Finca La Panchita: agricultura, amor y deseos
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Localizada en la parte trasera del Consejo popular de Junco Sur, en el municipio de Cienfuegos, la Finca La Panchita prospera con pasos firmes y en solo tres años, su propietario Reinaldo Tomás Bernal Rosell logró una parte del empeño relacionado con el trabajo agrícola.
El joven de 33 años, antes artesano y hoy, asociado a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Dionisio San Román, explicó que esas tierras ociosas las recibió en calidad de usufructo gratuito “y a golpe de hacha” limpió un área de 2.37 hectáreas en las que desarrolla “cultivos varios, la cría de conejos, carneros, chivos, cerdos, aves, tilapias rojas y crisoles.

Yuca (300 quintales), calabaza (5 000 libras), melón, maní, boniato, plátanos y una próxima cosecha de frijoles negros “sin fertilizantes” enorgullecen al muchacho que trabaja junto al suegro y asegura que, “con el tiempo” obtendrá más cultivos, “a pesar del terreno que poseía mucha salinidad, pero que logramos revertir con la resiembra del mangle”.
AGROECOLOGÍA A LA VISTA JUNTO A SOILEMY
Para lograr los beneficios que aporta la Finca La Panchita, Reinaldo Tomás cuenta con la acción permanente de su esposa Soilemy Villalobos Domínguez, profesora en la sede Conrado Benítez de la Universidad de Cienfuegos, con 27 años de edad y conocedora de muchas prácticas agroecológicas sostenibles como ocurre a nivel mundial “que favorecen el mejoramiento de los suelos, la recolección de alimentos libres de químicos y la conservación de plantas que utilizamos en las cercas vivas que rodean nuestra finca.

En una acción de reutilización de todo lo que debían eliminar para “levantar la finca”, Reinaldo y Soilemy convirtieron el marabú en carbón vegetal, los escombros constructivos en el piso de los corrales y el esfuerzo valió la pena por el interés de producir alimentos “para la familia y la población”.
El matrimonio cienfueguero resaltó el acompañamiento de la dirección de la Asociación nacional de agricultores pequeños (ANAP) y refirió varias ideas para concretar proyectos comunitarios y “enseñar a los niños a utilizar la tierra con amor, pues de ahí siempre saldrá nuestro sustento alimenticio y debemos inculcar esas ideas para su prosperidad”, señaló Soilemy, natural de La Sierrita, en Cumanayagua y con una sólida tradición campesina en la familia.

“Con las manos en la tierra y la frente en alto”, en la provincia de Cienfuegos residen jóvenes que sí creen en el mejoramiento humano, sin esperar por nadie y con la mirada hacia un horizonte palpable para que reciban beneficios “los abuelitos del Sistema de Atención a la Familia, las escuelas y el círculo infantil, nuestros vecinos y la cooperativa que confió en nuestro esfuerzo”, recalcó Reinaldo Tomás.

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