El desarrollo económico y “la cosa”

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Me habría gustado hablar hoy sobre el posible impacto de la enseñanza artística de Cuba en los éxitos que alcanza la actriz cubana Ana de Armas con su interpretación de Marilyn Monroe en la película Blonde, aunque este es un tema que abordará siempre de manera magistral nuestro crítico de cine Julio Martínez Molina. En cambio, parto de la mención a la opción de resistir y desarrollarnos planteada por el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, la cual ha implicado que volvamos al debate con amigos y conocidos en cualquier lugar que nos encontremos, además de las redes (anti) sociales.

Resulta que aunque la concepción del desarrollo económico es una temática en constante reflexión y actualidad en cualquier latitud, hablar hoy del término en Cuba algunos lo consideran injustificadamente un tema polémico. Si bien es cierto que el optimismo ha prevalecido en los debates, para muchos hablar de dicha cuestión en las condiciones actuales parece una contradicción y para otros una quimera; llegando los menos a mostrar desesperanzas y en ocasiones a adoptar la misma actitud que pretenden enraizar con sus matrices de opinión los eternos sembradores de veneno y “generales” de micrófono.

Independientemente de las razones que cada cual esgrime para definirse optimista, realista, escéptico o hipercrítico, en la mayoría de los casos se nos escapan del colimadorno solo esa necesidad constante de profundizar en losconceptos y de reconocer justamente las metas alcanzadas en más de 60 años, sino que se aborde la manera de contribuir al análisis autocrítico de nuestras propias deficiencias; sin que se nos escapen tampoco las crisis que sufren otras naciones de nuestra misma región geográfica, las que se desenvuelven en condiciones económicas parecidas,pero comparativamente diferentes con al no estar sometidas al garrote de un bloqueo; asuntos que requieren cada vez más espacios de debate.

Por supuesto que para los que nos abordan en la calle o en medio de una cola, la frase de “la cosa está dura” es algo común, sabiendo solo los cubanos a qué nos referimos en cada momento cuando hablamos de “la cosa”.

Ciertamente nos resulta más fácil hablar de “la cosa” porque es algo más abstracto y resulta más práctico abordarlo de manera coloquial, que hablar de desarrollo económico. Cuando esto ocurre, se desconoce que afrontar el desarrollo económico es mucho más complejo porque en él incluyen diferentes variables como la económica, la social, la demográfica o la ambiental; además de que el concepto ha evolucionado en el tiempo y en esa perfeccionamiento influyen disímiles y complejos factores, los cuales han incidido en la nueva visión centrada en las aplicaciones de las capacidades humanas y en la sostenibilidad del mismo.

Por supuesto que cuando se comenta el asunto y se relaciona con los problemas ambientales provocados por la depredación del hombre sobre los recursos naturales del planeta, se asume como menos significativo en los momentos actuales. Con ello se desconoce que en medio de la crisis ambiental que golpea actualmente a la humanidad, resulta pertinente referirnos al término desarrollo sostenible, vinculándolo a la necesidad de lograr la satisfacción de las necesidades actuales de la población sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas; garantizando el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar social. Este vocablo que aparece en el Informe de Durbland presentado al Comité de las Naciones Unidades para el Medio Ambiente en 1987 y posteriormente en la Cumbre de Río de 1992, cobró mayor significación. Fue el momento en que Fidel avizoraba que: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer (…): el hombre”.

Por otra parte, se minimiza el papel del desarrollo local y la necesidad de articular el desarrollo productivo con la inclusión social a partir de la definición de un perfil de desarrollo de los territorios, para movilizar los recursos locales y mejorar las condiciones de vida de la población, en particular de los sectores y barrios más vulnerables, como parte de las Estrategias de Desarrollo Municipal que se acometen y su articulación con el Plan Nacional de Desarrollo Socio Económico del país hasta el año 2030; además de la oportunidad de contar con una Constitución que refrenda la autonomía municipal en sus bases y permite una visión diferente de desarrollo, alejado de la actitud asistencialista y de asignación de recursos desde el gobierno central que nos acompañó en periodos anteriores.

En medio de la crisis que sufre el sistema electro energético nacional en Cuba y los insufribles apagones; la espiral de incremento de los precios y la especulación galopante; las interminables colas y el oportunismo de los coleros; la ola migratoria y el descaro de los coyotes traficantes de personas; además del vetusto bloqueo y su intención de provocar el genocidio de todo un  pueblo, se reconoce explícitamente que no podemos hablar de desarrollo porque “la cosa esta dura”; pero no se asume que el desarrollo y el bienestar de una sociedad están ligados a una adecuada política económica que genere crecimiento sin dejar de lado temas de alta relevancia como la disminución de la pobreza y la desigualdad, la sostenibilidad ambiental, la educación, el aumento de la esperanza de vida, y la disminución de la mortalidad infantil, e implica abordar el concepto de desarrollo socioeconómico asumido por Cuba durante el periodo revolucionario, pese a las amenazas de imponernos el yugo por ello.

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Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

Un Comentario en “El desarrollo económico y “la cosa”

  • el 21 octubre, 2022 a las 3:41 pm
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    Es así mi amigo Andresito, también le tenemos que sumar que durante más de 60 años los vecinos del piso de arriba se empeñan en que La Cosa este compleja y tensa. Son tiempos en que se debe apelar a la decencia por sobre todas las cosas, continuaremos resistiendo.

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