Almas y voluntades eternas

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Los amigos de Cienfuegos Verde continúan en su apuesta por la vida, y la mejor manera de hacerlo —demostraron una vez más—, es honrando a aquellos que ya no están físicamente.

Tarea de titanes, pero no imposible de realizar la de este colectivo, que desde el 9 de mayo, —tres días después de ocurrido el accidente en el hotel Saratoga de La Habana, que dejó un saldo de 47 fallecidos— fue gestando con el impulso de valiosas personas, la creación de una gigantesca espiral compuesta por igual número de árboles, en los límites urbanos de Cienfuegos. Espiral que se interpreta, cual hicieran los celtas en su tiempo, como la eternidad del cuerpo y de la mente, en perfecta armonía con la naturaleza.

Proyecto Saratoga le nombraron en principio algunos de sus miembros, cuya ejecución pudo lograrse gracias al apoyo único de integrantes de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM), quienes aportaron, entre otros elementos, el sitio de la plantación ubicado muy cerca de la Calzada de Dolores, a pocos metros de la llamada “Carretera del vivero”. Sitio que, desde hace más de 30 años, quiso destinarse como eco parque, luego como un zoológico, vivero, y por último, a bosque martiano.

Hoy día, desde el pasado 21 de junio —quiso la suerte o la desgracia—, quedó convertido en singular nicho de frondas, en honor a los 46 cubanos y una ciudadana extranjera, fenecidos trágicamente en la capital cubana el pasado 6 de mayo.

CON VOLUNTAD, TODO SE PUEDE

Las labores tuvieron disímiles altibajos, en esencia obstaculizados por las intensas lluvias primaverales que anegaron el terreno, haciendo imposible realizar cualquier faena. No obstante, la meta era finalizar el trabajo justamente el 21 de junio, fecha que señala el solsticio de verano en el hemisferio norte, Día del Árbol y el trabajador forestal en Cuba. En dicha jornada se sembraron los últimos cinco árboles del conglomerado, del cual destacan —como hecho notorio— la presencia de varios ejemplares que el Apóstol José Martí señalara en su Diario de campaña, donde destaca la esbelta e insoslayable palma real.

La Roystonea regia conforma el núcleo de la espiral, y otras cuatro, el arco exterior del resto del símbolo, coincidiendo con los cuatro puntos cardinales (norte-sur-este-oeste) y la última de ellas, al sur, formando el punto más externo de la parábola, también compuesta por majaguas, ceibas, cedros y otros.

No sería justo dejar de mencionar disímiles nombres que propiciaron la terminación feliz de este proyecto, el cual tuvo entre sus artífices a Vladimir Rodríguez, diseñador de la idea original, más la sabiduría de los ingenieros forestales Benigno Marimón (Beni) y Marcelina Rodríguez (Cari).

Otros, del mismo modo se sumaron a esta “pléyade por la honradez”, menciónense los brazos y fuerzas de Luis Carnot, Norberto Escobedo Arévalo y los integrantes de la SCJM en Cienfuegos, Arístides Montero Sosa, Lucía Ramírez Arias, Lázaro Alejandro Romero Álvarez (Lazarito) y varios profesores y alumnos de la Escuela Pedagógica Octavio García, de esta ciudad.

Dentro de algunos años —si los pobladores de la urbe ayudan a preservar este sitio—, no solo la bella tarja colocada allí, confeccionada por Janier Delgado Seijo, guiará y contará lo sucedido en la capital a las nuevas generaciones de cubanos. También será el viento el que susurre y eleve entre las ramas de esos árboles, los nombres de aquellas almas que perdió Cuba de manera súbita y que un puñado de cienfuegueros se empeñó en solemnizar en gesto plausible.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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