La maleza puede ser irreverente, nosotros no
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Acudió a mi memoria el sábado anterior, en horas tempranas, al regresar del habitual recorrido por la feria de la Calzada de Dolores, una publicación que hace unas semanas leí en este mismo semanario, la cual describía un acto vandálico cometido a un monumento del Prado cienfueguero.
Allá por el año 1989 cursé mis estudios de la Secundaria Básica en el centro escolar Nguyen Van Troi. Por tal motivo la geografía de los alrededores no me resulta ajena.
En calle 59, entre las avenidas 6 NE y 8 NE, de esta ciudad, se encuentra una construcción recordatoria, compuesta específicamente por un busto de José Martí; y unos metros detrás, desde lo alto, una valla lumínica -al menos lo fue- de estructura oval, la cual muestra una representación del yate Granma. Indagando con los vecinos, tal estructura lleva emplazada allí hace más de 40 años. Desde mi inexperta opinión en materia artística, interpreté que dicha composición representaba la continuidad ideológica del Héroe Nacional por los jóvenes del Centenario.
La instantánea, tomada in situ ilustra inequívocamente el estado deplorable del conjunto, donde la maleza ostenta su protagonismo.
Antes de elegir indignarse, les propongo conocer de otra construcción alegórica, también en zona urbana, en avenida 50, entre las calles O’Donell y Gloria. Otro busto del Apóstol está emplazado en esa cuadra; pero en este caso, los vecinos, con esfuerzo propio lo mantienen en buen estado, entiéndase como tal, limpieza y pintura del sitial histórico.

El acceso a ambas locaciones resulta sencillo por la existencia de aceras cementadas. Entonces, ¿bajo qué argumento se justifica tal diferencia? Nada lo fundamenta. La responsabilidad transita por la estructura gubernamental, enlazada a inversiones, planificación y ejecución de acciones insubsistentes de remozamiento. Las entidades cuyo objeto social es el resguardo de la memoria local y el patrimonio; así como los servicios comunales, completan el equipo de inacción. Esta aseveración es cimentada por entrevistas a los moradores de la cuadra, quienes alegan no recordar la presencia de los organismos antes descritos en interés de preservar el entorno.
Mención aparte merecen la pasividad vecinal, la falta de compromiso hacia el cuidado y protección de los bienes de la comunidad, dígase murales, jardines, memoriales o cualquier otra forma de embellecer nuestras zonas de residencia. Desde el Consejo Popular urge instaurar procederes que favorezcan la impronta y protagonismo de los ciudadanos. Sirva este comentario como aporte al freno necesario ante actitudes contemplativas que socavan los valores cimentados de este pueblo.
Por: Frank Losa Águila / Ms.C. en Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología.
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Excelente trabajo!!! Porque está bueno ya de echarle la culpa a Comunales, y los vecinos, profesores, alumnos, padres de los alumnos, transeúntes… No sienten por su entorno, barrio, escuela? No hay respeto a un símbolo como nuestro Héroe Nacional? Dónde dejamos el cuidado por el ornato y la higiene, en medio de una complicada situación epidemiológica? Bien por Frank y por el 5, por compartir
Amigo Frank, esa desidia, alimenta indirectamente la guerra de símbolos que de manera invisible trata de impedir la construcción del pensamiento propio, Martiano, nacionalista y antimperialista, en respuesta al pensamiento único globalizado.
Es confabular nos con los que buscan homogeneizar las conciencias y someterlas a la pérdida de las identidades, tanto individuales como colectivas, al consumismo, a la falta de libertad, a un programa ideológico que se basa en la dominación y no en la liberación de individuos y pueblos.
Todo el que permita que estas cosas pasen o minimicen estos desmanes, es cómplice de la guerra que se nos hace.
Gracias hermano por tus comentarios.