Código a la carta (o la carta en código)

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La modernidad llega a nuestras puertas y toca. En ocasiones entra sin pedir permiso.

El día de la última Navidad compartimos almuerzo con unos amigos en el Roof Garden del hotel San Carlos, y cuando esperábamos por la carta-menú, ese ritual prólogo del apetito satisfecho, nos entregaron una especie de cubo de Rubik, pero en blanco y negro. Como los viejos balones de fútbol.

Mediante la aplicación Lector de códigos, del teléfono, la relación de aperitivos, entrantes, platos principales, bebidas y postres de repente se hacía a la luz. De la pantalla.

Confieso que para mí fue una novedad en Navidad.

Venía de una estancia algo prolongada en otro país, donde escoger platos se seguía haciendo al modo de la vaquita Pijirigua. En muchos casos con coloridas cartas-menú, casi obras de arte que alegraban la vista y le coqueteaban al paladar.

Sin embargo, el código QR, que así se llama el pariente del multicolor Rubik, pronto será un treintañero, pues el doctor Google me indica que fue creado en 1994 por una compañía japonesa subsidiaria de Toyota.

El caso es que el “cubito” con reminiscencias ajedrecísticas, por su condición bicolor, llegó a la isla-caimán para quedarse, tal como lo debe estar haciendo desde varios años a esta parte en el mundo primero.

Y yo, que a veces peco de buen observador y otras ni me entero, mientras tecleo estos párrafos acabo de descubrir el dichoso patrón grafico al ladito del mouse incorporado de la laptop. Como si hace rato me hiciera señas para que comenzara a juntar los ladrillos-palabras de la crónica.

El ámbito artístico de Cienfuegos no podía estar a espaldas de la novedad (que ya se ha dicho, no es tan pepilla).

El grupo de creadores Mar Adentro, emprendedores en el proyecto “Fragmento de ciudad”, ponen a disposición de quien camine por la calle de La Mar, al borde de la bahía, toda la información de su plan artístico a la distancia de un click.

Basta estar conectado y escanear el QR en el panel verticalizado por el dilecto Camilo Villalvilla.

Y si en la terraza casi 360° del “San Carlos” el escaneo tradujo camarones al ajillo y arroz a la marinera, en la vieja y portuaria intersección de La Mar y De Clouet de la pequeñísima pantalla brotará un sueño disfrazado de audiovisual.

Un abrazo de 61 segundos entre la Arquitectura y los otros seis virtuosos que hacen la orquesta sinfónica de las Artes Visuales.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

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