El recuerdo de las víctimas de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos en Cienfuegos

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Conmemorar el Día Internacional de Recuerdo de las Victimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos, resulta un deber ineludible de los cienfuegueros, quienes orgullosos de sus raíces y herencias jamás negaran el carácter mestizo de la nación cubana, su cultura, idiosincrasia y religiosidad, debido al aporte de los africanos llegados a Cuba como mano de obra esclavizada a lo largo de más de tres siglos de dominio colonial español.

En la región cienfueguera la historia “de aquella barbarie que duró siglos”, como la calificaría Fidel Castro Ruz en la Conferencia de Durban en 2001, se remonta a la centuria XV, cuando esclavos africanos fueron sometidos a una inhumana explotación, inicialmente junto a la población indígena, en las actividades mineras del oro de aluvión fluvial y los yacimientos de cobre, para más tarde convertirse en la fuerza de trabajo de los sitios de labor, haciendas ganaderas e  ingenios, y adquiere nefasta connotación después de la fundación de la Colonia Fernandina de Jagua y el poblado de Cienfuegos, el 22 de abril de 1819, cuando el proyecto de poblamiento con familias blancas impulsado por el gobierno Español. El afán de lucro del fundador don Luis De Clouet, de los inmigrantes extranjeros, principalmente franceses, Agustín Santa Cruz, Honorato Bouyon, Francisco del Castillo y otros miembros de la poderosa élite colonial, hace sucumbir el proyecto de inmigración blanca ante la expansión de la plantación esclavista azucarera. Desde 1819 arribaron a la región cientos de esclavos africanos y criollos.

Azúcar, esclavitud y la trata transatlántica marcan el crecimiento económico regional a partir de 1835. Tres años después, los esclavos existentes en las 942 fincas de Cienfuegos casi quintuplicaban los 864 registrados en la región por el Censo de 1827. En los 26 ingenios moliendo en 1838 laboraban  mil 502 esclavos y 71 blancos, números que aumentan en 1846 a 71 plantaciones azucareras con 4 mil 537 cautivos negros. Estas notables cifras son incrementadas hacia 1861, cuando existen en los límites cienfuegueros 101 manufacturas esclavistas con 10 mil 644 negros africanos y criollos esclavizados, 822 chinos contratados, 55 yucatecos, 150 obreros negros “acomodados” y 430 empleados blancos. En 1862 la población total de la jurisdicción de Cienfuegos era de 52 mil 997 personas y 24 mil 299 estaban considerados negros y mestizos, en su mayoría de ancestros africanos, que conocieron el brutal mundo del cautiverio y la trata ilegal. En el territorio cienfueguero estaban sometidos al régimen de la esclavitud 17 mil 126 personas, es decir, el 33 por ciento de los habitantes registrados en la región.

En las redes de traficantes de esclavos introducidos ilegalmente por la Ciénaga de Zapata y la franja del litoral sur entre los ríos Gavilán y Arimao,  jugaban un rol destacado figuras de la sociedad cienfueguera como Tomás Terry Adams, Julio Leblanc, Agustín Goytisolo, Santiago Fowler, Guillermo Hood Stewart, Pedro Font, Nicolás Acea, Ramón Torriente, Juan Guillermo Bécquer, Francisco Sola, Nicolás Brunet, José Quesada, Esteban Cacicedo, José García de la Noceda, Julio Apesteguía, José Suárez Agudín, Sotero Escarza y Manuel Blanco. Gran parte de las cuantiosas fortunas acumuladas por esos individuos tienen su origen en el comercio ilegal de africanos esclavizados y la explotación despiadada de esa fuerza de trabajo de oriundez africana en la plantación azucarera del territorio cienfueguero, cuya producción se enviaba al mercado capitalista norteamericano y europeo por la bahía de Jagua.

