Entre el hábito y algunos asombros: XXIV Salón de Arte Popular de Cienfuegos

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A punto de concluir el año, el Salón de Arte Popular 2025 cierra la temporada de diciembre con una exposición grupal y consumada por la voluntad del Consejo Popular de las Artes Plásticas de Cienfuegos, que ha insistido en preservar esta cita de los artistas populares, en tanto agrupa a los creadores ingenuos y autodidactas que dentro de este perfil traslucen los aconteceres, las interrogantes y utopías recreadas en los escenarios rurales y descentralizados de la urbe. Una tendencia que ha sido subvalorada, aunque por su capacidad de síntesis, narrativa y emancipación de los recursos expresivos contiene los principios mismos del vanguardismo.

Esta cita de artistas populares agrupa a los creadores ingenuos y autodidactas que dentro de este perfil traslucen los aconteceres, las interrogantes y utopías recreadas en los escenarios rurales y descentralizados de la urbe.
Esta cita de artistas populares agrupa a los creadores ingenuos y autodidactas que dentro de este perfil traslucen los aconteceres, las interrogantes y utopías recreadas en los escenarios rurales y descentralizados de la urbe.

De cierto modo, el arte ingenuo es solo una fase, un tránsito, que convoca a los fabuladores a subvertirse, toda vez que participan y se contaminan durante el disfrute de las exposiciones y los intercambios a través de los tiempos. No es fortuito que a inicios del siglo XX sean los vanguardistas los principales defensores del arte ingenuo. En la ciudad de sévres, una figura como Julián Espinosa “Wayacón” (a quien se tributa y debemos el nombre del salón) viene a constatar el fino muro entre la mirada “naif” y el discurso experimental. Nadie fue tan audaz en los años 80 como este singular remediano, cultor de las “mamitas” y los entuertos de la cotidianeidad, aún cuando figuraban en Cienfuegos jóvenes graduados del Instituto Superior de Arte y la Escuela Nacional de Arte.

Claramente, los artistas populares son hacedores que contaminan con su gracia y los modos de solucionar las composiciones sin los rigores académicos. La institución tenía claridad que los trances sanitarios y económicos obstruirían el número de participantes y obras; empero, decidió apostar por el llamado personalizado y los recursos curatoriales para ofrecer a los públicos una muestra decorosa y alentadora. Había que saltar las dificultades y se hizo; confiados de que ser exige estar y el existir solo se logra con la visibilidad.

Justo, 20 artistas acudieron a la convocatoria y cerca de 30 obras concurren en los muros de la Galería de Santa Isabel. Especial significancia tiene en la muestra que casi la mitad de los concursantes son mujeres, lo que agrega una mirada particular (podría decirse de género) a estos relatos henchidos de colorido, introspección y hasta cierto andar crítico. Si bien aspiramos a alguna renovación en el grueso de las obras, no podemos dejar de encomiar a aquellos que ya poseen un estilo y nos siguen cautivando con sus poéticas y estéticas; entre ellos, los autores galardonados por el jurado de premiación, Néstor Vega y Lissette Pérez, artistas visuales, y el crítico-curador J. L. Urra.

20 artistas acudieron a la convocatoria y cerca de 30 obras concurren en los muros de la Galería de Santa Isabel.
20 artistas acudieron a la convocatoria y cerca de 30 obras concurren en los muros de la Galería de Santa Isabel.

Durante la inauguración fueron laureados Julio Barbón Davis, María Victoria Toledo Martínez y José Basulto Caballero. Barbón recibió el Tercer Premio por su obra Una hija de Oyá, texto que recrea el imaginario religioso del autor y su penetrante solución cromática, en franco dominio de una tendente monocromía; asimismo, por la energía y sobriedad compositiva, al tiempo que poseedor de un fabulario universal y al mismo tiempo personal. La Toledo, por su parte, conquistó el Segundo Premio con su tríptico Resistencia, pletórico de frescura y simpatía, tanto por la experiencia del soporte como por el universo rural, tan caro a los ingenuos, en ese reflejo de de la cotidianeidad y especialmente por el protagonismo de la mujer. Igual, Resistencia destaca por la precisión de sus figuras y ambientes. Por su parte, el Primer Premio fue obtenido por el sensible naif José Basulto Caballero (quien presentó cuatro obras a concurso y se encargó con Yunier Hurtado del montaje del salón) gracias a su instalación miniaturista El gran bojeo, una pieza de limpísima hechura y connotada poesía visual, que aborda un tema latente y actual, fiel a su propia tradición costera y sus materiales (piedra, tierra y arena), a los elementos que forman parte de su entorno y ciertas somáticas o figuraciones que denotan un estilo siempre renovado.

Julio Barbón Davis, María Victoria Toledo Martínez y José Basulto Caballero, premiados del XXIV Salón de Arte Popular.
Julio Barbón Davis, María Victoria Toledo Martínez y José Basulto Caballero, premiados del XXIV Salón de Arte Popular.

A todas luces (no faltó la electricidad para nuestra suerte), se hace imprescindible el compromiso de los creadores populares en lo venidero, para que el salón pueda permanecer y los públicos logren coleccionar en su memoria gratos momentos de experiencia visual. Este es un salón que discurre entre el hábito y algunos asombros, pero que soporta la posibilidad de superarse. Lléguese a la cálida Galería de Santa Isabel para cerrar el año que anda en fuga. Vista hace fe.

A punto de concluir el año, el XXIV Salón de Arte Popular cierra la temporada de diciembre.
A punto de concluir el año, el XXIV Salón de Arte Popular cierra la temporada de diciembre.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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