Frente a la COVID-19, ¿qué hacer con el agotamiento emocional?

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Seamos sinceros: cuando todo comenzó, no imaginamos que casi le daríamos la vuelta al almanaque en medio de la batalla contra la epidemia. Digo más: cuando parecía que la nueva normalidad era un hecho para Cuba, tampoco calculamos que regresaríamos y, mucho menos, que llegaríamos a récords lamentables de contagios para el país como los que se han experimentado en estos meses.

¿Ha habido indisciplinas? Sí. ¿Algunos han bajado la guardia? También. Pero muchos nos hemos mantenido alertas, precavidos, dando la batalla como sea que nos haya tocado: bien cumpliendo las medidas en casa, en el centro de trabajo, en las inevitables faenas cotidianas, o arriesgando la vida en la zona roja. En cualquiera de los puntos de esa línea de defensa contra la pandemia, hay una realidad común a estas alturas: estamos agotados, emocional y psicológicamente exhaustos.

Y hasta este párrafo, ya cumplimos la primera recomendación de la Doctora en Psicología Roxanne Castellanos para salir totalmente sanos de esta:

«Por supuesto, hay que tenerlos bajo control, porque así mismo, dentro de lo posible normal, también podemos caer en otro tipo de severidad de los malestares y ya, pues comenzar a padecer otros trastornos, tanto mentales, como trastornos aparentemente del cuerpo, por ejemplo, los cardiovasculares».

Del desahogo a la resiliencia

La Doctora Roxanne asegura que «en mayor o menor medida, todos tenemos la capacidad de volver a aflorar después de la adversidad con aprovechamiento, con experiencia; entonces esa resiliencia hace que después de que practicamos ese desahogo emocional, volvamos a tomar oxígeno y volvamos a alistarnos para seguir enfrentando la vida de la mejor manera posible».

Pero advierte que esto ocurre tras esos momentos de soltar y desahogarnos que podríamos encontrar cotidianamente: «puede ser muy bueno si lo hacemos con personas allegadas a nosotros; es decir, hablar de cómo nos sentimos, compartirlo con familiares, amigos, siempre y cuando sean personas positivas. Incluso es algo que se puede hacer a diario. En las pequeñas interacciones como el saludo, habitualmente decimos: “¿viste como está la cosa?” o “vamos a ver cómo salimos”; ese pequeño  intercambio ya es un modo de estar en la realidad y de recordarnos que no vivimos circunstancias normales y que, por tanto, la vida no puede ser del mismo modo.

«Los seres humanos somos resilientes», insiste, aunque les queda más fácil a «las personas positivas, las que tienen más capacidad de autogestionarse mejores estados de ánimo. Hay personas a las que, por su naturaleza y por su propia historia de vida, les cuesta, y entonces debieran buscar ayuda».

La suerte no es tan loca

Un segundo factor de protección y alivio que señala la especialista «es tomar conciencia de que todos, tanto en Cuba como en el mundo, estamos viviendo en las mismas circunstancias. Yo, personalmente, como psicóloga, cuando veo a alguien quejándose mucho de la suerte que le ha tocado, siempre le digo: “sí, es cierto, pero mira a tu alrededor y vas a ver que todos los niños están en teleclases, que la mayoría de las mamás están asistiendo a sus niños, que las circunstancias difíciles son más o menos iguales para todas las personas, no solamente en Cuba, sino en el mundo entero, y que, a pesar de las circunstancias difíciles, cuando tú miras a tu núcleo íntimo de vida, a tu familia, a lo que está más cercano, si has logrado hasta este minuto no haber contraído la COVID, debes sentirte afortunado y debes dar las gracias por eso, dártelas a ti mismo primero, porque, probablemente, te has estado cuidando”.

«Ya uno oye hoy personas decir, por ejemplo: “soy sobreviviente de la COVID”, y realmente lo son. Saber que es una dicha si no has padecido la enfermedad, ni ninguna persona cercana a ti, porque están haciéndolo bien, da fuerzas para seguir en la misma dirección. Si has sido de los que te has enfermado y estás para contarlo, entonces toca estar feliz también por eso».

Cuidarnos

El tercer consejo de la directora del Centro de Orientación y Ayuda Psicológica de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana lleva pronombres personales, comenzando por cuidar-me: «fomentar nuestro autocuidado, porque en un momento de tanta adversidad urge verdaderamente tener espacios para con uno mismo, tanto esos momentos de intimidad en los que uno busca paz interior, tranquilidad, sosiego, como también la parte en la que uno se quiere dar un gusto a sí mismo, que también es importante para mantener un estado de salud mental acorde a la situación que estamos viviendo».

Pero la experta asegura que «también ayuda para mantener esa energía y afrontar cada día con todo lo que lleva en esta etapa, mirar por los demás cada persona que tiene a su cuidado a otros (hijos, sobrinos, padres ancianos); es decir, el hecho de sentir que otros nos necesitan, que somos importantes para ellos y que esa solidaridad, además, se retribuye, se devuelve de alguna manera, también es un pilar de protección de nuestra salud mental y de lidiar con esa carga que sentimos todo el tiempo».

Tomado de CubaSí

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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