Dagoberto Sánchez, El Charro Cubano

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Las visitas de Dagoberto Sánchez a la Perla del Sur, eran todo un acontecimiento. Radicado en el ultramarino pueblito de Regla, aquel cienfueguero nacido en Potrerillo cautivaba con sus interpretaciones de música mexicana.

Cada vez que en la antigua Radio Tiempo de los años 60 se anunciaba su presencia, el público iba a verlo y oírlo cantar en el pequeño teatro de la emisora, entonces ubicada en Prado entre San Carlos y San Fernando, donde hoy radica el Teatro Guiñol.

El Charro Villareño, como se hacía llamar entonces, con su acostumbrada cortesía, dejaba grabaciones suyas casi siempre acompañado por los tríos habaneros Los Brillantes y Madrigal, y otras veces con pistas de audio.

Al llegar de visita a la casa de unos primos, el vecindario de los barrios cienfuegueros de Tulipán y el Junco, atravesaba Río Palma en su busca. Guitarra en mano entonaba canciones mientras la gente quisiera. Eran conciertos familiares y de vecinos que duraban horas, y él lo hacía con el gusto y la entrega de quien tuvo a la música –en especial la mexicana-, como parte intrínseca de su existir.

Dagoberto Sánchez Águila había nacido en Potrerillo, municipio de Cruces, el 22 de diciembre de 1943. Desde joven manifestó su amor hacia la música mexicana, y acostumbraba cantar en fiestas de su pueblo. Tanto lo admiraron y quisieron, que su primer traje de charro le fue obsequiado en su CDR con recursos de los vecinos.

No todo fue alegrías en su vida. De muy joven, durante una cacería fue herido accidentalmente y nunca más volvió a caminar. Desde entonces cantaba en una silla de ruedas, y a pesar del impedimento siguió cantando con el entusiasmo de siempre. Aquel percance nunca le imposibilitó recorrer Cuba y dejar grabaciones suyas en cada radioemisora que visitara.

Las interpretaciones de Dagoberto Sánchez están presentes en casi todas las emisoras cubanas, y se han difundido en los espacios dedicados a ese género de música. Sus grabaciones están en todas las emisoras de Cuba. Durante varios años en Radio Caribe, en la Isla de la Juventud, hubo un programa semanal dedicado al Charro Villareño. Tanta fama alcanzó, que empezaron a llamarlo “El Charro Cubano”.

No tuvo la suerte de grabar un disco en estudio, puede que a falta de que un patrocinador lo apoyara, o tal vez debido a una extrema modestia que lo limitó a sus canturías, serenatas y conciertos familiares, con la excepción de su presencia en la radio.

Solo quedan de él las grabaciones realizadas en emisoras, y algunas copias en formato magnético no profesional. Lástima que las posibilidades actuales de las nuevas tecnologías hayan llegado tarde para este artista de pueblo.

Lo que se conserva revela buena parte de su calidad como intérprete: aptitud vocal, estilo y carisma fueron siempre parte de su persona. A ello unió su esmero en la selección del repertorio al que incorporó algunas piezas de su autoría.

En los años que me correspondió escribir y dirigir el programa México y sus Canciones, de Radio Ciudad del Mar, tuve la ocasión de conversar con él varias veces por teléfono. Con su carácter amistoso y noble, me trataba como si hubiésemos sido viejos amigos. Tenía una visita pendiente a su casa, cuando el 27 de marzo de 1998 dejó de existir. Contaba a la sazón 55 años, pero no pudo vencer años de postración, hipertensión arterial y una insuficiencia renal que le arrebataron la vida.

Poco después recibí la visita de una hermana suya. Traía dos cintas con su música que él personalmente le había pedido que me fueran entregadas. Una de ellas tenía en el estuche una foto suya. En cumplimiento de su voluntad, las entregué en la fonoteca de RCM.

De entonces a la fecha, cada vez que tengo ocasión difundo interpretaciones suyas, ahora en “Serenata Mexicana”, de Radio Progreso, La Onda de la Alegría.

Si “El Charro Cubano” Dagoberto Sánchez Águila hubiera vivido unos años más, estoy seguro de que habría recibido el reconocimiento que siempre mereció y lo hubiéramos visto en festivales acompañado por un mariachi.

A quienes seguimos admirándolo nos queda la misión de perpetuarlo en la radio con sus canciones, y honrarlo con estas líneas que escribo a punto de conmemorarse ocho décadas del día en que nació.

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