Aniversario 130 de la llegada de la columna invasora de Gómez y Maceo al territorio de la Brigada de Cienfuegos del Ejercito Libertador

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 21 segundos

Los fracasos de los planes españoles para impedir a la columna de Gómez y Maceo, tanto el cruce de la Trocha de Júcaro a Morón como el paso del río Zaza en Sancti Spíritus, determinaron alrededor del 10 de diciembre de 1895, la orden del Capitán General Arsenio Martínez Campos de trasladar a Cienfuegos, Cumanayagua, Cruces, Manicaragua, Fomento, Baez, Matagua, Ranchuelo, Santa Clara y otros lugares, cercanos a los lomeríos del centro occidente villareño, gran cantidad de soldados, voluntarios y fuerzas irregulares de caballería, infantería y artillería. La mayor parte de estas fuerzas españolas fueron organizadas, para detener a los insurrectos de Gomez y Maceo, en columnas bajo el mando de los generales Oliver, Manrique de Lara y García Navarro. El objetivo de los Jefes españoles estaba centrado en cortar, según el oficial colonialista Enrique Ubieta, la “línea de marcha a La Siguanea”, valle de abundante forraje para la caballería insurrecta y uno de los principales campamentos de la Brigada de Cienfuegos.

Desde días antes, los insurrectos cienfuegueros bajo el mando del coronel Alfredo Rego quien se reponía de una grave herida en la Prefectura de “Cerro Feo”, había recibido a los capitanes Rafael de Cárdenas, Raoul Arango y Néstor Aranguren, enviados en Comisión por el Generalísimo Máximo Gómez hacia el occidente del país para anunciar el avance de la columna invasora. En la mañana del 10 de diciembre de 1895, Gómez y Maceo ordena abandonar Quemados Grande con la idea de cruzar el camino de Santa Clara a Trinidad eludiendo la vigilancia enemiga e irrumpir en las abrigadas lomas de Manacal  donde acampan alrededor de las 3 de la tarde.

Al otro día 11 de diciembre, marchan hacia Boca de Toro y pronto aparece una columna española de caballería, infantería y artillería, bajo el mando del general José Oliver que siguió el rastro de las fuerzas invasora y los ataca incesantemente, incluso disparando más de 30 cañonazos para desplazarlos de las Lomas de los Alberich. Alrededor de una hora combatieron los insurrectos en esta lugar donde finalmente acampo la fuerza española que fue reforzada esa noche por 500 hombres del Coronel Lara quienes desde Fomento seguían el rastro de la columna invasora. Al general Serafín Sánchez, respaldado por el coronel José Rogelio Castillo, correspondió contenerlo con el establecimiento de líneas de fuego, emboscadas y el permanente hostigamiento desde la noche hasta la madrugada del otro día, cuando la columna invasora reinicia la marcha eludiendo el combate con las numerosas fuerzas enemigas enviadas en su persecución. Según escribió Máximo Gómez escribió en su Diario de Campaña:

“…. Preparamos durante la noche nuestra retirada por un camino extraviado y en extremo escabroso…

“Nos proponíamos obligar al enemigo a internarse, para desviarlo de nuestro itinerario; y nos favorecía la dirección del camino que íbamos a emprender, pues su primera dirección era Este, del que aparentábamos retroceder, después, variaba al Sur y finalmente al Occidente, para bajar por la Siguanea”.

A su vez, el general Oliver en un parte de guerra refería lo siguiente:

“Siguiendo yo el rastro del enemigo pasamos por el Cacahual de cuyas posiciones tuvo que desalojar mi vanguardia al enemigo (…) media hora después se incorporó a mi columna el teniente coronel Zubeilda con setecientos hombres al cual ordené siguiera un pequeño rastro que marchaba por mi derecha, siguiendo yo con mi columna …el mayor rastro con mayores dificultades por lo escabroso del terreno y teniendo que volver a desalojar al enemigo cerca del Mabrujina donde tuve que acampar”.

En verdad, ese día 12 de diciembre el grueso de la columna invasora marcha con Gómez, mientras el Lugarteniente Antonio Maceo, con fuerzas de Oriente y Las Villas quedan en la retaguardia conteniendo al enemigo que inicia sus ataques a las 6.30 am. A lo largo del día Maceo, con el apoyo de Serafín Sánchez, protege el avance hacia Occidente de la columna invasora y “con admirable maestría” prepara numerosas emboscadas en las alturas y lugares apropiados, a las tropas españolas de Oliver que sufren numerosos muertos y heridos.

