La cultura: ¿obra de genios o de pueblos?
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La Revolución en el dominio de la cultura es una parte integrante de todo el conjunto de transformaciones que emprendemos hoy en aras de convertir a nuestro pueblo en uno de los más cultos del mundo
Es imposible la construcción de la nueva sociedad sin elevar verticalmente la cultura de las grandes masas populares. Esa sería la respuesta “al peligro de la invasión de la cultura de los poderosos medios de comunicación de la anticultura que representa a las sociedades que nos precedieron”.
La elevación de la cultura de las grandes masas, como ya dijimos, no puede ser obra del deseo o de la voluntad de alguien en particular; ello constituye una necesidad objetiva que está determinada por dos circunstancias esenciales:
- Ninguna sociedad puede prosperar sin el progreso cultural general o desligado del avance de la ciencia y la técnica.
- Para avanzar hacia eslabones superiores es imprescindible la participación activa de los trabajadores en la gestión del Estado y en los asuntos públicos. Para ello es fundamental determinada formación
Ahora bien ¿cómo responder a la interrogante que da título al presente trabajo?
A primera vista parece que la cultura espiritual es fruto del trabajo de un puñado de “genios” y que la humanidad debe a ellos los avances en la ciencia, la literatura, el arte etc.
En efecto, en casi todas las esferas de la creación espiritual podemos contar con varias decenas de nombres tales como: Newton, Lomonósov, y Einsten en Física; Mendeleev y Butlerov en Química; Darwin y Michurin en Biología; Shakespeare y Tolstoi en Literatura; Beethoven y Chaikovski en Música, sin los que resulta difícil, inclusive, imaginarnos la cultura moderna.
Nosotros tenemos en alta estima los méritos de los genios de la cultura, pero al mismo tiempo vemos claramente la inestimable aportación que en este terreno corresponde a las masas populares: al pueblo, a los trabajadores. Ellos son los que sentaron las bases de toda la cultura espiritual de la humanidad y crearon las condiciones para su progreso.
Sabemos, por ejemplo, que la literatura y el arte fueron durante largo tiempo obra exclusiva del pueblo. Poemas épicos, romances, cuentos, leyendas, refranes y canciones, sirvieron de cimientos para la labor de escritores y poetas profesionales. De la misma manera los trabajos de arte popular, las artes aplicadas y la arquitectura popular, sirvieron de base para la ulterior creación de artistas y arquitectos.
El arte popular sigue representando en nuestros tiempos un valor artístico propio y es fuente inagotable de imágenes y recursos representativos, así como de inspiración para escritores y artistas. El arte popular es el que da origen a la forma nacional del arte y de la literatura en cada país.
Son para nosotros motivos de inspiración los sabios que descubren nuevas fuentes de energía y milagrosas vacunas.
Pero no son menos asombrosas las hazañas de las masas populares que en su trabajo diario fueron arrancando a la naturaleza, poco a poco, sus primeros secretos, que aprendieron a obtener el fuego, a cultivar los cereales, a fundir el metal, a perfeccionar los primeros instrumentos de trabajo y reunieron las primeras nociones sobre los objetos y fenómenos que rodean al hombre.
Los debates en eventos y otros trabajos demuestran en realidad que la inteligencia y el talento en nuestro país dejaron para siempre de ser privilegio de unos cuantos; niños, jóvenes, hombres ya sea como repentistas, poetas, escritores, oradores, se abren camino y dejan sus huellas en las esferas más diversas de la vida espiritual.
En fin, ello ha sido posible gracias a la estrategia cultural que no ha sepultado en el anonimato a estos cientos de miles de talentos con los que contamos, que no han dilapidado insensatamente al mejor caudal que la sociedad posee, su inteligencia.
Por: Jesús Fuentes Águila y Margarita Gálvez Cabrera*
*Profesores de la Escuela Provincial del Partido. Ambos son máster en Ciencias.
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