Eliseo Grenet, su herencia musical, a los 130 del nacimiento

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Cualquier cubano o cubana, al menos una vez, ha exclamado a todo pecho el criollísimo “¡Ay Mamá Inés!”. Lo mismo como muestra de asombro, desconcierto o alegría. Es de esas frases que sirven para todo y que reafirman una identidad a la cual pertenecemos.

Por eso y más, el nombre de Eliseo Grenet – autor del tango-congo homónimo -,sigue resonando en callejones de La Habana Vieja o en cualquier barrio de provincia. Tal vez los más jóvenes solo lo hayan oído mencionar; quizá en algún hayan escuchado piezas suyas, sin saber quién las compuso, y como pintorescas acuarelas decoloradas por el tiempo.

Setenta años no es poco;peor si no se reafirma esa raigambre de esencia en los medios de difusión con la asiduidad que se debiera.La razón lo exige para afianzar el origen del que procedemos, y asentarlo con fuerza como cuestión del alma. Es una labor que lleva, en primer término,una gran dosis de amor y pertenencia.

Lo mismo que la icónica “Mamá Inés”, toda la obra de Eliseo Grenet Sánchez es un eco que repica en su intento de vencer al tiempo. De esa forma, y a pesar de todo, perviven las canciones que concibió hace más de siete décadas para ponerle sazón al ajiaco de la cultura cubana.

A su talento debemos casi todas las modalidades rítmicas de la música cubana, entre ellas danzones, sones, tangos-congos, guarachas y canciones de corte romántico.

¿Quién no recuerda a Bola de Nieve cantar con su piano “Drume Negrita”? Con  esa canción afro de cuna durmieron muchos de nuestros ancestros. Bisabuelas y abuelas nos tuvieron en su regazo para contarnos historias encantadoras. ¿O el danzón “La Mora”? Esa “que tiene los ojos más lindos que un lucero encantador”, y de la que se asegura haber sido el primer danzón cantado del repertorio cubano.

Qué decir de “Las perlas de tu boca”, bolero que con refinamiento y exquisitez describe la sonrisa de la amada cuando clama: “quiero verlas como chocan con tu risa, quiero verlas alegrar con ansias locas para luego arrodillarme ante tu boca y pedirte de limosna una sonrisa”. ¡Cuánta poesía se desborda para elogiar tan excitante humedad!Así era de inspirado Eliseo Grenet, poseedor de un parque melódico rayano a lo infinito.

Este autor nació en Cuba para crear música de la mejor, tocar el piano y llenar el pentagrama de alegrías. Junto con su provisión de notas musicales dirigió orquestas y zarzuelas. Los teatros habaneros se venían abajo con aplausos y exclamaciones mientras, una tras otra,se sucedían aquellas piezas que hoy resultan eternas.

El cancionero debido a su inspiración incluye títulos como Lamento esclavo, La comparsa de los congos, El sitierito y el bolero Tabaco verde que figura entre las piezas más elegantes de nuestra música cubana.

A la poesía “Negro Bembón”, del Po000eta Nacional Nicolás Guillén, Grenet puso música e hizo de la obra un son poético-musical de criollismo incomparable,propio para la interpretación coral, a la que siguieron la música de Tú no Sabe Inglé y la de Sóngoro Cosongo.

Su obra incluye títulos antológicos como el danzón Si muero en la carretera y otros temas, entre ellos los pregones El tamalero, El botellero y El Aguacatero, dados a conocer a finales de la década del veinte con la compañía de Arquímedes Pous. Todos ellos, sin olvidar la guaracha con aire de rumba Papá Montero, que forma parte del sainete cubano El velorio de Papá Montero, joya de nuestro teatro bufo.

Paralelo a toda su obra de excepcional cubanía brilló Lamento cubano, pieza de honda tristeza que compuso contra la dictadura de Gerardo Machado, por la que tuvo que ir al exilio ante el riesgo que corría su vida.

Lejos de la patria viajó a Europa y Estados Unidos, y a su regreso impuso una nueva sonoridad al sucu-sucu, variante de son originaria de la Isla de Pinos. De aquella cosecha es Felipe Blanco, popularizado por el conjunto Casino en un disco de 78 r.p.m., con las voces de Roberto Faz, Agustín Ribot y Roberto Espí.

Eliseo Grenet dejó de existir el 4 de noviembre de 1950. Hoy, 12 de junio, se cumplen 130 de su nacimiento. Alguien por cuyas venas latió la más genuina cubanía y que merece ser recordado en su obra. La música de Eliseo Grenet es parte de Cuba moldeada sobre el pentagrama; de una Cuba para todos los tiempos.

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