Un breve viaje hasta el alma de un continente
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Para la reciente Feria Internacional del Libro de la Habana (FILCuba 2020), el colectivo de Cubaliteraria orientó los empeños en colocar sus ofertas al alcance de todos aquellos que poseen dispositivos móviles y aplicaciones de lectura electrónica. De ese modo, han logrado ampliar, dar accesibilidad y hacer más veloces los viajes literarios en nuestro país en tiempos de pandemia.
Una de estas propuestas es Viaje al corazón del continente. Antología de literatura Infantil y Juvenil de Bolivia (2019), perteneciente a la Colección Narrativa y Crónica de Cubaliteraria Ediciones Digitales.
El texto, compilado por la escritora y realizadora audiovisual Liliana de la Quintana Ovando (Sucre, 1959), es una muestra del interés común de esta bolivariana y de los catorce restantes autores que intervienen en él, por colocar ante los ojos de los infantes —o de los adultos con ánimos y corazones sensibles—, retazos del folclor, la historia latinoamericana, y por extensión, de las matrices que sustentan a la vida actual en el continente.
La cosmovisión que aborda es mucho más ambiciosa, y por ende, traspasa las fronteras de Bolivia, retomando nuevamente —desde las primeras páginas— el panorama de las raíces tradicionales precolombinas, que rememora obras imprescindibles de la región como el Popol Vuh o Yuruparý.
Separados en cinco partes, de acuerdo con la tipología e intereses (Tradición oral, Con voz propia, De la fauna, Nos tocan el corazón y Así somos), las piezas agrupadas aquí nos llegan como pequeños componedores en los que no falta la exuberante naturaleza; los animales, la flora, los espíritus; los mitos, leyendas, las palabras, la escritura. Pero también los cambios, la agitación, confusión, una mezcla constante que da cuenta —en pequeñas dosis— del profundo y violento entramado que expulsó y expulsa aún la Pachamama.
Ejemplos fehacientes de lo anterior son Maniche, el último alimento del Che: relato testimonial de Jorge Mansilla en el que evoca las últimas horas de Che Guevara contadas por una humilde mujer; el poema El pájaro revolucionario, del destacado Óscar Alfaro y la pieza teatral Bolivia vuelve al mar, de Rosa Fernández Carrasco. En ellos —desde tres perspectivas distintas—, podrán notar los pequeños lectores —aun sin conocer las cruentas historias de lucha libertaria de los pueblos americanos—, las complejidades de un espíritu inherente, contestatario, inconforme, barroco.
No obstante, también en estas pequeñas obras con grandes significados, los caracteres no son mostrados totalmente opuestos entre sí a los niños y niñas, como podría pensarse oportuno para el caso de la literatura infantil.
En ese orden, Aguara el escritor, de Elías Caurey, nos remite a los estudios del infatigable investigador Martin Lienhard, muy conocido en el ámbito del ensayo a nivel internacional con La voz y su huella (Premio Casa de las Américas 1989). En el volumen, Lienhard expone la problemática de las articulaciones entre “oralidad” y “escritura” que se dan en las prácticas literarias alternativas, y que, en el relato de Caurey, florecen de un modo singularmente atractivo.
“Las contradicciones naturales a las que se enfrentó nuestro pueblo con lo foráneo tendría consecuencias en su ñee (palabra), porque para el guaraní en su ñee está la esencia de su ñanke reko (modo de ser) (…) No obstante, no significa que los pueblos sin escritura sean menos adultos que los que la tienen, porque la capacidad de reflexionar sobre sus problemas y buscarle soluciones es la misma”, le expone el abuelo Guiradiyu, a sus nietos en este llamativo relato.
Venturosos y gráciles, Caurey y sus compatriotas plantean los conflictos ancestrales del americano en el que las partes son ejes de un todo; de una esfera que lucha por mantenerse en equilibrio, y los niños lo deben aprehender así, para que en última instancia puedan aplicar esa ley a sus propias vidas.
En consecuencia, el viaje al corazón del continente resultará muy provechoso; no por breve dejará de ser profundo, memorable; un eficaz retorno a la semilla.
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