Inversión extranjera en Cuba: entre urgencias y oportunidades
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En la Feria Internacional de La Habana de 2025, el viceprimer ministro y titular de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Oscar Pérez Oliva Fraga, anunció nuevas medidas para flexibilizar la inversión extranjera y fomentar el desarrollo de negocios en Cuba.
Entre las medidas anunciadas se incluyen que se ratifica que los cubanos residentes en el exterior tienen las mismas oportunidades que cualquier inversionista extranjero para hacer negocios en Cuba; se incentiva la inversión extranjera en el sector inmobiliario y se actualiza la cartera de oportunidades para el capital foráneo; se introducen nuevos modelos de negocios que permitan utilizar instalaciones cubanas subutilizadas y se prevé la creación de nuevas zonas especiales de desarrollo. Con respecto a la fuerza de trabajo y los salarios, cambian las reglas de contratación: el empleador podrá participar en la selección de la fuerza de trabajo; se autorizan gratificaciones en divisas para los trabajadores vinculados a estos proyectos.
Los inversionistas podrán comercializar de manera mayorista con todos los actores económicos sin restricciones y podrán comprar combustibles en divisas e incluso, importar directamente si fuera necesario. Con respecto a los trámites burocráticos, se simplifican procesos para aprobar nuevos negocios de inversión extranjera; los organismos de consulta tendrán siete días para evaluar las propuestas, sino responden en ese plazo, se entenderá que la respuesta es positiva y se reduce la cantidad de documentos que se exigen y se extiende el tiempo de vigencia de esos documentos.
Estas disposiciones no son hechos aislados. Más bien forman parte de un debate más amplio sobre el papel de la inversión extranjera en el desarrollo del país y su relación con los objetivos del Programa de Gobierno 2025, que plantea la estabilización macroeconómica, la diversificación de ingresos y la justicia social. .
La urgencia de divisas se combina con problemas estructurales: baja productividad agrícola, envejecimiento poblacional, tierras ociosas y una industria debilitada. La CEPAL, en su informe de 2025, mostró que las exportaciones de bienes de América Latina crecieron un 5 %, mientras que Cuba se ubicó entre los tres países sin crecimiento, apenas por encima de Venezuela y por debajo de Haití. Este contraste revela la fragilidad de la economía cubana y la necesidad de fortalecer su capacidad exportadora.
Por su parte, los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) muestran que después de un crecimiento moderado de las exportaciones entre los años 2015 al 2017, se produce una caída sostenida y un estancamiento de las exportaciones en torno a los 1500 millones de USD en los últimos años. Lo anterior evidencia la necesidad de la adopción de nuevas medidas, a partir de la baja capacidad de generar divisas propias, lo que convierte a la inversión extranjera en un factor crítico para compensar esa falta de ingresos y sostener el financiamiento de la economía.
Sectores estratégicos
En términos macroeconómicos, la inversión extranjera se registra en la cuenta financiera de la balanza de pagos y ayuda a compensar déficits externos. Pero su verdadero valor está en transformar divisas en producción, empleo y apertura de mercados.
En Cuba, donde las exportaciones muestran estancamiento, la inversión extranjera es un mecanismo para impulsar sectores estratégicos que fortalezcan la productividad nacional.
La producción de alimentos ocupa un lugar central. Según la ONEI, el 87 % de la población vive en zonas urbanas, y el 23 por ciento restante vive en zonas rurales, pero no toda forma parte de las actividades agrícolas. Se estima que apenas un 9 % de la población del país participa directamente en la agricultura. Por otra parte, de seis millones de hectáreas cultivables, menos de la mitad está sembrada. Esto obliga a importar alimentos básicos y presiona las reservas internacionales. Por eso, crear encadenamientos productivos sólidos y aumentar la productividad y el rendimiento agrícola es una prioridad.
Otros sectores también requieren atención: la energía necesita inversiones para superar la inestabilidad eléctrica; el turismo demanda recursos para modernizar infraestructuras y diversificar la oferta; la biotecnología y la industria farmacéutica requieren capital externo para ampliar capacidades y competir globalmente; y la manufactura necesita modernizar equipos y diversificar la producción.
Encadenamientos productivos y una encrucijada histórica
De hecho, la experiencia internacional demuestra que la inversión extranjera es más efectiva cuando se conecta con proveedores locales, genera empleo y abre mercados para productos nacionales. En Cuba, donde la fragmentación productiva ha sido un obstáculo histórico, la articulación de encadenamientos productivos, la consolidación de un entramado empresarial coherente y una mayor articulación institucional son esenciales para que la inversión impulse un desarrollo equilibrado. No basta con atraer capital externo: lo decisivo es cómo se integra en la economía nacional y cómo contribuye a los objetivos de soberanía monetaria, diversificación de ingresos y justicia social.
Cuba enfrenta una encrucijada histórica. Puede prolongar la falta de dinamismo productivo o abrirse a un futuro donde la moneda, la productividad y la equidad se fortalezcan como pilares de un desarrollo sostenible. La inversión extranjera, integrada con la capacidad nacional de todos los actores de la economía, con la participación de los cubanos residentes en el exterior y con alianzas estratégicas, puede ser la llave que abra esa puerta.
En esa llave se juega no solo la estabilidad económica inmediata, sino la posibilidad de convertir las urgencias de hoy en la sostenibilidad de mañana.
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