Catherine no volvió a salir de las profundidades

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La historia de Catherine Elizabeth Ardagh viaja sobre las espaldas de un saltamontes. Burla los límites que habitualmente el ser tradicional empuja hacia sí mismo. Salta de un lado a otro, de la nieve al calor, de la tierra al mar, de la montaña al bar luminoso de una mega ciudad, y todo eso a la inversa también.

Vivió cuatro años anclada al mar de Cienfuegos, y en un barco posicionó la arquitectura doméstica que necesitaba para una estancia increíble. De eso ha pasado mucho tiempo; hoy es una de las tres mujeres participantes en el Concurso de Fotografía Subacuática Online 2020, auspiciado por el Centro Internacional de Buceo de Faro Luna, junto a la Empresa de Marinas y Náuticas, Marlin S.A., y la agencia especializada American and Canadian Underwater Certifications (ACUC).

Lo del buceo comenzó como casi todo empieza en su vida: la aventura como sed insaciable. Entonces se sumergió de la mano conocida y no volvió a salir de las profundidades.

“Crecí en la zona costera de Canadá. Cuando era niña iba a jugar en la playa, buscando cangrejos y frutos del mar en la zona intermareal, donde las mareas son de tres o cuatro metros. También surfeaba olas allí (…) Uno de mis trabajos ha sido guiar a clientes que querían bucear. Un día, uno de ellos me invitó a sumergirme y ahora soy adicta a esa práctica”, dice Catherine Elizabeth Ardag sin que medien titubeos. Ella reconoce que una de sus pasiones es el mar, dentro de este medio se siente pez, y aprieta el obturador, de vez en vez, para recordarse como tal”.

Catherine buceando en el camaronero en Cienfuegos./Foto: Cortesía de la entrevistada.
Catherine buceando en el camaronero en Cienfuegos./Foto: Cortesía de la entrevistada.

A los 23 años selló contrato con la agencia de viaje G Adventures, guiando viajes por toda Centro América, desde Costa Rica hasta México. De ahí saltó un día cualquiera a Cuba, un país que ha vivido no solo en tierra firme, sino anclada a su mar.

“La G Adventures inició la comercialización de viajes en veleros que salían de Cienfuegos a Cayo Largo; de eso hace varios años. En ese entonces mi jefe buscaba una persona que supiera de vela, era mi caso, aunque no con tanta precisión, y como hablaba bien español todo giró a favor de que me lo asignaran (…) El trabajo de guía me ha permitido alimentar mis pasiones de una manera profesional y ser pagada por lo que amo.

“Pasé cuatro años viviendo en Cienfuegos, y aunque la mayoría del tiempo estaba navegando, me encantaba la vida de esa ciudad. Soy parte de la familia marinera. Hace tiempo que no voy, pero siempre quedan muchos contactos que no he dejado de quererlos”.

El Centro Internacional de Buceo de Faro Luna te entrenó por un tiempo largo. Ya eres capitán de embarcaciones. ¿Cuán importante fue para ti esa preparación para futuros proyectos? 

A Catherine le encanta el congrí, comida típica de Cuba./Foto: Cortesía de la entrevistada.
A Catherine le encanta el congrí, comida típica de Cuba./Foto: Cortesía de la entrevistada.

“Cuando empecé a bucear con los muchachos en Faro Luna solo tenía mi licencia de PADI Divemaster, pero me faltaba todavía mucho por aprender. Allí, Pedro, Elio, Fidel, Manzanares, Vladimir y Vladimircito, todos, me enseñaron un montón de cosas. Realmente en ese centro aprendí a ser Divemaster.

“Después de cuatro años trabajando arriba de los barcos en Cienfuegos pensé en una licencia de capitán, y claro, todo lo que aprendí con ellos me sirvió mucho, por ejemplo, el comportamiento del mar, del tiempo… Saqué mi licencia en Gibraltar, y de allí volví al Caribe a trabajar. No pasa un día que no les agradezca por todo lo que me enseñaron (…) Hoy tengo el sueño de abrir una empresa que combine vela y buceo”.

Desde osos polares hasta especies endémicas del trópico se visualizan en las tantas imágenes que Catherine tiene de su existencia. Ella ha caminado por la nieve, por el pantano de una selva tupida y angosta, por las calles de ciudades increíbles, por el suelo cubierto de hojas en otoño. Su vida luce un collage de aventuras que bien pudieran servir de ánimo para no dejarse atrapar por los límites que el ser tradicional empuja sobre sí mismo.

Galápagos es el mar que la atrapa.

¿Primera vez en un Concurso de Fotografía Subacuática Online?

“Me encantó la idea. Hoy no podemos ir a bucear, pero a través del evento recordamos esos buenos instantes. Una manera de amar de lejos lo que nos une a todos: el mar. Participan fotos de que vienen de once países diferentes, representan lugares tremendos del mundo.

“Yo creo que más gente se puede enamorar del mar, y entender su importancia  (…) Los viajeros que traigo conmigo a Antártica y al Árctica (Svalbard y Greenland mayormente) son ambientalistas, y están muy interesados en conservar su vida y cuidar sus bellezas. Me motiva llevar a esas personas a los puntos extremos y más frágiles del mundo, porque sé que regresan convencidos de que el cuidado del medio ambiente no es un cartel más, sino una máxima que el hombre debe respetar”.

En la península Antártica junto a un grupo de viajeros./Foto: Cortesía de la entrevistada.
En la península Antártica junto a un grupo de viajeros./Foto: Cortesía de la entrevistada.

Catherine creció en un lugar de las montañas en Vancouver, Canadá. Dice que siempre será mejor buceadora que bailarina, que la salsa del Caribe quiere correr por sus pies, pero todavía no aterriza bien… Ella no pierde la oportunidad de sumergirse en las profundas aguas de este mundo multicolor y todo lo demás queda en la superficie.

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

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