Cerca de 100 mil africanos esclavizados y sus descendientes confluyeron en la región cienfueguera hasta los años de implantación de los ingenios centrales y las colonias cañeras. El esplendor urbanístico y arquitectónico de la ciudad de Cienfuegos descansaba en la transferencia de las ganancias del sistema esclavista colonial basado en la fabricación de azúcar con cautivos africanos y criollos en los ingenios. A este espacio citadino portuario, con emblemáticos inmuebles del siglo XIX que resaltan en el Centro Histórico declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, se transfería el lucro de la esclavitud y posibilitaba el trabajo in situ de muchos esclavizados y sus descendientes, incluidos los que dominaban oficios de albañiles, carpinteros y otros de carácter artesanal. El colonialismo ocultó rostro y voz de los esclavizados, que construyeron con sus mentes y manos ese patrimonio edilicio local.

En muchos lugares de la provincia de Cienfuegos conectados con la esclavitud y la trata ilegal de esclavos africanos, encontramos numerosos monumentos que conforman la identidad nacional cubana y configuran el patrimonio cultural de la nación. En su protección destaca en el quehacer institucional estatal, especialmente el realizado por la Oficina del Conservador de la Ciudad, la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural y los museos de Cienfuegos, pese a las difíciles circunstancias económicas del país.

En la provincia cienfueguera, la Comisión Contra el Racismo y la Discriminación Racial, recientemente constituida, desempeña un rol esencial en la identificación de los problemas y la implementación de acciones concretas de manera creativa y afincado en los aportes  de los investigadores científicos. Sin embargo, ese empeño mancomunado todavía adolece del enfoque sistémico capaz de articular el esfuerzo de diversos actores culturales, sociales y políticos para lograr una amplia participación popular en las conmemoraciones vinculadas, no solo al recuerdo de las víctimas de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos, sino también a la Revolución de Haití, la Rebelión de Aponte, la abolición de la esclavitud y la eliminación de la discriminación racial, entre otros ejemplos. Por supuesto, el tributo que proponemos rendir sería una mera formalidad mientras no abordemos de manera metódica y orgánica la necesaria remembranza de la esclavitud teniendo en cuenta las raíces históricas y culturales del racismo y la discriminación racial, la exclusión y la desigualdad social que lastra la vida cotidiana.

Para nadie resulta un secreto que en casi ninguno de los espacios físicos (barracones, viviendas del dueño, casa de maquinarias y torres de ingenios, fortines y casas almacén) se realizan con regularidad ceremonias de conmemoraciones capaces de convertirlos en lugares de memoria viva a las víctimas de la esclavitud. En la mayoría de los lugares prevalece el silencio acerca de su historia y de los hitos de resistencia y rebeldía de los esclavizados en Cienfuegos. Incluso, en algunos casos, se narran los hechos y acontecimientos históricos vinculados al oprobioso régimen totalmente distorsionados. En ocasiones constatamos cómo perpetradores y beneficiarios del comercio ilegal de africanos, de la horrorosa travesía atlántica y del cruel trabajo esclavo, aparecen ante los ojos del ciudadano común o el visitante nacional y foráneo, como “benefactores” y “personalidades insignes” en el discurso público. Esa explicación, que descansa en la desconexión con la esclavitud de los “bienhechores”, excluye la mención a los orígenes oprobiosos de sus riquezas en el colonialismo español. En consecuencia, tanto la memoria y la historia de la esclavitud, como las voces de los esclavizados, están incorrectamente expuestas o silenciadas.

En Cienfuegos la lucha contra la herencia del pensamiento colonial y la hegemonía cultural capitalista debe conducir a la convocatoria de un concurso para erigir un monumento que sirva de homenaje a los miles de hombres y mujeres vendidos de manera ilegal para ser tratados como esclavos, vulnerando sus derechos humanos y convirtiéndolos en víctimas del régimen de explotación esclavista. De esa manera podríamos empezar a darle una mayor y justa presencia, con un enfoque descolonizado, a la esclavitud, el cimarronaje, la rebeldía e insurrecciones de los cautivos y el legado africano en los espacios públicos en el territorio cienfueguero.

*Historiador. Presidente de la Uneac en Cienfuegos.

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Orlando García Martínez

Escritor, historiador y presidente de la filial cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

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