Bouyón y San Carlos: el gran hotel que no fue

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La foto que encabeza esta crónica sería muy distinta de haber cuajado el proyecto de hotel de la Compañía Fomento Urbano de Cienfuegos, S.A., y la ciudad contaría hoy con una joya de la hospedería en un sitio de lujo como lo es la esquina suroeste de la intersección formada por las calles de San Carlos y Bouyón.

La idea constructiva nació en el año 1918 y debió irse a bolina durante la crisis de las vacas flacas que sucedió a la bonanza azucarera posterior al fin de la Primera Guerra Mundial. Aunque el razonamiento queda en el terreno movedizo de la hipótesis.

El primero de junio del propio año el notario local Mario Muñoz Mesa formalizó el contrato de constitución de la Sociedad Mercantil Anónima Fomento Urbano de Cienfuegos, de la cual fueron otorgantes los señores Nicolás del Castaño y Padilla (presidente), Torcuato Ruiloba y Ruiloba, José Ferrer y Sirés, los hermanos Acisclo y Modesto del Valle y Blanco y Manuel Fernández Martínez.

Durante el acto constitutivo los citados comparecientes aportaron la cantidad de diez mil pesos en moneda oficial per cápita, quedando en cartera un capital de dos millones cuarenta mil, a completar mediante suscripciones.

Por acuerdo de la Directiva, al día siguiente quedaron instaladas las oficinas de la compañía en el número 57 de la calle Bouyón, a la vez que nombraban como su jefe al reconocido periodista Luis G. Costi.

Una jornada más tarde la empresa hizo efectiva la escritura de compra por valor de 19 mil pesos del solar –en esa propia dirección— que fuera de la señora Francisca Tostes García, viuda de Don Nicolás Acea. Más tarde adquirió por 15 mil una cuartería propiedad del señor Atilano Vélez, contigua a la primera (Bouyón 59).

Con fachadas por ambas calles, la principal daría a Bouyón, frente al parque Martí./Foto: Del autor

Como resultado de tales operaciones la empresa disponía de una parcela de dos mil varas cuadradas en uno los mejores parajes urbanos de Cienfuegos, cuyo valor real sobrepasaba los 50 mil pesos según su Primera Memoria Anual (1918-19) editada en la imprenta de La Correspondencia.

El documento exponía la perentoria necesidad que tenía en ese momento la ciudad en materia de hospedaje, la cual exigía la construcción por lo menos de un gran hotel dotado de todas las comodidades posibles para la época.

A una cifra de 370 mil pesos ascendería el costo total de la inversión en un edificio de cuatro pisos, incluidos los desembolsos por el terreno y posterior acondicionamiento de la hospedería.

Los estudios arquitectónicos de Navarro y Donato más el de Alfredo Colli, ambos de la ciudad, y los habaneros de Rafecas y Toñarelly, Compañía de Construcciones y Urbanización y Purdy and Henderson Co, se presentaron a la licitación del proyecto. En definitiva, fue el citado en último orden el elegido para presentar el proyecto.

Con fachadas por ambas calles, la principal daría a Bouyón, frente al parque Martí, el inmueble quedaría aislado de los colindantes por pasajes descubiertos de dos metros de ancho.

De la documentación técnica transcribo detalles que permiten tener una idea del que hubiera sido el sucesor, en la escala de la mejor hotelería cienfueguera, del Unión, y antecesor del San Carlos, que sería inaugurado en 1925.

La primera planta, dotada de portal corrido, vestíbulo y patio cubierto por un lucernario, fue pensada para ubicar disímiles negocios y servicios: comedor, cocina, pantry, vajillero, expendio de cigarros, tabacos y periódicos, bar, barbería, sastrería, droguería, escritorio, limpiabotas, oficinas de teléfono y telégrafo y toilet de caballeros. El segundo piso dispondría de 28 habitaciones y el tercero y el cuarto de 29 cada uno.

Cimentaciones, pilares, arquitrabes, placas de piso y escaleras serían edificados de cemento armado, sistema monolítico, con muros de ladrillos de 30 centímetros de grosor en exteriores y quince en tabiques.

Las ornamentaciones de fachada –cornisas, frisos, jambas, balaustradas, capiteles-  fueron concebidas en piedra artificial de cemento, fundidas por el procedimiento Stevens.

En cuanto a materiales el proyecto no escatimaba: cedro o ciprés para puertas, jambas y ventanas, pino tea en los marcos. Todas las obras de carpintería llevarían cuatro capas de pintura al óleo. La escalera principal revestida de mármol blanco, con pasamano del mismo noble material y baranda ornamentada de hierro forjado.

De hormigón hidráulico con armadura ligera de acero y vidrios pintados iría el lucernario, mientras los ascensores –imagino que una primicia en Cienfuegos—. Iban a ser encargados a la casa Warsaw.

Terrazos, azulejos valencianos, hierro bronceado y losas catalanas conformarían también la escenografía final de aquel gran hotel que se quedó en proceso de gestación.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

3 Comentarios en “Bouyón y San Carlos: el gran hotel que no fue

  • el 27 enero, 2024 a las 6:22 pm
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    Interesante! Historia que desconocía! Pregunto en ese lugar vivió Montesbravo? Reconocido pintor cienfueguero ya fallecido.

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  • el 27 enero, 2024 a las 12:00 pm
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    B días, interesante, yo lo desconocía, a pesar de haber vivido por 58 años en ese entorno, pero comentando con mi esposo, me dice que no se llevó a cabo la construcción del hotel, por presión de los dueños del resto de los hoteles.

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    • el 28 enero, 2024 a las 5:33 am
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      Cienfuegos es una ciudad preciosa y llena de encantos, su historia confirma el estuerzo y la dedicacion de estos hombres de negocio que hicieron tanto por Ella, gracias por compartirlo.

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