilidad de hablar, se asemejaba más bien a un elemento del entorno. Su presencia semisalvaje, cautivó a los colonos, hasta el intento de tomarla como ayuda doméstica. Imposible de adaptarse, fue de regreso al cayo, y así, fue vista muchos años después, ya con el maltrato inevitable del tiempo. La leyenda aun conserva esa frescura de antaño, donde se asegura que en las noches sin luna y con lluvia, se le ve deambular, nuevamente, por este sitio, sanadora de males y enfermedades. El Museo Histórico Naval, ha logrado revivir la estampa de este misterio y es uno de sus atractivos del patrimonio inmaterial.

La Dama Azul, por su parte, es un componente inseparable de la Fortaleza Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua. La oralidad se manifiesta en  un mito vinculado estrechamente con el mar y esta fortificación, donde se asegura que un ave llegaba en las noches, a manera de anuncio con su desproporcionado canto, hasta los muros de donde emergía la silueta fantasmal de una dama. El atrevimiento de un joven alférez, por acercarse, le costó perder el juicio definitivamente, envolviendo en un misterio lo que sucedió esa fatídica noche. La afirmación —con intentos convincentes de los pobladores del Castillo o visitantes— de la presencia de la Dama Azul, ha revitalizado y reafirmado esta leyenda, lo que favorece su continuidad como expresión inmaterial de la zona.

Ambos museos representan un ejemplo de protección y socialización  de estas leyendas, y lo más interesante, es que en eventos vinculados con fechas representativas, la “aparición” de estas figuras como atractivo cultural, vinculadas al contexto, ejerce un llamativo recurso para incentivar la apreciación de estas expresiones, y vincularlas con  la propuesta museológica en general.

Una adecuada representación de estas es el punto clave para hacer tangibles la leyendas, y mantenerlas asociadas a los sitios de su origen, ahora museos.

Quizás porque Cienfuegos, con su permanente vínculo con el mar, tiene el poder de preservar todo lo inherente a su bahía, es que los monumentos y su relación con la cultura inmaterial se preservan. Conectar la experiencia de ello, resulta una opción para que los públicos más jóvenes se identifiquen con las  historias que alimentan nuestra identidad.

Foto: De la autora

*Directora de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos, Centro Provincial de Patrimonio, Cienfuegos.

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