Cuando comenzaba a caer la tarde los invasores de Gómez acampan en El Quirro.  Al respecto escribió en su Diario el general Gómez:

“Los españoles también lo hicieron, dando vistas sus avanzadas a las nuestras. Hemos conseguido ya nuestro principal objeto, hablamos esa noche yo y el General Maceo; que ese enemigo se nos ponga detrás, pues en vez de detenernos nos empuja”.

En ese lugar se incorporan unos 20 hombres de la Infantería de la Brigada de Cienfuegos y una fuerza de caballería encabezada por los hermanos Vicente y Antonio Núñez. Eran estos mambises muy conocedores del territorio que debían atravesar los invasores y Máximo Gómez lo puso en la vanguardia de la columna insurrecta que inició la marcha en la mañana del 13 de diciembre. Por su parte el general español Oliver volvió a tomar “el rastro … teniendo que desalojar al enemigo de sus posiciones en Limones, y en las lomas de Mabuji teniendo que hacer usa de artillería…”. Para el general Oliver quedaba claro “que se colocaban los grupos insurrectos… en pequeño grupo y ocupando posiciones en los flancos de mi marcha demostrando claramente que sus intenciones eran detenerme todo lo posible y en efecto lo conseguían…”. En las lomas de California, Malumbo y Sigu fueron  atacados incesantemente por los insurrectos de Antonio Maceo y Serafín Sánchez. Al atardecer la columna española acampa en Piedras porque, según a sus superiores Oliver informo:

“En la última parte de la jornada empezó a hacerse más confuso el rastro y fraccionarse pudiendo dudar de si la parte principal de las partidas se habían dirigido al interior de la Sierra o hacia el Valle de Manicaragua para entrar en El Cafetal”.

La fuerza enemiga continuaba el acoso siguiendo el rastro de los insurrectos. Al mediodía los españoles ante las numerosas bajas sufridas y la imposibilidad de derrotar a los mambises cubanos abandonan la persecución y toman otro rumbo diferente a la columna invasora. Lo cierto es que alrededor de las 4 de la tarde del 13 de diciembre Máximo Gómez irrumpe en La Siguanea, uno de los principales cuarteles de la Brigada de Cienfuegos y en horas de la noche llega Antonio Maceo a este amplio valle rodeado de montañas con otra parte de los insurrectos y deja al general Serafín Sánchez “encargado de cubrir la retaguardia”. A medianoche Sánchez llega a la Siguanea con la noticia de que el enemigo abandonó la persecución. En esas circunstancias Gómez y Maceo conferenciaron con el general Rego, jefe de los cienfuegueros y el coronel Vicente Nuñez designado práctico principal del ejercito invasor.

Las maniobras militares de Máximo Gómez y Antonio Maceo en el lomerío cienfueguero desinformaron al Capitán General Martínez Campos y sus experimentados generales sobre la estrategia invasora futura de los jefes independentistas para entrar en las llanuras azucareras atravesadas por el ferrocarril entre Cienfuegos y Villa Clara. Una idea exacta sobre lo que pensaban los jefes españoles la expresa el general Oliver en su parte militar a los superiores:

“Decidí pues ir a Manicaragua distante una legua del sitio en que me encontraba, no solo a racionarme sino también a adquirir algunas noticias y me pusiese otra vez en condiciones poder cortar la marcha del enemigo como sucedió en los Alberich…

Llegué a Manicaragua y efectivamente todas las confidencias que pude recoger suponían que el enemigo debiese vuelto otra vez a Oriente creyendo la mayoría que debía ir a Guinia de Miranda o bien que se había metido en la Siguanea, pero cuando iba a ponerme en marcha con mi columna y la del coronel Laura… se presentó la columna del general Luque con el cual conferencie largamente conviniendo en marchar yo a la Siguanea y el general Luque a Pueblo Viejo…”.

* Historiador. Miembro Correspondiente de la Academia de la Historia de Cuba.

Visitas: 0

Orlando García Martínez

Escritor, historiador y presidente de la filial cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *