Más allá de los años: cómo la tecnología teje un envejecimiento pleno

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La tecnología se ha convertido en un aliado determinante para que las personas mayores mantengan su autonomía y bienestar a lo largo del envejecimiento, gracias a un ecosistema cada vez más amplio de dispositivos, plataformas y servicios diseñados específicamente para responder a sus necesidades físicas, cognitivas y sociales. En la dimensión física, el avance de los sensores médicos portátiles desde relojes inteligentes que detectan arritmias hasta parches que monitorean glucosa de forma continua ha trasladado gran parte de la prevención y el diagnóstico del ámbito hospitalario al hogar.

Exoesqueletos. / Foto: Tomada de Internet
Exoesqueletos. / Foto: Tomada de Internet

Esta vigilancia proactiva permite la detección temprana de complicaciones y reduce las visitas innecesarias a urgencias, al tiempo que ofrece a los profesionales datos objetivos para ajustar tratamientos con precisión. Paralelamente, la robótica asistencial ha evolucionado de ser una promesa futurista a una realidad cotidiana: exoesqueletos ligeros que ayudan a levantarse de una silla, andadores inteligentes que se frenan automáticamente ante un obstáculo, o brazos robóticos que complementan la fuerza de quien tiene debilidad en las extremidades superiores.

Estas herramientas no solo previenen caídas y lesiones, sino que prolongan la capacidad de realizar actividades básicas sin depender de cuidadores externos, lo que impacta positivamente en la autoestima y en la percepción subjetiva de calidad de vida. A su vez, los hogares se vuelven más “amigables” con la incorporación de sistemas de domótica adaptada, donde la voz o la pulsación de un botón acciona persianas, regulan la temperatura o encienden luces nocturnas que minimizan el riesgo de tropezar; el entorno físico se transforma así en un facilitador silencioso que compensa la pérdida de movilidad o de agudeza sensorial.

En la esfera cognitiva y emocional, la tecnología actúa como un puente que reduce la brecha entre la realidad neurológica del mayor y su deseo de seguir siendo parte activa del mundo.

Las aplicaciones de estimulación cognitiva basadas en inteligencia artificial ajustan automáticamente el nivel de dificultad de juegos de memoria, atención o lenguaje, lo que mantiene el cerebro desafiado sin generar frustración; al mismo tiempo, recogen métricas que permiten a los especialistas detectar signos precozmente preocupantes.

Los asistentes virtuales, provistos de voces naturales y capacidad de mantener conversaciones contextualizadas, se han mostrado útiles para reforzar la orientación temporal y espacial en quienes presentan deterioro leve, además de ofrecer recordatorios personalizados para la medicación, citas médicas o incluso tareas cotidianas como beber agua.

Más allá de la función utilitaria, estas interfaces conversacionales mitigan la soledad: cuando la familia está lejos, poder dialogar con un dispositivo que recuerda el nombre de los nietos y pregunta por la partida de dominó del día anterior genera una sensación de acompañamiento que influye en el estado de ánimo.

Telepsicología. / Foto: Tomada de Internet
Telepsicología. / Foto: Tomada de Internet

En el terreno de la salud mental, plataformas de telepsicología han eliminado barreras geográficas y de transporte, permitiendo que un terapeuta realice sesiones de reminiscencia o terapia de conducta desde la pantalla de una tableta; los resultados clínicos indican niveles de adherencia comparables a los tratamientos presenciales en muchos casos, con el beneficio adicional de que la persona mayor no debe desplazarse ni adaptarse a un entorno hospitalario que a menudo resulta estresante.

La dimensión social del envejecimiento saludable también se ve transformada por la tecnología, al conectar a las personas mayores con redes de apoyo que trascienden la proximidad física. Las redes sociales adaptadas, con interfaces de gran tamaño y navegación simplificada, fomentan la interacción intergeneracional: abuelos que siguen en tiempo real los partidos de fútbol de sus nietos a través de transmisiones en línea o que comparten recetas familiares en grupos temáticos experimentan un sentido renovado de pertenencia.

Las plataformas de voluntariado digital permiten que quienes tienen movilidad reducida ofrezcan tutorías de lectura a niños de escuelas rurales mediante videoconferencia, transformando la jubilación en una etapa de aportación social que refuerza el propósito vital.

A nivel comunitario, los programas de “vecindario inteligente” combinan sensores instalados en los hogares que detectan y favorecen con grupos en las plataformas toDus, WhatsApp o Telegram, que los residentes se avisen mutuamente y coordinen visitas espontáneas, creando así un tejido informal de cuidado mutuo.

Incluso el ocio se vuelve más accesible: museos ofrecen visitas virtuales guiadas por personas mayores que actúan como voluntarios narradores, y clubes de lectura se reúnen en espacios de realidad aumentada donde pueden ver y escuchar al resto de participantes como si estuvieran en la misma sala.

La combinación de estas experiencias sociales mediadas tecnológicamente reduce la percepción de aislamiento y potencia la resiliencia emocional, dos factores clave para un envejecimiento satisfactorio.

Sin embargo, el potencial de la tecnología solo se alcanza cuando se acompaña de alfabetización digital, accesibilidad universal y un diseño centrado en las personas. Los programas de acompañamiento tecnológico, donde jóvenes voluntarios enseñan a usar dispositivos o donde se ofrecen cursos en centros adaptados a ritmos más pausados, resultan tan importantes como el propio hardware.

La co-creación de soluciones involucrando a personas mayores desde la fase de diseño hasta la evaluación asegura que los productos finales respondan a necesidades reales y no a estereotipos sobre la vejez.

A medida que la inteligencia artificial se vuelve más presente, es crucial garantizar la privacidad y la transparencia en el manejo de datos biométricos, para que la vigilancia sanitaria no se convierta en una forma de control paternalista. En este sentido, la tecnología no debe verse como un sustituto del cuidado humano, sino como un amplificador de la dignidad y de la capacidad de elección. Cuando se integra de forma ética y empática, la tecnología no solo extiende los años de vida, sino que los llena de sentido, permitiendo que cada persona mayor siga siendo protagonista de su propia historia incluso cuando el cuerpo o la mente le exigen nuevas formas de adaptación.

En Cienfuegos, esta no es una quimera inalcanzable, sino un futuro ineludible ante el desarrollo aún insuficiente de las tecnologías de la información y las comunicaciones, y la fortaleza creada en el entorno educacional, que, unida a instituciones clave como la Unión de Informáticos de Cuba (UIC), los Joven Club de Computación, la Cátedra del Adulto Mayor y el sistema provincial de salud, impondrá el ritmo necesario para ir paulatinamente alcanzando logros como los antes mencionados, si somos capaces de explotar, con voluntad e intención las capacidades creadas y crecer con el aprovechamiento del talento de nuestros jóvenes científicos, estudiantes y profesionales, quienes han demostrado una creatividad infinita.

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Pablo Morales Concepción

Ingeniero Radioelectrónico. Director Territorial de Control del Ministerio de las Comunicaciones en Cienfuegos.

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