El “San Carlos”: presa imposible de la estúpida cacería imperialista

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Tenemos tranquila la conciencia. Sí, pues los que hoy demandan como gatos boca arriba desde suelo estadounidense por los usos del vistoso hotel Meliá San Carlos cienfueguero, harto conocen sobre la ilegitimidad que sustentan sus reclamos.

LOS PRIMEROS TIEMPOS DE LA INSTALACIÓN

La historia inicial del hotel está contemplada en una edición del periódico cienfueguero El Comercio, fechado el día 6 de diciembre de 1921, donde se anunciaban datos sobre la cimentación de la obra. La inversión fue asumida en aquel entonces por el poderoso Antonio Mata, quien decidió incorporarlo a sus posesiones, junto con el también muy conocido “Ciervo de Oro”, en una de las arterias cercanas al parque José Martí.

El “San Carlos” fue inaugurado así con 41 habitaciones y cuatro niveles estructurales. Posteriormente fueron agregados dos pisos más, uno dedicado a los huéspedes y otro para un bar, que hasta mucho después resultó sitio para tertulias y entretenimiento de la clase pudiente.

UNA RECLAMACIÓN ABSURDA

Con el triunfo de la Revolución cubana en 1959, más de 550 propietarios de la oligarquía abandonaron el país, dejando atrás sus propiedades, convencidos de que en algún momento el imperialismo —a través de la política injerencista constante— les devolvería cada una de ellas.

Así pues, no era descabellado suponer que con la reciente activación del Título III de la Ley Helms-Burton, se implantara una reclamación en la corte federal del Distrito Sur de la Florida, para pedir compensaciones. Obviamente, a estas personas la ambición monetaria desmedida los ha transformado en miopes y en crasos lerdos para entender a cabalidad las legislaciones internacionales.


No nos quitarán el San Carlos ni un milímetro de acera


LEGÍTIMO PROCESO DE NACIONALIZACIONES

Nuestro Estado nacionalizó todas las propiedades norteamericanas existentes en el país después de que fueran abandonadas. Dicho proceso fue totalmente legítimo mediante la Ley No. 851 del 6 de junio de 1960, la cual autorizaba al presidente de la República y al Primer Ministro, para la disposición conjunta a través de la firma de nuevas resoluciones.

Este es un derecho estatal categórico, respaldado además por la existencia de una norma general consuetudinaria. Y, por si fuera poco, como señala la destacada jurista Olga Miranda Bravo en la Revista Cubana de Derecho No. 9, del año 1972, “el consenso de la mayoría de Estados al aprobar una Resolución que establece la existencia de la norma consuetudinaria, implica el reconocimiento universal de los aspectos en ella incorporados.” En cuestión, las nacionalizaciones son un acto de Estado, que responde a su soberanía y, en consecuencia, todo Estado soberano está obligado a respetar la independencia de cada uno de los otros.

EL “SAN CARLOS”  Y OTROS HOTELES DE LA PERSECUCIÓN YANKI

 

Foto: Efraín Cedeño Cedeño
Foto: Efraín Cedeño Cedeño

Para completar este cuadro de bochorno, ¿por qué nadie en la Florida se pronunció al respecto cuando el hotel se encontraba bajo un notable deterioro? Ni siquiera una leve mención de los parientes del acaudalado Antonio Mata, a quien pertenecía desde el año 1921. No, justo ahora, cuando el Meliá San Carlos viste de gala en el Bicentenario de la ciudad —tras muchos años de trabajos, inversión y rehabilitación—, es cuando despierta el interés de sus antiguos dueños. ¡Qué casualidad!

Los Estados Unidos siempre han insistido en denominar al proceso de nacionalización cubano como “confiscación”, en el sentido de “decomiso” o “expropiación”; término errado y con un sentido diferente al legalmente asimilado por el resto de los países: “Acto por el cual la nación, según el proceso legal, puede disponer la apropiación, por diferentes razones, de propiedades privadas para pasarlas al tesoro público”.

A manera de síntesis, es a partir de la Primara Ley de Reforma Agraria que se producen este tipo de acciones; y las demás leyes de nacionalización establecieron el principio de la indemnización reconocido en el Derecho Constitucional cubano. De esta manera, las propiedades norteamericanas en la Isla no fueron confiscadas, sino nacionalizadas.

Entonces, cuando usted, lector, observe una declaración semejante a esta, en la que se diga: “El hotel fue confiscado sin compensación a la familia, una de las más adineradas en Cienfuegos, en diciembre de 1962”, ya está en condiciones de corregirle el principal desliz.

No solo el “San Carlos” está sumido en esta nueva y estúpida cacería de brujas imperialista: los hoteles Sol Río de Luna y Mares y Paradisus Río de Oro, construidos sobre un terreno de 40 mil hectáreas en la provincia de Holguín, sufren también los desvaríos de aquellos sucesores de terratenientes que antaño hicieron y deshicieron a sus anchas en materia económica.

No obstante, los cubanos tienen conciencia absoluta de que ninguno de estos nuevos conflictos surgidos al calor de una Ley Helms-Burton desmoralizada, van a resolverse complaciendo a quienes no prefirieron quedarse en suelo patrio hace 60 años. ¡Jamás! El pueblo cubano seguirá dispuesto a negociar en pie de igualdad, sin arremetidas injerencistas, bajo el amparo de una justicia legal y universal.

 

Foto: Efraín Cedeño Cedeño

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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