Fidel entre nosotros

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El 25 de noviembre de 2016 Cuba se detuvo por un instante, los corazones latieron con profundo dolor: había muerto Fidel.

La triste noticia de aquella noche se propagó entre las lágrimas de los agradecidos, esos que eternizaron a uno de los grandes líderes del siglo XX e inicios del XXI. El Fidel convertido en un estadista de talla global que cambió para siempre la historia de América Latina y de varios pueblos del planeta.

El Comandante en Jefe fue más que un hombre; fue un símbolo de resistencia y esperanza para muchos cubanos. Su labor revolucionaria siempre estuvo marcada por la justicia social y la igualdad, basados en aquel sueño de José Martí de vivir en una Cuba “con todos y para el bien de todos”.

Aquellos días finales de noviembre e inicios de diciembre las plazas se llenaron de rostros con lágrimas en los ojos. El “Yo soy Fidel” y las notas del Himno Nacional resonaban en todas partes.

Fidel nos legó el Concepto de Revolución, ese que nos enseñó a cambiar todo lo que debe ser cambiado, a tratar a los demás como seres humanos; a emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos.

También en ese mismo discurso, pronunciado el 1ro de mayo del 2000, agregó que Revolución es “desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio”.

Fidel Castro vive; vive en cada hijo de esta patria sagrada que todos los días enfrenta los fuertes desafíos de estos tiempos.

Aún la muerte, a ocho años del día que el reloj marcó las 10:29 horas de la noche del 25 de noviembre de 2016, no cree que se apoderó de ti.

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