Apuntes sobre Mella antimperialista

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La acción política de Julio Antonio Mella se ubica en un contexto caracterizado por las contradicciones sociales de una sociedad neocolonial bajo la egida del gobierno imperialista norteamericano. Los capitalistas norteamericanos, representados en el gobierno de Washington, no solo dominaban la economía cubana sino también los asuntos internos del país. Volver a la infancia y adolescencia de Mella permite entender los orígenes del pensamiento antiimperialista de raíz martiana, en una personalidad histórica de breve, intensísima y trascendente vida revolucionaria.

Cuando Mella -nacido el 25 de marzo de 1903 en la Habana como hijo natural de la norteamericana de raíz irlandesa Cecilia MacPartland y del exitoso hombre de negocios dominicano Nicanor Mella-, regresó de una breve estancia en New Orleans, Estados Unidos, a Cuba con 14 años y llevando todavía el apellido de la madre y el nombre del padre, los precios elevados del azúcar en el mercado mundial anunciaban una bonanza del modelo monoproductor, y monoexportador del país que llevó, tres años después, a la crisis económica de la década del veinte que agudizo la desigualdad social, el desempleo y la corrupción político-administrativa del modelo de producción capitalista.

Son años de crecimiento en Cuba del movimiento oposicionista y de los radicales ideales nacionalistas y antimperialistas. En el contexto de esta época y de su entorno juvenil discurre el desarrollo personal de Julio Antonio Mella, quien en la infancia, transcurrida entre Cuba y Estados Unidos (1909; 1914-17) sufrió de la discriminación, el abandono de la madre y el rechazo en el íntimo seno familiar paterno.

Es una etapa de formación personal catalogada por el mismo como “doloroso martirio”, aunque le ayuda a sobreponerse a la difícil situación el cariño del padre y el orgullo con que le hablaba de la trayectoria independentista de su abuelo, el general Ramón Mella, considerado uno de los próceres de República Dominicana. También confluían en el entorno familiar del viejo sastre el poeta mexicano Salvador Diaz Mirón, un amigo y admirador de José Martí y el general mambí Eusebio Hernández, entonces un destacado doctor y profesor de la Universidad de La Habana. Ambos prestaban atención y mostraban mucha deferencia con el rebelde adolescente Nicanor, quien seguía con singular interés las anécdotas y narraciones históricas de las Guerras de Independencia en las conversaciones cotidianas.

En 1917 el joven Mella matricula en la habanera Academia Newton bajo la tutela del mencionado poeta mexicano, que era uno de los profesores de este plantel privado. La prosperidad de los negocios del padre, favorecían la vida sin penurias del adolescente que buscaba concluir el Bachillerato para matricular la Universidad. De la mano del Díaz Mirón siguió fomentando sus capacidades intelectuales y el hábito de lectura. Entre sus autores preferidos estaba José Martí.

El poeta Mirón y el patriota Eusebio Hernández, quienes le revelaron en esa edad temprana la grandeza del pensamiento martiano y de la dimensión antimperialista de su obra literaria y política. Por supuesto, las tertulias en la sastrería de su padre lo acercaron a un mejor conocimiento de los ideales independentistas de los insignes patriotas latinoamericanos. Desde entones la devoción por el ideario martiano fue en aumento. La influencia del poeta mexicano y el veterano general Hernández encausaría por senderos patrióticos la actitud rebelde del adolescente Nicanor.

Mas los conflictos en el hogar paterno lo agobiaban por el rechazo de las hermanas mayores. Su fuerza de voluntad y carácter firme en estos años juveniles, lo llevaron a exigir el cambio de nombre como un derecho de legitimar su status social y colocarse, como apunta la historiadora Christine Patsy, “en la tradición de su famoso abuelo, el general de la independencia de la República Dominicana”, Ramón Matias Mella Castillo. Entonces empezaría a utilizar públicamente el nombre de Julio Antonio Mella, en lugar de Nicanor MacPartland. Para entonces intentaba ingresar en el Colegio Militar de San Jacinto, en México, en los días del gobierno revolucionario de Venustiano Carranza y el disfrute de la ciudadanía mexicana de la nueva Constitución de 1917.

Con juvenil tozudez logro el apoyo financiero del padre y embarco para México, en abril de 1920. Tras tres meses de fallidos intentos de cursar la carrera militar en San Jacinto, regresó abatido a Cuba, un país sacudido por la crisis capitalista mundial. Había vivido en México la experiencia de la rebelión militar, la Guerra Civil que enfrentó a Carranza con Álvaro Obregón y el humillante trato de los norteamericanos al intentar cruzar la frontera en Ciudad Juárez para reunirse infructuosamente con su madre en New York. Y regresaba a su tierra natal imbuido de la idea, reflejada en su Diario de, “Ver unidas a las Repúblicas hispanoamericanas para verlas fuertes, para verlas respetadas, dominadoras y servidoras de la libertad, diosa. He allí mi ideal”.
Corrían tiempos en que para su generación iba quedando claro que el futuro de las naciones latinoamericanas pasaba, como alertó Martí, por, “impedir a tiempo” el dominio del gobierno imperialista norteamericano. En septiembre de 1921 matriculó en la Universidad de La Habana la carrera de Derecho, y meses después, en noviembre, participa en la primera manifestación pública con el grupo de estudiantes que protestó contra la entrega del Doctorado Honoris Causa, al general norteamericano Enoch E. Crowder, paradigma del injerentismo norteamericano en la vida republicana.

A partir de entonces destacaría por su participación en el movimiento estudiantil universitario durante el primer Congreso de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Universidad; en el surgimiento de la FEU y la Liga Antimperialista; en la creación de la Universidad Popular “José Martí”; en la fundación del Partido Comunista de Cuba; en la publicación de revistas culturales de influencia en el espacio cultural latinoamericano y en la lucha contra la dictadura machadista que lo convertiría en el líder y símbolo revolucionario de la juventud cubana.

*Orlando F. García Martínez


*Historiador. Presidente de la UNEAC en la provincia.

 

 

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Orlando García Martínez

Escritor, historiador y presidente de la filial cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

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