Geógrafo y explorador, paradigma de todos los tiempos

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Este 20 de abril se festejó en nuestro país el Día del Geógrafo, coincidiendo con el aniversario 101 del natalicio de Antonio Núñez Jiménez, una figura trascendental en el ámbito de marras, que ostenta el epíteto de Cuarto Descubridor de Cuba. Y no por gusto, ya que su personalidad inquieta e indagadora le hizo siempre llevar lupas y una libreta de notas por cada rincón del archipiélago como nadie lo había hecho antes.

Pero este señor incansable llevó su sapiencia igualmente hasta los confines del planeta durante disímiles investigaciones geográficas, espeleológicas y arqueológicas de enorme relevancia en su época. Entre ellas, resalta el célebre viaje que realizara al Polo Norte en 1972 en calidad de invitado por el servicio meteorológico de la URSS. Tuvo tanta repercusión aquel extraordinario periplo, que diez años después volvió a repetir la hazaña pero en dirección opuesta, también como invitado por ese organismo a la XXVII Expedición Soviética a la Antártida.

Otra de sus memorables excursiones fue la que realizara a las Islas Galápagos, donde dejó constancia de su labor acreditada en dos oportunidades. De la singular empresa nació uno de los volúmenes titulado Isla de Pascua, lanzado en 2009 por la Editorial Ciencias Sociales, a través de la fundación que hoy lleva su nombre. “Aterrizamos en el aeropuerto de Matavari, nombre traducido del pascuense como Los Ojos del Mar o Lugar del Ojo Hermano, donde recibimos la bienvenida de sus autoridades, quienes nos colocan collares de flores a la manera polinésica. La identidad cultural de los antiguos Rapa Nui está realzada en la terminal aérea, con las esculturas del manutara, mítico hombre-pájaro y el rostro temible de Makemake, el Dios supremo de Te Pito O Te Henua”, expresa Jiménez en el capítulo 2, de los 39 que consta el enjundioso libro.

Aprovechó cada instante de su vida para demostrar su estirpe de científico innato. Dejó constancia de ello durante su faceta de diplomático como embajador de Perú, estudiando allí cientos de sitios rupestres emblemáticos y otros como las míticas líneas de Nazca, que desde 1994, el Comité de la Unesco dejó inscritas como Patrimonio de la Humanidad. De ese intenso análisis surgió otro de sus trabajos más interesantes, dispuesto en dos tomos, denominado Petroglifos del Perú. Panorama mundial del Arte Rupestre (1986).

Estudió intensamente las diferentes culturas centroamericanas como la civilización Maya en Centroamérica, asentamientos históricos en Yucatán, y se adentró hasta los escondrijos más célebres hoy de la región como la ciudadela de Machu Picchu.

Insoslayable es su expedición internacional En canoa del Amazonas al Caribe, creada, organizada y dirigida por él donde participaron valiosos investigadores latinoamericanos, recorriendo así las geografías de veinte países de las cuencas del Amazonas, el Orinoco y del Mar de las Antillas entre 1987 y 1988.

Por suerte para los lectores que siguen la obra de Núñez Jiménez, en las últimas ediciones de la feria del libro –sobre todo en la anterior, cuando se cumplía un siglo de su natalicio–, se han podido adquirir muchas de las tiradas de este y otros volúmenes relevantes, que acercan a la gente a sucesos de carácter épicos dirigidos esencialmente por este cubano de pura cepa. “Igual que los navíos colombinos, las canoas descubridoras navegan entre lo real y lo maravilloso. Encuentran fuertes tormentas, trombas marinas y contratiempos creados por hombres de escasa visión. Esos y otros lances son narrados, con su usual amenidad y maestría, por el Gran Almirante de la nueva empresa descubridora”, deja por escrito el investigador y profesor José Juan Arrom, en el prólogo de una edición en 1994.

Por si fuera poco, los años “en casa” también fueron aprovechados al máximo por el explorador. Mientras estuvo al frente de la Academia de Ciencias de Cuba –nombre adoptado durante su dirección–, logró preparar y adiestrar a numerosos jóvenes investigadores a lo largo del país, fomentando de esa manera una fuerte red de colaboración con las academias en los estados socialistas.

Como resultado de esa labor ininterrumpida, quedó establecido un cúmulo amplio de establecimientos dedicados a hacer ciencia: cuatro museos, cinco reservas naturales, dos jardines botánicos, así como planetarios y estaciones sismológicas, entre otras infraestructuras. Entre ellas, no se puede dejar de mencionar el Museo Histórico de las Ciencias Carlos J. Finlay en 1963, el Departamento de Geofísica en 1964, el Departamento de Antropología, el Instituto de Geografía y Departamento de Geología, más los Institutos de Biología, Oceanología y Meteorología, todos en 1965. Y al año siguiente, propone la creación de las primeras reservas naturales en Cabo Corrientes y El Veral, ambas en la Península de Guanahacabibes; Cupeyal del Norte, en Holguín; Jaguaní, en Guantánamo, y Cayo Caguanes, en Sancti Spíritus.

Estas razones son más que suficientes para que cualquier egresado de la carrera de Geografía y ramas afines con la naturaleza y la exploración, debiera tener en lo más alto la estampa de Antonio Núñez Jiménez. Ojalá que el contexto medioambiental adverso que presenta hoy el planeta Tierra le sume nuevos adeptos, pues lo que reclama nuestra “nave espacial” son acciones unánimes e inmediatas en las cuales la colaboración intergubernamental e interprofesional tienen un rol protagonista.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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