John Bolton, golpista confeso y la fauna acompañante

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Si alguien es campeón del cinismo entre los funcionarios que se han paseado por los pasillos de la Casa Blanca, ese es John Robert Bolton. El político yanqui se ufana públicamente de acometer las más reprobable políticas de las administraciones presidenciales norteamericanas en las que ha participado sin que le tiemble la voz ni el pulso; pero no es el único.

Resulta que recientemente, ante una pregunta de Jack Tapper (periodista de  la CNN) sobre la posibilidad de que el 6 de enero de 2021, con el asalto al Capitolio por las turbas trumpistas, haya ocurrido un intento de golpe de estado por parte de Donald Trump, el Señor Bolton primero minimizó la capacidad de Trump para llevarlo a cabo por considerar que lleva mucho tiempo su organización y después, se jactó ante las cámaras (con sonrisa pícara incluida y todo) de ser un conocedor de cómo se han organizado golpes de Estado en el extranjero. “No estoy de acuerdo. Cómo alguien que ha ayudado a planear golpes de estado, no aquí (en los EEUU), sino en otros países, puedo decir que requiere mucho trabajo”, dijo Bolton al público de la CNN. Nada de esto puede minimizarse, sabiendo que el viejo halcón bigotudo de los gobiernos republicanos durante los últimos 40 años, acumula en su hoja de servicios importantes cargos; desde que en 1982 fuera nombrado administrador auxiliar de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional para Coordinación de Programas y Políticas y posteriormente fiscal general adjunto de Estados Unidos durante el gobierno de Ronald Reagan; a continuación fue subsecretario de estado adjunto para asuntos de Organización Internacional y subsecretario de estado para Control de Armas y Asuntos de Seguridad Nacional en el gobierno de George W. Bush.  Durante el mandato de Donald Trump, fue consejero de seguridad nacional y representante permanente de los Estados Unidos ante la ONU.

Para nadie es un secreto el carácter terrorista del imperialismo yanqui, pero lo más significativo del asunto es la desfachatez con la que este personaje lo declara ante las cámaras y micrófonos de una de las principales cadenas de noticias del planeta y a la vista de esos políticos que todos los días de este mundo se exponen como defensores de la sacrosanta democracia y de los derechos humanos, sin que ninguno se ruborice y comiencen las demandas de sanciones y otras medidas. Tal parece que estas,solo están reservadas para los que no encajan en la retórica imperial. A la omisión de la prensa, de los políticos y de cualquier terrícola ante tamañas declaraciones, bien pudiera llamarse “El silencio de los corderos”.

Pero, ¿es el Señor Bigotudo (digo Bolton) el único experto en golpes de estado en la historia de los Estados Unidos? Por supuesto que no, aunque nadie le quita el “mérito” de golpista destacado. En primer lugar, una investigación de Cline Center de la Universidad de Illinois arrojó que, de 1982 a 2019, los Estados Unidos de América promovieron 350 intentos de golpes de estado en el mundo, de los cuales: 150 han sido satisfactorios, y 192 ocurrieron mientras el del bigote de morsa ocupaba responsabilidades en las administraciones de turno (si no es record al menos es un buen average). Entre los fracasos, el mismo Bolton reconoce de manera descarada, durante la entrevista con la CNN, la intentona golpista en Venezuela, que incluyó el nombramiento de Juan Guaidó como presidente interino; el atentado con drones al presidente Nicolás Maduro y al gabinete venezolano en pleno acto oficial en Caracas y otras acciones terroristas.

Por otra parte, si repasamos la historia de América Latina anterior a la fecha de la investigación de marras, los golpes e intervenciones militares yanquis son más numerosos que las cuentas de un rosario. La lista es larga, pero cabe destacar el golpe de estado en Guatemala a Jacobo Árbenz, en 1954, patrocinado por el presidente Dwight D. Eisenhower y por su secretario de estado, John Foster Dulles, quien declaró que “los sucesos dramáticos recientemente ocurridos en Guatemala, exponían los perversos propósitos del Kremlin que trata de destruir el sistema interamericano”. Tampoco puede olvidarse aquel 11 de septiembre de 1973, cuando en el Palacio de la Moneda era asesinado el compañero presidente Salvador Allende y se establecía una sangrienta junta militar liderada por Augusto Pinochet. Aquel golpe fue también orquestado desde la Casa Blanca en el mandato de Richard Nixon y con la conducción del “honorable” Premio Nobel de la Paz y consejero de seguridad nacional, Henry Kissinger. Este otro personaje, experto como Bolton en seguridad nacional, al conocer del triunfo de Allende en las elecciones de 1970 dijo una frase premonitoria de lo que ocurriría después: “No veo por qué tenemos necesidad de estar parados y ver un país ir al comunismo por la irresponsabilidad de su pueblo”.

John Bolton, autor del libro La habitación donde sucedió: una memoria de la Casa Blanca, en el que menciona a Cuba y a los cubanos en 84 ocasiones (por supuesto que no para bien de Cuba ni de los cubanos), no caben dudas de que es un cínico de marca mayor; pero no es el único. Él es tan solo la expresión de un imperio decadente y arrogante, y uno más de los que conforman ese movimiento extremadamente reaccionario, oscurantista, racista, aislacionista y misógino con rasgos fascistas, que desde hace tiempo está en ebullición en la sociedad norteamericana. Es otro político más de la cúpula de gobierno de una potencia sobre la que Simón Bolívar sentenció aquel 5 de agosto de 1829: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar a América Latina de miserias, en nombre de la libertad”.

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Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

Un Comentario en “John Bolton, golpista confeso y la fauna acompañante

  • el 30 julio, 2022 a las 9:00 am
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    En el artículo se define tan claramente a este oscuro personaje, que también podría titularse “Retrato de un asesino confeso”.
    Resulta importante que en el mismo se refleje con claridad la política de EEUU, de pretender acabar con todos los gobiernos que no se les subordinan

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