Che, siempre actual
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En coautoría con Gilberto González Pérez, Candelaria Rosa Álvarez González*
En estos tiempos de incertidumbre mundial, en peligro de globalización neoliberal, de desafíos de amenazas a la paz y a la seguridad internacional, de constantes migraciones de complejas contradicciones entre el norte desarrollado y el sur subdesarrollado y de retos, en especial, de los cubanos que aspiran a contribuir a la obra social de la Revolución y que la felicidad sean una realidad y no un sueño ni una utopía es necesario evocar al Che.
Ante semejante lógica y la impronta de potenciar el pensamiento y la acción de Ernesto Che Guevara es que se escriben estas letras.
Este hombre continúa siendo motivación, y una pieza clave para que la juventud sea como él mismo dijera “La arcilla fundamental de nuestra obra”. Sin embargo, ningún pensamiento puede analizarse fuera de su contexto histórico.
El ideario del Che, del guerrillero heroico constituye una fuente inagotable que debemos beber para ser mejores y conducir a la sociedad al progreso y al desarrollo a que se aspira. El 14 de junio, precisamente en el aniversario de su natalicio, quisiéramos referirnos a algunas de sus principales facetas.
El Che es como un cometa en el firmamento de la Revolución Cubana la que proyectó por siempre su leyenda en la historia. En su caso no ha sido solo la gloriosa guerra en la que participó, sino también su vida inmortalizada, la que le hace relampaguear, una y otra vez ante los jóvenes, los humildes, los pueblos de nuestra América y del mundo.
¿Qué no se habrá dicho ya sobre el Che combatiente, el revolucionario, el internacionalista, el creador, el hombre nuevo?
Entre las modestísimas reflexiones sobre él y sus diversos momentos aquí aparecen con el mismo tino, el actuar polémico e innovador que predicara, en dos temas tratados por él suficientemente: la economía y el hombre, el entrelazamiento entre ellos es esencial para el desarrollo de una personalidad.
Y si de una cosa estamos seguros es que para entender cualitativamente diferente a los fenómenos del pasado y del presente, solo es posible partir precisamente de la base económica. No es casual analizar ambos espacios en razón de la batalla ideológica que se libra en nuestros días.
Che Guevara fue mucho más que un economista convencional: fue un revolucionario integral, comprometido no solo con interpretar el mundo sino con transformarlo radicalmente.
De él también puede decirse que fue un innovador constante y uno de los analistas más avezados de la Revolución Cubana.
Para nosotros su memoria no es culto, ni su pensamiento es un dogma, ni su obra un Evangelio.
Al evocar por tanto, al Che Guevara no primará aquí ese espíritu de veneración que se ha mencionado, sino basado en el de su práctica revolucionaria y de su pensamiento y acción en bien del ser humano.
En brevísimas notas sobre un tema inabordable como el económico debe destacarse que el propio Che en momentos en que se oponía a la implantación en Cuba de la del economicismo práctico planteaba la necesidad de alcanzar una superioridad del socialismo en el que el sistema político es clave y el enfoque político de los problemas económicos es un imponderable.
La verdad histórica es que en el pensamiento revolucionario del Che Guevara aflora el enfoque político de los problemas económicos y la explicación al pueblo de lo que significa el bienestar del hombre. No se trata de absolutizar la economía sino de tratarla de manera tal que satisfaga las necesidades del pueblo y que la comprensión de los fenómenos económicos sea punto de partida para la comprensión del sistema político que se defiende.
El Che fue un gigante político cuya figura ha crecido hasta alcanzar dimensiones legendarias y universales. Su genio como hombre trasciende lo individual para convertirse en un héroe popular de nuestros tiempos. La firmeza de sus ideas y el desprendimiento absoluto en todos los sentidos lo atestiguan, sus actos hacia magnetizarlo y su admiración y el cariño de todo el pueblo así lo atestigua.
En su personalidad se integran el hombre de acción y el hombre de pueblo. Ernesto Che Guevara como dijo José Martí de Antonio Maceo, “tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo”.
Hizo del ejemplo el más efectivo motivo de la persuasión y dirección. Con la fuerza del ejemplo en el combate y en el sacrificio se convirtió durante la Guerra de Liberación cubana verdaderamente en uno de los grandes del ejército rebelde, con la fuerza del ejemplo en el trabajo y la superación y su vínculo estrecho con las masas, llevó adelante las tareas que le encomendaron, con la fuerza del ejemplo forjó su heroica obra internacionalista en pleno corazón del América del Sur.
Al mismo tiempo el propio Che se convirtió en un hombre de pueblo que forma a sus héroes, sus mártires o a sus conductores.
El guerrillero heroico fue uno de los hombres, de los que calificara Martí, de solares y volcánicos que miran como el águila, deslumbran como el astro y sienten como sentirán las entrañas de la tierra, los senos de los mares y la inmensidad continental.
Ese ejemplo de constancia hace hoy al Che digno del pueblo cubano en el que se encarnan su voluntad, su tesón, su abnegación, su confianza inquebrantable en el futuro de la patria.
Nuestra nación es heredera de las bellas tradiciones de nuestro pueblo y de las cualidades humanas del guerrillero Heroico.
Con su espíritu debemos honrar al mismo Che, con su espíritu debemos cumplir la tarea diaria para poder hacer realidad el apotegma del Guerrillero heroico: ¡Hasta la Victoria Siempre!
*Profesores universitarios.
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