Benny Moré, hoy como ayer (+Video)

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 27 segundos

Este 19 de febrero se cumplen 60 años de la desaparición física de Benny Moré (La Habana, 1963). Sin embargo, su legado estará por siempre entre nosotros. Hoy como ayer su recuerdo reaparece entre los adoquines de las viejas calles, en el canto lejano del abuelo, en el corazón lajero de su pueblo y en el alma de su gente.

Me pregunto, ¿cómo puede un legado permanecer en el tiempo, continuar adherido al corazón de todos, seguir despertando las fibras más sensibles de cada ser que lo escucha? Es indiscutible que Benny Moré es uno de nuestros grandes cantores de pueblo, parte ineludible de la identidad sonora cubana. Muchas veces he querido descifrar su enigma, dar una explicación al mito que tantos años después de su partida continúa rondando nuestras calles.

Posiblemente su mayor éxito fue hacer siempre aquello que sentía correcto, el haber sido fiel a sus propias convicciones humanas, a sus raíces musicales y espirituales. Esa sinceridad con que también asumió su arte. Pocas veces se le escucha con toda la atención que merece. La manera en que su voz podía ir de la melancolía, la tristeza, la sutileza y hasta evocar una caricia, son realmente merecedoras de ser estudiadas. Benny vivía sus temas y trasmitía, a través de ellos, disímiles sensaciones. A veces en solo unos compases te lleva por todo un entramado emocional casi de montaña rusa. Al interpretar ritmos bailables no puedes dejar de mover tu cuerpo, pies y hasta el alma.

Apreciar la obra de Benny Moré merita reconocer la manera en que trabajaba la dinámica. Cómo iba de un forte a un piano, transitando por los reguladores que usaba de una manera magistral. Él podía dar una nota fuerte y luego otra queda, suave, como si prolongara su alma para trasmitirnos un sentir, un pesar, una plegaria, un mensaje de amor que solo un amante tierno da al oído de su amor. También iba con absoluta destreza de una nota a otra, subiendo gradualmente con cada letra, o disminuyendo a su antojo.

Cuantas veces lo escuchemos, siempre está ese respeto por la afinación. Nunca le he podido oír una nota fuera de lugar. Eso es respetar al público que sabe reconocer y valorar. Su proyección también indicaba ese respeto, la manera de vestir, actuar ante su gente, sin extremos y sin lujos, pero sí desde el cuidado por ese otro que estaba allí y era merecedor.

Otra de sus cualidades era la cubanía con que interpretaba nuestra música. Es cierto que Benny Moré no era graduado de ninguna academia de música y no sabía leerla; pero eso no le impidió que indagara, que buscara desde las raíces congas en Lajas, su cercanía al Trío Matamoros, (toda una institución), a Dámaso Pérez Prado, entre tantos y aprendiera de ellos, se empeñara en crecer como artista desde el primer momento en que se subió a un escenario. Algo que también como público siempre le vamos a agradecer. Podía transitar por todos los géneros de la música cubana respetando los códigos y diferenciando cada uno. Lo podía hacer porque era un conocedor, un hombre que iba al más mínimo detalle antes de regalarnos una pieza musical.

Se habla de su magia, de esa aura que aún sentimos cuando lo escuchamos, y que podría denominar como su entrega. De la perfección sonora de su Banda Gigante, a la que no se le puede escuchar ni una nota fuera de lugar en ninguna de las grabaciones que han quedado para la posteridad. Con él bailamos, saboreamos hasta lo más sublime nuestras esencias cubanas; pero es también un artista para escuchar, analizar y disfrutar desde toda la gama de detalles que enriquecieron su música, gracias a todo este conjunto que sintetizo como respeto, buen gusto, maravillosa interpretación basada en sus conocimientos sobre la música cubana, talento, una voz muy bien colocada con la que jugaba a su antojo para regalarnos arte.

Benny fue un gran artista, un orfebre de sus propias propuestas, dónde no hay margen de error, dónde cada detalle estaba justo en su sitio. Son algunas reflexiones que pienso debemos tener en cuenta. Invito al lector a volver a escuchar su voz inigualable, con todos estos detalles de dicción, proyección, trabajo vocal e interpretativo, orquestación y sabiduría popular cubana.

En video, Hoy como ayer, uno de sus números antológicos

Visitas: 9

Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *