Cine macizo de Cronenberg

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 4 segundos

En el aniversario 20 del filme, los programadores de la Televisión Cubana tuvieron la buena idea de reestrenar la película Una historia de violencia, del canadiense David Cronenberg.

Estamos en un poblado de Indiana. Allí vive Tom Stall (Vigo Mortenssen), un sujeto aparentemente apacible, con su esposa (María Bello) y dos hijos. El hombre intenta pasar una vida tranquila, pero determinado suceso en la cafetería que dirige llama la atención de ciertos sujetos que le traen malos recuerdos de su pasado.

La película supone un bestial cruce de cine negro y western, que respeta a partes iguales las señas icónicas demarcatorias de cada territorio genérico, dentro de un relato simbiótico jaezado en lo argumental por la necesidad de respuesta de este hombre de pueblo ante el arribo allí de dichos tipos de turbias metas.

Los visitantes fungen como elemento catalizador de la salida a la superficie de corrientes subterráneas en el yo individual del personaje, quien deberá sumergirse hasta el fondo en una verdadera historia de violencia, con el fin de preservar su familia.

Lo que el director de Promesas del Este orla aquí es una sugestiva y nueva incursión en el tema de la doble identidad (asunto cardinal de su filmografía), muy centrada en las fortísimas pulsiones primarias en el fondo ideológico–conductual de tal individuo.

Al percibir el “viraje” psicológico de Tom, Cronenberg está proyectando su conocida percepción sobre la tácita condición beligerante del ser humano, solo requerida para manifestarse del mecanismo detonante preciso, según indicarían estas imágenes y las propias declaraciones del realizador al explicar su filme.

Podrá coincidirse o no con su proposición –y hasta parecer determinista, pueril o anquilosado tal enfile–, pero en lo que sí habremos de estar de acuerdo es en las extraordinarias facultades del director de Los sudarios para construirse una película de esas que machetean el resuello y no derrochan una escena, ni siquiera un encuadre gratuito a través de sus bien montados 96 minutos.

A glorias de los cinéfilos, en dicho tiempo en pantalla aparecen memorables secuencias, planos–secuencias, planos fijos y contraplanos geniales de Peter Suschitzky. Y, también, atmósferas deudoras del mejor cine negro de los ´50, silencios pletóricos de significados y una banda sonora de Howard Shore que ribetea con toques áureos un tejido dramático hilado con mano clásica.

Cronenberg deja deslizarse entre sus guiños los fantasmas cómplices de algún John Ford, Elia Kazan, Sam Peckinpah o el George Stevens de esa Shane el desconocido que, de niño, le enseñó a conocer la madera violenta del cine y sus hombres.

Su filme, ríspido, aunque a la vez cargado de sensibilidad y sentimiento, resulta emotivo y franco. Y es cine grande.

A diferencia de la mayor parte de los realizadores que trabajan con material adaptado de novelas gráficas, quienes conocen o al menos tienen una idea del punto de partida del cual despegan sus relatos, Cronenberg se enteró que el guion de Josh Olson surgía de la elogiada historieta homónima de John Wagner y Vince Locke, solo a días de finalizar el rodaje, según confesara públicamente y según esté dispuesto a creerle cada quien. Para nada es mi caso.

Olson, en cambio, sí manifestó degustar bien las viñetas, y no riñe demasiado en su escritura con el primer tercio de la historieta; aunque de ahí en adelante sí ya va casi por su cuenta en la creación de motivos argumentales inéditos.

Luego de apreciar filmes como Una historia de violencia, Camino a la perdición, Sin City o varios otros, no puede contradecirse la idea de que, a lo largo del siglo en marcha, las novelas gráficas del género negro han sido uno de los blancos de exploración de la pantalla de más fecundo tratamiento cinematográfico.

Visitas: 0

Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *