Hasta la última puntilla
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Luego de más de un mes del paso del huracán Ian por tierras pinareñas, campesinos cienfuegueros ayudan en la recuperación del campo vueltabajero
Parece sencillo decir que pasa volando el tiempo, más aún, que se juntan los días con el trabajo constante, con el retumbar de martillos sobre clavos o que la fuerza del viento todavía empuja las horas del reloj para que avancen y se lleven con él, lo malo. Más de un mes después, llegó, entre coordinaciones y disposiciones la brigada de 30 campesinos dispuestos a levantar hasta la última casa del mejor tabaco del mundo.
Ciento trece casas de tabaco existieron en la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) 26 de Julio, ubicada en el municipio de Consolación del Sur, dentro de las áreas del consejo popular Puerta de Golpe, justo antes del paso de Ian. Solo aquel que ha trabajado el tabaco, conoce de los cuidados para lograr buenas hojas, en Pinar del Río, mucho más.
Desde varios municipios de Cienfuegos, campesinos, agrupados por la representación de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en nuestra provincia, partieron desde el pasado 26 de octubre rumbo a Pinar, para prestar sus manos.
Este reportero pudo ver lo que el caprichoso viento derrumbó y todavía no se ha podido levantar: “fue demasiado”, comentan algunos. “La brigada de 30 hombres se dividió en dos partes, catorce de ellos se concentraron en esta CPA, la 26 de Julio y el resto lo ubicamos en la CPA Piloto, que tiene un nivel de afectaciones superior al ser más grande”, comentó Yoel Cuquillos Machado, presidente de la ANAP en el municipio de Cienfuegos que está al frente de la tarea.
Resulta muy doloroso ver derrumbarse el sacrificio de tantos años, como le sucedió a José Manuel Dago Alfonso, productor de tabaco. Dos casas de tabaco tenía dentro de su finca José Manuel, y hoy, vuelven a levantarse gracias a las manos cienfuegueras. “Estoy particularmente orgulloso de su trabajo, de su comportamiento, que somos bien ‘llevaos’ aquí ¿ve?, ellos son especiales. Ya participaron en la otra casa mía; se nos acabó el material y comenzamos con esta, para ir adelantando”, explicó Dago, sudor corriendo por la cara y corriendo para traerle agua fría a la tropa.
De las 113 casas de tabaco de esta CPA, once quedaron en pie, al menos su estructura; el resto, pasó a la historia, como se dijera en buen cubano. Cada aposento (división dentro de la casa de tabaco), tiene un costo de más de 143 mil pesos; ese es el precio mínimo de una casa de tabaco con solo una de estas divisiones, incluidos 15 mil pesos de mano de obra. Para sufragar este coste el Banco de Crédito en Pinar del Río otorga créditos a los productores, con intereses bajos y plazos de hasta diez años para pagar la deuda, aseguró Ober Hernández Martínez, director económico de la CPA 26 de Julio.
Pedro Ramiro Vives Montalvo es quizá el mayor de los campesinos cienfuegueros que está en esta CPA en Puerta de Golpe; tiene 74 años, es de Abreus yesta es su tercera vez ayudando en Pinar. Se puede decir que cuando se le necesitan por estas tierras, siempre viene. También es el jefe de la brigada. ¿Cómo pueden hacer todo esto, sin tantas herramientas, sin motosierras? “Figúrese, con la fuerza moral y el compromiso que vinimos a cumplir con ellos. No hay de otra. Entonces lo que ‘haiga’ hay que hacerlo y recuperarlo y trabajar. Lo que más nos ha parado han sido las puntillas, pues estábamos trabajando con puntillas usadas, pero ya nos entraron nuevas y ahí vamos intercalando. La motosierra la pedí desde que llegué, pero no la han traído porque está rota, pero ya dije que la trajeran que Rogelio —un campesino del lugar—, se comprometió a repararla. Hasta ahora con mis compañeros no tengo problema, acá el compañero —señala hacia arriba de la estructura de madera— es de Aguada, sabe un poquito de carpintería y lo estoy enseñando porque él tiene que ayudarme allá arriba de los palos esos”.
¿Cuánto tiempo estima estar por acá?
“Mire, yo le voy a decir francamente; cuando a mí me contrataron ‘pa’quí’, yo le dije que venía hasta que se clavara la última puntilla, es lo que siempre tenemos y las otras brigaditas mías que están por ahí, también. Mientras haya trabajo y el campesino nos diga. Y bueno, el domingo lo que haga falta, aquí mismo le pusimos el techo al consultorio”. Agregaba Pedro antes de ponerse nuevamente al trabajo.
Disposición no falta, los campesinos ayudan todo el tiempo, carencias materiales aparte, a levantar casas de tabaco en vueltabajo mientras el tiempo se escapa entre jornadas de sudor, serrucho, puntillas y las semillas del mejor tabaco del mundo esperan para ser sembradas nuevamente en tierras pinareñas.
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