Educadores cienfuegueros: alejados de las aulas, presentes en la comunidad

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Con el inicio este 6 de septiembre de las clases televisivas, como parte de la etapa escolar que se retoma, los educadores cubanos y los cienfuegueros no serán la excepción, volverán a sus rutinas entre apuntes, lecciones virtuales y preparaciones metodológicas. La añoranza por el retorno a las aulas es un sentimiento común en los integrantes del gremio que, desde enero último, no escuchan la mágica algarabía en las instituciones educativas del territorio.

A los profesionales del sector de la Educación en Cienfuegos no les resulta   ajena la batalla contra la Covid-19. A partir de un llamado del Grupo Temporal del Trabajo para la prevención y control del nuevo coronavirus, se incorporaron a cada comunidad para apoyar en la atención a familias en condiciones de vulnerabilidad, la pesquisa activa o el proceso de vacunación.

Carlos Prado Hernández, director de Educación en la ciudad cabecera, explicó que “nosotros también tenemos informáticos en cada Área de Salud asegurando toda la base estadística, no solo de la inmunización, sino también del comportamiento de la Covid-19 en el municipio”.

Los jóvenes Lázaro Alejandro Romero Álvarez y Marianela Piñón Azorín, forman parte de los más de tres mil docentes que contribuyen a esta decisiva lucha por la vida. En el consultorio 31 de “La Gloria”, perteneciente al policlínico Cecilio Ruíz a de Zárate, se han afianzado, junto a otros noveles maestros, su disposición a cumplir cualquier encargo de la enfermera, la doctora y el delegado de la circunscripción.

El liderazgo de Alejandro, también dirigente juvenil de la institución educativa Guerrillero Heroico, le permite asumir con calidad las actuales responsabilidades. “Lo principal está en la atención a las personas que por situaciones de salud no pueden salir de sus casas, hacer su mandados, comprar el pan, el gas, entonces somos nosotros quienes asumimos esas tareas”.

Marianela, psicopedagoga de la escuela primaria Carlos Manuel de Céspedes, es de esas muchachas de talla gigante, no por su apariencia física, sino por la voluntad de aportar, pese a los contratiempos de la vida. En julio, padeció la enfermedad junto a toda su familia y para ella la vinculación al consultorio es  la manera de agradecer y retribuir el cariño y atención esmerada del ejército de profesionales de las batas blancas.

“Visitamos a los convalecientes de la Covid-19 y alertamos a la doctora sobre la situación de cada cual. A partir de allí se valora la necesidad de ir a verlos  en un horario u otro. También facilitamos que lleguen a las personas los medicamentos y otros productos. Nos da mucha satisfacción porque aunque no podamos resolver todos los problemas, muchos se sienten atendidos”.

Cuando la epidemia sea débil y prime la fortaleza de las vacunas junto a los estrictos hábitos sanitarios, los alumnos regresarán a las aulas. El anhelo de Marianela, Alejandro y miles de educadores cienfuegueros es ver a los niños sonreír seguros, sabiéndose tranquilos y con todo el ímpetu para aprender las lecciones de los maestros que el SARS- CoV-2 alejó de las aulas para, desde otro frente, ser útiles a la sociedad.

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