Cañibano, Cienfuegos y “Tierras Guajiras”
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El emblemático fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson dijo en cierta ocasión: “Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje”; Eso es precisamente lo que hace Raúl Cañibano cada vez que coge una cámara en sus manos y recorre Cuba buscando instantes que capturar.
Sus fotos cuentan historias muy sugerentes desarrolladas en series temáticas. En cada imagen pueden suceder varias cosas a la vez. En ellas siempre están presentes el cubano y su cotidianidad, evidencia de pertenencia entre el individuo y su cultura.

Su interacción con Cienfuegos es fugaz, siempre regresa cada año para mostrar su belleza, ya sea en viajes personales o expediciones fotográficas. A lo largo del tiempo Cañibano ha creado su espacio en la comunidad cultural el Jobero, en la sede de Teatro de los Elementos, incluida siempre dentro de sus series fotográficas.
Una de ellas es Tierra Guajira, que surge para recordar su niñez campesina y tiene un amplio pentagrama visual del campo cubano. En esta logra fotografías a lo largo de la isla, a través de caminos como el de la ruta de Martí o de visitas a lo más recóndito de nuestra isla.

En aspectos generales, las imágenes de Raúl son ricas en textura, ya que solo trabaja el blanco y negro, transmitiendo una sensación de calidez y autenticidad. La serie fotográfica resalta por su tramado en la viña, con énfasis en los rostros y la vestimenta tradicional. Igualmente, un enfoque en la luz natural crea un ambiente poético.
Obras de Cañibano han recorrido el mundo. Sus guajiros, niños, ancianos, la gente anónima que aparece en sus fotografías han sido expuestas en galerías de Estados Unidos, Japón, Bélgica, España. Desde finales de los 90 ha viajado y, aunque es un hombre de pocas palabras, ha participado también en charlas e intercambios. Su capacidad para contar historias hace que su trabajo sea cautivador y significativo.
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