Juan Gualberto Gómez: vida y pasión del patriota periodista

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Decían de Juan Gualberto Gómez que era un hombre de inmensa cultura, orador excelso, de verbo fácil y atrayente, un cubano que colocó la fuerza de sus palabras a disposición de la Patria. Fe de ello dio su fecunda labor periodística, que no cesó sino con su muerte, acaecida el 5 de marzo de 1933.

Sobresaliente entre los periodistas de su tiempo, “se distinguía por la claridad del lenguaje, habilidad en la exposición, serenidad en la polémica, audacia en la idea, vigor en el estilo y cortesía para con el adversario. Manejó lo mismo el ataque incisivo y demoledor que el sarcasmo hiriente y mordaz”, han dicho algunos biógrafos.

No de balde su influjo alumbra hoy las veredas por donde transita el mejor periodismo que se ejerce en Cuba, uno de cuyos principales galardones se honra con el nombre del patriota.

De inteligencia y talento sobrados dio muestras desde muy pequeño. Hijo de esclavos, vino libre al mundo el 12 de julio de 1854, en Sabanilla del Encomendador, Matanzas. No solo tuvo la dicha de que sus padres, por la generosidad de su dueña doña Catalina Gómez, pudieran comprarle la libertad antes del nacimiento, sino de que esta propia señora lo apoyara en los estudios. Ello pavimentó el camino que lo llevó a convertirse en el hombre que fue.

Gracias a esa ayuda  pudo viajar a Francia a formarse en el oficio de carrajuero, muy bien pagado en la época. Se estableció en París, donde dedicaba las noches a aprender el idioma de los galos, lo que le permitió matricular en una Ingeniería. Luego, la habilidad de ser bilingüe en francés y español le abrió las puertas a la labor de periodista. En la década de 1870 viajó por México y el Caribe, pero regresó a la Isla tras el Pacto del Zanjón, en 1878.

UN PERIODISMO MILITANTE

Ya en Cuba, Juan Gualberto se volcó al periodismo liberal y abolicionista mientras colaboraba con Márquez Sterling. En 1880, antes de su primer destierro, fundó y dirigió el periódico La Fraternidad, desde el cual fustigó a la esclavitud, la discriminación racial y el colonialismo. También abrió La Igualdad y La República Cubana, labor por la cual fue deportado a Ceuta.

Compartió esta empresa periodística con tareas conspirativas relacionadas con la organización de la conocida como Guerra Chiquita,  hecho que lo vinculó estrechamente a Martí.

De Ceuta Juan Gualberto se trasladó a Madrid, donde vivió una década durante la cual se dio a la tarea de criticar la dominación del hombre por el hombre y todo tipo de opresión desde las páginas de El Abolicionista y La Tribuna. En estas publicaciones brilló como escritor y periodista, ejercicios reconocidos por prestigiosos colegas españoles de la época.

Cuando retornó a su tierra natal, en 1890, hizo circular otra vez a La Fraternidad con la idea de divulgar el ideario separatista que, sostenía, no podía impedirse legalmente. Desde allí atacó al fanatismo político, argumentó sobre la incapacidad de España de mantener a la Mayor de las Antillas como su colonia, luchó por la igualdad de derechos de negros y blancos, y encaró al Autonomismo y a la labor anticubana del diario La Marina. Tan denodado quehacer le ganó el respeto y la admiración del Maestro y de Maceo.

Juan Gualberto consideraba esa acción periodística como un paso preliminar al trabajo revolucionario y por esa vía quería despertar en el país el sentimiento separatista, además de crear condiciones para el reordenamiento de los grupos de independentistas. Tanto el Apóstol como el Titán de Bronce reconocían el desempeño de Juan Gualberto en la prensa y consideraban la tarea de educación patriótica y social que se hacía en La Fraternidad parte insoslayable de la preparación de la guerra necesaria del ’95.

NUEVO ESCENARIO DE LUCHA

Al reinicio de la gesta independentista, el mulato revolucionario sufrió otra vez cárcel y destierro. Regresó a Cuba en 1901 y asumió una participación activa en la Asamblea Constituyente. Desde ese escenario protegió a la independencia de la Isla de la influencia de anexionistas cubanos y extranjeros, mientras se opuso a la Enmienda Platt. “Quién sino Juan Gualberto defendió con más duro coraje, con más denodada inspiración martiana, los derechos de Cuba frente al bofetón que significó La Enmienda Platt?”, escribiría Nicolás Guillén.

El gran estadista continuó sus servicios a la patria como Senador de la República, cargo en el que se mantuvo hasta su deceso. Con su accionar confirmaba las palabras de su entrañable amigo José Martí: “Él quiere a Cuba con aquel amor de vida y muerte, aquella chispa heroica con que la ha de amar en estos días de prueba  quien la ame de veras”.

Los días de prueba vuelven una y otra vez, aunque en distintas circunstancias. Por eso hoy resulta más urgente mirarse en el espejo de ese paradigma de periodista y patriota, en la valía de la obra política, periodística y literaria de quien fue, como él mismo dijera “ante todo y antes que otra cosa, un cubano que nunca dejó de serlo”.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

Un Comentario en “Juan Gualberto Gómez: vida y pasión del patriota periodista

  • el 5 marzo, 2022 a las 5:04 pm
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    Muchas Gracias a usted por sus palabras.
    Viva Cuba Libre !

    Un saludo cordial

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