Pinceladas de Montevideo: la huella y el mito de Piria
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A todas luces, resulta irrefutable que, a pesar de opiniones controvertidas y criterios encontrados, el nombre de Francisco Fernando Juan Santiago María Piria e Grossi está estrechamente vinculado a la historia de la República Oriental del Uruguay. Solo por citar una prueba testimonial, ahí está Piriápolis, primera ciudad balnearia del país austral, fundada por él, en 1890, a la vera de la costa Atlántica del departamento de Maldonado.
Y para seguir el curso argumental en esa misma cuerda, en la propia capital de los uruguayos recorrimos el imponente edificio, conocido acá por Palacio Piria, hoy sede de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), de la mano, amabilidad y la erudición de la Licenciada Adriana Pardo-Iriondo Aguiar, asistente de Relaciones Públicas de la SCJ.
A primera vista, además de la impresionante arquitectura de estilo ecléctico historicista, sobresalen los elementos decorativos y arquitectónicos presentes en las piezas principales del inmueble. Desde luego, tales detalles, a todas luces, descubren el gusto estético de Piria, con una fuerte inclinación por la influencia de las tendencias clásicas europeas y el lujo Belle Epoque.
“Como puede apreciarse, resalta Adriana, en las cornisas, capiteles y otras estructuras interiores predominan numerosos símbolos como rosas, águilas y esfinges, faunos y sátiros, los que a criterio del propio inquino representan el ascenso del alma hacia el paraíso.
“De manera particular, agrega, los frescos y relieves, especialmente en el último piso de la escalera principal encontramos una alegoría alquímica y espiritual, con su secuencia, propia de los conceptos filosóficos de Piria y su visión de la creación de la vida eterna, cuyo colofón está plasmado en el cielo etéreo que plasma ese enorme vitral que corona esta parte del palacio”.
La obra, en cuestión, del artesano italiano, radicado en Montevideo, Arturo Marchettii, recuerda el ascenso dantesco hacia la bóveda celeste, y está lleno de icnografías y figuras mitológicas paganas y esotéricas como hojas de acanto, ángeles y Árbol de la Vida, entre otros.
Piria, ‘Fundador? ¿Astuto? ¿Emprendedor? ¿…?

El misticismo y la esencia novelesca en la existencia de Francisco Piria le han conferido a este personaje un aurea de misterio y admiración, pública o no, al mismo tiempo. Para sus partidarios fue un visionario urbanista, el mismo que supo transformar el paisaje y la vida social con sus proyectos y visión de futuro.
Hijo de inmigrantes genoveses que quisieron afincarse en tierras uruguayas, Francisco nació en Montevideo, el 21 de agosto de 1847. Al quedar huérfano de padre siendo un niño, la madre lo envía al norte de Italia para ser educado por un tío sacerdote jesuita. De regreso al Uruguay, con 16 años, comienza su gran epopeya.
“Sin dudas aquel joven tenía un talento innato para los negocios, precisa Adriana. Tal fue así que se instala como vendedor e inicia la oferta de una especie de capote con tela importada de calidad, una especie de lonilla o gabardina gruesa, y la marca Remington, como los fusiles. Pues resultan que muchos interesados acudían desde diferentes puntos del país al puesto en busca del arma y lo que encontraban era la pieza de ropa, eso sí adecuada para el clima, la que finalmente se llevaban de vuelta”.
Luego, refiere nuestra anfitriona, se hizo de otras argucias para vender sus mercancías, hasta convertirse posteriormente en rematador y, más tarde, implementando un renovador modelo inmobiliario de compra, logró lotear y vender terrenos a plazo, con ciertas ventajas para el comprador, lo que le llevaron a crear unos 70 nuevos barrios urbanizados y todo en la ciudad, no sin dejar de emplear suspicaces tretas.
Sin embargo, su afán de emprendimiento iba mucho más allá. Muy pronto se encargó de explotar los yacimientos de granito en el cerro de Pan de Azúcar, de modo que se convirtió en pionero de esta rama de la minería, la que le reportó cuantiosos dividendos desde el punto de vista económico.
“Además de fundar la ciudad balnearia de Piriápolis, con el puerto, la rambla y el majestuoso Argentino Hotel y el Castillo de Piria, quiso incursionar en la vinicultura y para ello importó, de más de un millón de cepas de uva procedentes de Italia y Francia, para producir vino. Sin embargo, la calidad del vino por las características de los suelos no fue la esperada. Y como a nuestro hombre no le gustaba perder en nada creó una bebida a la que llamó conaquina”, comentó la asistente de Relaciones Públicas de la SCJ.
En su extensa trayectoria, a lo largo de la vida de Piria convergieron varias profesiones y oficio. Además del exitoso empresario que fue y el legado patrimonial que dejó a su paso, cuenta también su incursión en la política, el periodismo, también le indilgan su afición por la alquimia y lo tildan de ocultista. Como escritos, entre otros títulos Un pueblo que ríe (1886), El socialismo triunfante (1890), Piriápolis (1900) y Única manera de hacer fortuna (1906).
El Palacete
El edificio, considerado Patrimonio Histórico Nacional, está ubicado en el costado sur de la Plaza Cagancha, en el centro de Montevideo. La obra fue encargada al arquitecto Camille Gardelle. Su construcción fue ejecutada según los criterios de Francisco Piria y en atención a las necesidades familiares, cuando ya el empresario estaba casado en segundas nupcias.
Adriana nos invitó a un viaje imaginario al pasado. Junto a ella ascendimos desde la sombría primera planta de recepción de la casa, al segundo piso por la suntuosa escalera de mármol que se bifurca en forma de signo de Aries. En la medida en que escalábamos en altura la iluminación de hacía más intensa,
Entonces, nos figuramos notar la presencia del mismísimo don Francisco dirigirse a su aposento en el nivel superior del palacio, o tal vez a la sala de billar, su lujoso despacho o simplemente disfrutar del paisaje urbano de la ciudad en uno de los balcones.
Volvimos a admirar la poderosa influencia alegórica concebida por Piria en cada uno de los rincones visitados. Resulta muy recurrente la figura de óvalo, tanto en el hall, de planta baja, en el subsuelo y en los espacios de distribución de los dos niveles superiores; un símbolo que, como observó Adriana, representa el huevo que da origen a la vida.
Recorrimos parte de los dormitorios, el salón de ejercicio y el antiguo espacioso comedor, hoy Sala de Juramentos. Por supuesto, gran parte del mobiliario original ha sido sustituido por otro más funcional, atemperado al desempeño del edificio como la Suprema Corte de Justica, con los despachos para los cinco ministros y otras locales administrativos.

Tras tres horas de acercamiento a la fascinante historia del Palacio y sus inquilinos, nos despedimos de Adriana con el agradecimiento de haber estado en una de las joyas de la arquitectura montevideana. Ah y con el bichito periodístico de incursionar en las tantas muestras del patrimonio tangibles de la capital del Uruguay.
PD. Como dato curioso aportar que recientemente en Piriápolis nació la primera cría de una elefante, loba o león como también se le conoce, marina, muy asidua a los espigones de ese puerto. Como es lógico la nueva inquilina hembra fue bautizada con el nombre de Francisca, y luego de casi tres meses abandonó su lugar de nacimiento para dirigirse a las aguas del sur del océano Atlántico en busca de nuevas experiencias, tal vez.
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